V¨®mitos y lipotimias
V¨®mitos, lipotimias, asfixias, ca¨ªdas, flatos... El m¨ªtico estadio Panathinaiko se convirti¨® ayer en una enorme y marm¨®rea sala de urgencias al t¨¦rmino del marat¨®n femenino que coron¨® a la japonesa Mizuki Noguchi. Pero hasta ella, y pese a su aparente entereza, desfalleci¨® al poco de cruzar la meta. Ante un enjambre de micr¨®fonos, dijo: "Estoy muy feliz. Gracias por el apoyo". Y se cay¨® al suelo. Lleg¨® luego Catherine Ndereba y, nada m¨¢s pasar la l¨ªnea, se derrumb¨®. Durante varios minutos no se pudo levantar la keniana. Estaba asfixiada. Las dram¨¢ticas escenas se repitieron. Exhaustas, deshidratadas, quemadas tras m¨¢s de dos horas bajo un sol inmisericorde, la mayor¨ªa acabaron sin alma. Muchas otras, como la m¨¢xima favorita, la brit¨¢nica Paula Radcliffe, ni siquiera eso: doblegadas por el fuerte calor, se quedaron por el camino.
Abrasador desde primeras horas del d¨ªa, el sol, que hasta ayer se hab¨ªa mostrado muy moderado para lo que acostumbra por estos parajes, anunci¨® bien pronto que se erigir¨ªa en el gran juez de la m¨ªtica carrera. Al mediod¨ªa, el term¨®metro ard¨ªa: 38 grados, 25% de humedad y apenas un ligero viento. El escenario daba pavor. En las calles, los turistas buscaban desesperadamente la sombra o una fuente para refrescarse.
A las seis, cuando las atletas tomaron la salida, el sol hab¨ªa disminuido ligeramente su intensidad -el term¨®metro hab¨ªa descendido hasta los 35?-, pero la humedad se hab¨ªa elevado: 31%. Apenas, un inapreciable viento del noroeste. El recorrido fue devastador y las distancias entre los puestos de avituallamiento parec¨ªan siderales.
Kenza Wahbi fue una de las primeras atletas heridas por el horno. Situada en la cabeza de la carrera, a los 23 minutos de la prueba, ya dio los primeros s¨ªntomas de flaqueza. Se toc¨® el costado y, aquejada por el flato, se par¨® un instante a escupir. Cuando dos horas y media m¨¢s tarde llegaba a la meta, en la 30? posici¨®n, gesticulaba en busca de agua de forma constante. Asha Gigi, con el mismo problema, ni siquiera termin¨®. Se tuvo que parar poco despu¨¦s del kil¨®metro 15. El calor la asfixiaba y se puso a vomitar.
Cinco kil¨®metros antes, en el 10 de la carrera, un grupo de atletas hab¨ªa acabado en el asfalto tambi¨¦n en busca de agua. Era tal su ansiedad por llegar al puesto de avituallamiento que tropezaron y se fueron al suelo. A medida que disminu¨ªa la temperatura, aumentaba la humedad. Un horror que las dos espa?olas, Mar¨ªa Abel y Mar¨ªa Dolores Pulido, lograron soportar con relativa entereza a su llegada a la meta. Muchas otras atletas precisaron camillas o ayudas para caminar hacia el vestuario. Como la mongola Otgonbayar. ?ltima, tras 3h 48m 42s de esfuerzo, recibi¨® la calurosa ovaci¨®n de todo el estadio y, tras cruzar la l¨ªnea de llegada, pidi¨® agua, se tir¨® al suelo y precis¨® apoyo para volverse a levantar. Sesenta y seis mujeres lograron acabar. El calor devast¨® a otras 16.
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