Una balsa de aceite
Hemos pasado la ma?ana zampando, una receta fresca para sobrellevar el calor: melones troceados y mezclados con espuma de cabeza de langostino biling¨¹e aromatizado con yogur de rayos ultravioleta poco hechos. Dice Moratinos que la receta es de Ferran Adri¨¤. Lo ser¨¢, pero estas cosas, o las hace el propio Adri¨¤ o se corren demasiados riesgos.
-Esto sabe a rayos -ha dicho el ministro del Interior, con su don de gentes.
-Es que lleva rayos -se ha herido Moratinos.
-Y este color negro... -insist¨ªa To?o Alonso.
-No seas racista -le ha re?ido Diego L¨®pez Garrido, la sonrisa del r¨¦gimen.
-Perdona, pero a m¨ª, la comida de colores...
-Yo eso no lo pruebo -miraba desconfiado Pepe Blanco-, no me vaya a salir un tercer brazo o algo peor.
-?Pero no ves -le perdonaba la vida Jes¨²s Caldera- que si a la gente le crecieran brazos de comer estas recetas ya lo hubieran dicho los peri¨®dicos y ser¨ªa algo conocido por la ciudadan¨ªa, ser¨ªa vox gentuli, y la Interpol hubiera asaltado El Bulli con geos y todo?
-F¨ªate de la polic¨ªa -resopl¨® Alonso.
-Oye, To?o... -reconvine a mi ministro del Interior.
-Jos¨¦ Luis, mira lo que dice Jes¨²¨²¨²¨²s -me tir¨® Pepe Blanco de una pernera del ba?ador.
-Jos¨¦ Luis, mira lo que dice Pepeeeee -me tir¨® Jes¨²s Caldera de la otra pernera del ba?ador.
-?Basta! -me tap¨¦ las verg¨¹enzas-. Una ri?a m¨¢s y os vais a la cama sin cenar y con el trasero colorao.
-Vaya m¨¦todos pedag¨®gicos. Despu¨¦s diremos de Pilar del Castillo.
-Las desavenencias, las quiero pol¨ªticas. ?Po-l¨ª-ti-cas! Ahora que el partido es una balsa de aceite, no podemos calentarnos, porque el aceite hirviendo achicharra, como se demuestra con las gambas al ajillo y otras cosas, como el mel¨®n de Moratinos.
-Pero si no esta frito.
-Pues lo parece, Moratinos. Las cosas como son. Esto sabe a rayos fritos.
Ten¨ªa profundamente raz¨®n yo, aunque no est¨¦ bien decirlo
as¨ª, no tanto en lo del mel¨®n como en lo de la tranquilidad interna del PSOE. El trigesimosexto congreso demostr¨® que el partido es una balsa de aceite. Porque no quiero carisma ni culto a la personalidad ni nada, pero en ese congreso, si yo quiero, me subo a la tribuna y me arranco: "Compa?eros, compa?eras, es hora de dejar claro que el socialismo persigue el uso de catalejos
japoneses para todas las mujeres morenas mayores
de diecienueve meses nacidas en Calahorra". Aprobado entre aplausos y con el 98 por ciento de los votos a favor. Esto es algo que nunca acaba de parecerme l¨®gico: yo pienso que las disputas ideol¨®gicas, los debates intensos, duros, crudos, deber¨ªan darse entre pol¨ªticos de un mismo partido cuando el partido est¨¢ en el Gobierno, puesto que es entonces cuando hay posibilidad de hacer cosas, y es cuando verdaderamente hay que optar. En cambio,
las disputas suelen darse en la oposici¨®n. Cualquiera podr¨ªa
pensar que para los pol¨ªticos es m¨¢s importante el poder que la pol¨ªtica, puesto que una vez conseguido el poder, desaparecen
las peleas.
-?Presidente, mira Jes¨²s!
-?Presidente, mira Pepe!
Bueno, los razonamientos no siempre salen redondos.
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