La salsa de la guerra
El primero, obra del profesor de la Universidad de Maryland Benjamin Barber, se propone como un estudio sobre los conflictos que siguen al atentado del 11 de septiembre de 2001. Con m¨¢s agilidad que profundidad o finura de an¨¢lisis, Barber re¨²ne el repertorio de t¨®picos que esgrimen quienes se oponen a la actual Administraci¨®n de Bush. El presidente norteamericano y los funcionarios m¨¢s conspicuos de su equipo (Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz, Powell, Rice, etc¨¦tera) son presentados como principales responsables de un acto de aventurerismo militar que, a juicio de Barber, s¨®lo ha contribuido a la inseguridad en el mundo y aumentado el miedo que, seg¨²n afirma, ha sido la principal -e infundada- raz¨®n que ha llevado a Estados Unidos y el Reino Unido a lanzar la invasi¨®n de Irak. Poco a?ade Barber a la profusa enumeraci¨®n de conjeturas y opiniones que se suelen encontrar en los art¨ªculos de opini¨®n de los peri¨®dicos y, de hecho, resulta significativo que la mayor¨ªa de las fuentes documentales que utiliza sean art¨ªculos de prensa, de modo que no se sabe muy bien qui¨¦n podr¨ªa encontrar interesante este libro. Los que abominan del se?or Bush y su Administraci¨®n, conocen todos y cada uno de estos argumentos porque los han le¨ªdo en la prensa hasta el hartazgo. Y los que no, dif¨ªcilmente sentir¨¢n que los elementos de juicio que aporta merecen la lectura de 210 p¨¢ginas. El argumento central de Barber, que parece una elaboraci¨®n ad hoc de la consigna lanzada por el ambiguo y oportunista Michael Moore en su documental Bowling for Columbine -a saber, que la sociedad norteamericana es una comunidad abrumada por fantasmas y miedos infantiles- desatiende el hecho comprobado de que el miedo, como ya lo demostr¨® Hobbes hace cuatrocientos a?os, es un factor de disociaci¨®n tanto como de cohesi¨®n en las sociedades modernas y es consustancial a la sociabilidad y no el mero capricho de un pu?ado de gobernantes ocasionales que, por lo dem¨¢s, cabe pensar que llevaron adelante un plan estrat¨¦gico elaborado por el Pent¨¢gono hace d¨¦cadas. Por otra parte, si el ataque contra las Torres Gemelas y el Pent¨¢gono no son razones suficientes para experimentar miedo frente al terrorismo ¨¢rabe y quienes lo financian, no s¨¦ qu¨¦ podr¨ªa justificarlo: ?una bomba at¨®mica sobre el Capitolio quiz¨¢? Si el miedo fuera, en verdad, el fundamento de la actual pol¨ªtica exterior norteamericana, a¨²n es poco el que manifiestan.
El libro del profesor Vi
cen? Fisas se presenta, por su parte, como compendio del arte de mediar en conflictos armados, una especie de vadem¨¦cum para negociadores profesionales escrito a la manera de los manuales de los tecn¨®cratas de la administraci¨®n de empresas, es decir, con breves definiciones coyunturales, listas de instrucciones y abundantes ejemplos pr¨¢cticos tomados de los ¨²ltimos conflictos en el escenario mundial. En ¨¦l se intenta formalizar las incontables variantes que intervienen en estos lances diplom¨¢ticos. Su pertinencia, al parecer, se funda en que, desde la desaparici¨®n de los dos grandes bloques estrat¨¦gicos y la actual hegemon¨ªa norteamericana, se han multiplicado los conflictos locales que requieren de este tipo de negociaciones. Fisas pone todo su esfuerzo en sistematizar un m¨¦todo para la negociaci¨®n, lo que explica el uso de tecnicismos algo impostados y el n¨²mero inusitado de organigramas, cuadros y esquemas tipo Power Point -54, para ser precisos, algunos de ellos verdaderamente enrevesados- que emplea. Pero quiz¨¢ sea justamente esta voluntad de sistematizar la negociaci¨®n desde una ideolog¨ªa de la neutralidad lo que m¨¢s conspira contra la pretensi¨®n del autor de desarrollar una aut¨¦ntica teor¨ªa de los conflictos. Si la paz es la finalidad de la mediaci¨®n en un conflicto b¨¦lico cualquiera, no parece que el dise?o de una "hoja de ruta" o de la geometr¨ªa de una mesa de negociaciones sean decisivos para un prop¨®sito que, en el fondo, tanto en la paz como en la guerra, siempre ser¨¢ pol¨ªtico y estrat¨¦gico y, por consiguiente, interesado. No existen guerras neutrales, como tampoco existe una paz neutral ni negociadores neutrales. Y querer formarlos es como pretender transformar el f¨²tbol promoviendo sofisticadas escuelas de ¨¢rbitros, con el inconveniente de que algo me dice que en los conflictos b¨¦licos, como en el f¨²tbol, no hay ¨¢rbitro que sea imparcial.
Por ¨²ltimo, el libro de Mi-
chael Walzer abunda en tesis desarrolladas en sus dos libros precedentes, Guerra, pol¨ªtica y moral y Guerras justas e injustas (Paid¨®s). El volumen recopila intervenciones escritas en la prensa y en revistas especializadas durante las ¨²ltimas dos d¨¦cadas sobre aspectos de sus personales valoraciones de casos y circunstancias b¨¦licas que corroboran o matizan lo expuesto en sus obras principales. Como suele suceder trat¨¢ndose de Walzer, algunos de estos textos tienen gran inter¨¦s, y otros, como el dedicado a Kosovo, donde se pone en duda la ca¨ªda de Milosevic, han quedado desfasados. Pese a que sus ideas se apoyan en argumentos s¨®lidos y me atrever¨ªa a decir que casi incontrovertibles, hay un punto en que se descalifican a s¨ª mismas: el concepto teol¨®gico de guerra justa. De manera razonable y consistente, Walzer intenta escapar del atolladero al que conducen las posiciones pacifistas a ultranza, responsables de una trabaz¨®n que empieza con una negaci¨®n maniaca, seg¨²n la cual la guerra es siempre irracional, maligna, monstruosa, en suma, inhumana; sigue con la adopci¨®n de la t¨ªpica jerga diplom¨¢tica poblada de eufemismos e hipocres¨ªas ("defensa" en lugar de "guerra", "operaci¨®n de mantenimiento de la paz" en lugar de "ofensiva", "seguridad" en lugar de "represi¨®n"... ) y culmina en esa f¨®rmula que, m¨¢s que un eufemismo, parece un ox¨ªmoron: guerra preventiva, donde el significante "prevenci¨®n" pretende disolver la connotaci¨®n agresiva de "guerra". Pero cuando ya parece que ha superado las trabazones conceptuales de los pacifistas, todo se le va al garete con la idea de la justicia aplicada a la guerra: ?acaso la Operaci¨®n Barbarroja contra la URSS, decidida por Hitler y el alto mando alem¨¢n, no fue justificada como "guerra preventiva"? ?Significa entonces que fue ¨¦sa tambi¨¦n una guerra justa? No se?ores, las guerras no son ni justas ni injustas, sino simplemente guerras.
No obstante, es saludable que al menos un te¨®rico de la pol¨ªtica haya tematizado la guerra sin ponerse la camiseta de pacifista, pero no parece una decisi¨®n feliz que haya desempolvado un concepto de los tiempos de las Cruzadas para comprender la nueva situaci¨®n estrat¨¦gica tras la desaparici¨®n de la URSS. Por otra parte, la "justicia" de su causa es precisamente un argumento central de quienes llaman a la yihad. As¨ª que por ese camino, mal andamos.
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