V¨ªctima de la moda
EN LA misma tradici¨®n que otras grandes escritoras estadounidenses, como Edith Wharton, Willa Cather o Dorothy Parker, Mary McCarthy (1912-1989) nos leg¨® en su obra una visi¨®n femenina de la sociedad norteamericana. Aunque afirm¨® que no era feminista, muchas de sus obras satirizan, cuestionan y denuncian el papel reservado a mujeres y hombres, adem¨¢s de retratar mordazmente las confusiones del amor con el sexo, de la inteligencia con la creaci¨®n, y de la naturaleza con la sociedad.
McCarthy, educada en una prestigiosa universidad para mujeres, se integr¨® en la intelectualidad neoyorquina de los a?os treinta al poco de terminar sus estudios, y all¨ª pudo dar fe de que los sepulcros blanqueados no son patrimonio de ning¨²n grupo social. Tal vez por ello puso en la picota a psicoanalistas -y sus pacientes-, a estalinistas -y a los j¨®venes millonarios que se convert¨ªan a su doctrina-, a republicanos, a filonazis y a los que quer¨ªan mantener a su pa¨ªs aislado de la historia -y de la Segunda Guerra Mundial-. En los a?os cuarenta Mary McCarthy ya se hab¨ªa labrado un nombre en la escena literaria de Nueva York -es decir, de Estados Unidos-, y antes de que saliera El grupo en 1963, ya hab¨ªa editado The Company She Keeps (1942), The Oasis (1949), The Groves of Academe (1952), A Charmed Life (1955), adem¨¢s de la primera entrega de su autobiograf¨ªa, Memorias de una joven cat¨®lica (1957). En todos ellos se detecta su f¨®rmula, consistente en conjugar el ingenio caracter¨ªstico de los a?os veinte y treinta con la perspicacia intelectual del pragmatismo norteamericano.
Como muestra de su ingenio basta con recordar sus palabras sobre Lillian Hellman, a la que no apreciaba en exceso: "No ha dicho ni una sola palabra que sea verdad, ni siquiera una y o una la". De su perspicacia dio muestras cuando sali¨® en defensa de Hannah Arendt y su tesis sobre la banalidad del mal, en contra de casi todos los intelectuales estadounidenses de aquel tiempo. Sin embargo, a pesar de su talla intelectual y de su genio literario, las obras de McCarthy parecen haber ca¨ªdo en desgracia. Tal vez porque se atrevi¨® a reflejar algunos aspectos de su pa¨ªs que averg¨¹enzan a los estadounidenses de hoy: la semiesclavitud de los negros, el antisemitismo, la misoginia, la homofobia...
Todo esto, que podr¨ªa haber subido su cotizaci¨®n literaria, perjudic¨® a McCarthy. Tal vez porque pesa sobre ella la sospecha de que comparti¨® alguno de los prejuicios que trata abiertamente en sus obras. En literatura tambi¨¦n hay modas. Basta recordar que en el XVIII se polemiz¨® sobre cu¨¢l de los Quijotes era mejor, si el de Cervantes o el de Avellaneda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.