Cotorr¨®n
Cuando alguien se pone hablar hasta por los codos y por el recto diciendo necedades al tunt¨²n, uno se piensa que esa persona est¨¢ ah¨ªta de coca¨ªna o sustancias igualmente lenguaraces y cabezoneras. Porque la coca¨ªna provoca deslices impresentables de la h¨²meda. Los charlatanes, que ya se consideraban desaparecidos, vuelven de nuevo para alborotarnos la cabeza a los ciudadanos. Bueno, pues el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, d¨ªa 25 de agosto, un ciudadano catal¨¢n, de nombre Llu¨ªs Colet, est¨¢ dispuesto a largar por esa boquita durante 48 horas acerca de Salvador Dal¨ª en la localidad francesa de Perpi?¨¢n. Ni el Papa ni Gadaffi, ni siquiera Fidel Castro, han llegado a tanto, aun a sabiendas del axioma b¨ªblico: "En el mucho hablar no faltar¨¢ pecado". El se?or Colet ya consta en el Libro Guinnes de los R¨¦cords desde 2000. Ahora pretende ser incluido en otra publicaci¨®n a¨²n m¨¢s exquisita: el Norris Mc Whirter, que es lo mismo, pero a lo bestia. Que con su pan se lo coma el se?or Colet.
A Dios gracias, en Madrid no est¨¢n censados ese tipo de soliloquistas, aunque todo se andar¨¢. Sin ir m¨¢s lejos, el ex ministro Acebes logr¨® perpetrar en el Congreso hace unos d¨ªas nada menos de 70.000 palabras seguidas, con un fugaz desahogo para mear. La pena es que Acebes carece de oratoria razonable, porque de lo contrario habr¨ªa dejado a Castelar en la cuneta y a los diputados en la siesta.
S¨®lo conozco en Madrid a un tipo que podr¨ªa superar con labia al catal¨¢n susodicho. Dios te libre de sus soliloquios, porque ese sujeto, adem¨¢s, si no encuentra otros remedios, se dedica a insultarte si opones pegas a sus insensateces. Ahora bien, este individuo anda por ah¨ª viendo a qui¨¦n devorar de forma vanilocuente, farfullera, chirladora y barbullona.
Se?or Gallard¨®n, por favor, meta usted a todos los boquirrotos en la plaza de Oriente con los reyes godos. Y que esa cotorra ramiriana vaya a perorar a las estatuas, que para eso est¨¢n.
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