La libertad como posibilidad real
A veces, despu¨¦s de una semana gloriosa y significativa, Marta se pon¨ªa "filos¨®fica", como ella misma llamaba a esos estados reflexivos que la conectaban con el sentido de las cosas y sus grandes dudas existenciales. Esta vez le hab¨ªa dado por cuestionarse su vida como un todo. Ella estaba contenta (de a ratos m¨¢s y de a ratos menos) con lo que hac¨ªa, c¨®mo viv¨ªa y con qui¨¦n lo compart¨ªa, pero estas circunstancias ?hab¨ªan sido genuinamente elegidas por ella? O por el contrario ella s¨®lo se hab¨ªa adaptado m¨¢s o menos inteligentemente a los hechos y los condicionamientos que la sociedad le hab¨ªa cargado. Marta no recordaba haber elegido con convicci¨®n vivir en ese barrio, ni en esa ciudad, ni en ese pa¨ªs, y, si bien era verdad que lo elegir¨ªa hoy, eso no cambiaba el hecho de que ¨¦sta no fue originalmente una decisi¨®n suya. Otro tanto hab¨ªa sucedido con su trabajo, con su carrera y hasta con el devenir de alguna de sus parejas. Esta ma?ana como algunas antes, Marta sent¨ªa que en gran medida ella y casi todos los dem¨¢s viv¨ªan "con el piloto autom¨¢tico" conectado.
Esta libertad "tangible" de la que hablo consiste nada m¨¢s (y nada menos) que en nuestra capacidad de elegir dentro de lo posible
Estos tiempos de reflexi¨®n eran agotadores, pero Marta sab¨ªa que no pod¨ªa ni quer¨ªa hacer nada para evitarlos, porque siempre terminaban dejando tras de s¨ª cosas ya resueltas a las que no era necesario volver, por lo menos por un tiempo.
Desde hac¨ªa a?os la b¨²squeda de est¨ªmulos y de nuevos disparadores para su tarea intelectual siempre inclu¨ªa al espacio virtual de Internet; cuanto m¨¢s ahora que exist¨ªa en su carpeta de favoritos el sitio de www.palabrasalacarta.com.
Marta sab¨ªa muy bien por d¨®nde iba su b¨²squeda
LIBERTAD
Si el primer paso del camino de la autodependencia es conocerse y aceptarse tal como uno es y el segundo es quererse y valorarse adecuadamente, el tercero y definitivo es concederse la libertad.
No estamos hablando del concepto infantil de la libertad como "poder hacer lo que a cada quien se le antoje", porque eso define la omnipotencia no la libertad. (Me parece que a veces nos gusta confundir estos dos conceptos para poder justificar ante nosotros mismos nuestro "miedo a la libertad", como maravillosamente lo defin¨ªa Fromm).
Lo cierto es que la libertad, por lo menos tal como la entendemos aqu¨ª, es una posibilidad real y deseable.
Esta libertad "tangible" de la que hablo consiste nada m¨¢s (y nada menos) que en nuestra capacidad de elegir dentro de lo posible. Que quede claro: dentro de lo posible.
Esta libertad incluye la honestidad de no calificar como imposible lo que f¨¢cticamente no lo es, y tambi¨¦n el coraje de aceptar que alguna elecci¨®n podr¨ªa ser posible aunque yo me niegue a optar por ella, por mis principios, mis temores o mis condicionamientos.
Una libertad que nadie me puede dar si yo no me la concedo. Una libertad que empieza por los m¨ªnimos derechos que me corresponden por el solo hecho de ser persona, y que para Virginia Satir son cinco.
- La libertad de estar donde estoy y no donde otros creen que yo deber¨ªa estar.
- La libertad de pensar lo que pienso y decirlo si me apetece o callarlo si no.
- La libertad de sentir lo que siento y no lo que a otros les parecer¨ªa m¨¢s apropiado que yo sienta en estas circunstancias.
- La libertad de correr los riesgos que yo decida asumiendo plena responsabilidad sobre las consecuencias de mis elecciones.
- La libertad de salir a buscar lo que necesito en lugar de esperar que alguien lo adivine y me lo conceda.
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