La marcha
Se llama Hollgan Star. Es un destartalado carguero matriculado en Ghana que fue abordado el pasado d¨ªa 15 en el puerto de Freetown, la capital de Sierra Leona, cuando se dispon¨ªa a levar anclas en direcci¨®n a Canarias tras embarcar a medio millar de subsaharianos. La pretensi¨®n de los tripulantes del carguero era alcanzar las aguas espa?olas y, una vez all¨ª, abandonar el barco y dejarlo a la deriva con el fin de que las autoridades se vieran obligadas a socorrer a los pasajeros en aplicaci¨®n de las normas internacionales mar¨ªtimas, arribando as¨ª a territorio espa?ol. El delegado del Gobierno en Canarias ha calificado el hecho de "indecente e inhumano" y ha alzado su indignada voz contra las mafias que, a cambio de importantes cantidades de dinero, embarcan a los inmigrantes en arriesgadas traves¨ªas sin ninguna garant¨ªa de llegar con vida al pa¨ªs de destino ni, una vez all¨ª, de poder quedarse. En el caso que nos ocupa, cada billete costaba entre 1.500 y 2.000 euros. La completa informaci¨®n publicada por Francisco Mercado en EL PA?S del viernes d¨ªa 20 nos ilustraba sobre lo que cualquiera de nosotros podr¨ªa hacer con ese dinero: "Por ese dinero se puede pagar un crucero de siete d¨ªas en una minisuite con balc¨®n por las islas griegas". Sin embargo, como el propio Mercado se?ala, esas personas estaban dispuestas a pagar tal cantidad de dinero para viajar hacinados en las bodegas de un carguero de dudosa navegabilidad. Se ha dicho incluso que el barco contaba con trampillas preparadas para ser abiertas cerca de la costa, a modo de v¨ªas de agua, de manera que los inmigrantes se convirtieran en apurados n¨¢ufragos, garantiz¨¢ndose as¨ª su acceso a territorio espa?ol. Ante la noticia, se han redoblado los lamentos por la inhumanidad de este nuevo tr¨¢fico de seres humanos.
Sin embargo, no deber¨ªamos dejar que lo anecd¨®tico encubra lo sustancial del caso. ?A qu¨¦ viene la santa indignaci¨®n del delegado del Gobierno? ?Y cuando llegan a pateradas, de treinta en treinta? ?O de dos en dos, utilizando neum¨¢ticos y aletas de buceo para pasar el Estrecho? ?Y cuando las olas van arrojando sus cuerpos, uno a uno, a nuestras playas? ?Es por el hecho de que hay negociantes por medio, esos a los que se ha dado en llamar "mafias"? ?Por qu¨¦ existen estas mafias? ?Tienen alguna otra alternativa las personas que aspiran a una vida decente, vedada en sus lugares de origen? ?Cu¨¢l es la alternativa, que se pongan a la cola y esperen bovinamente a ser llamadas cuando necesitemos cuatro recogedores de tomates, siete cuidadoras de ancianos, tres peones de alba?il? Es verdad, en esta ocasi¨®n estaban dispuestos a hundir el barco, poniendo en grave riesgo las vidas de los inmigrantes, con el fin de forzar su entrada en territorio espa?ol. Pero, ?sabemos acaso si esas personas conoc¨ªan y aceptaban tal estrategia desesperada? Al fin y al cabo, todas las semanas se ahogan a unos pocos metros de nuestras playas. Estas estrategias desesperadas e inhumanas son la cruz de nuestros desesperados e inhumanos esfuerzos por combatir la inmigraci¨®n.
Recordemos el caso del Tampa, aquel carguero noruego que en agosto de 2001 rescat¨® de un barco a punto de hundirse a 438 personas procedentes de Afganist¨¢n, Pakist¨¢n, Sri Lanka e Indonesia. ?Hemos olvidado ya la tremenda peripecia a la que fueron sometidos todos ellos, rescatados y rescatadores, tras la negativa de las autoridades australianas a permitir que el barco salvador atracara en sus puertos? Pero es que recientemente conoc¨ªamos una noticia similar. El 20 de junio, el barco Cap Anamur recogi¨® cerca de la isla italiana de Lampedusa a 37 personas procedentes de Sud¨¢n y Sierra Leona cuya embarcaci¨®n estaba a la deriva al haberse quedado sin gasolina. Durante un mes, estos inmigrantes permanecieron en el barco mientras Italia y Alemania discut¨ªan porque ninguno de los dos pa¨ªses quer¨ªan acogerlos. Finalmente, Italia acab¨® por recluirlos en un centro de acogida, pero adem¨¢s detuvo al capit¨¢n del barco que los rescat¨® acusado de favorecer la inmigraci¨®n clandestina.
En 1990, David Wheatley dirigi¨® la pel¨ªcula La marcha. Como consecuencia del calentamiento de la atm¨®sfera, el Mediterr¨¢neo se ha secado, quedando ?frica y Europa unidas a trav¨¦s de un valle des¨¦rtico. Miles de personas procedentes de ?frica inician una marcha que les encamina hacia Europa. Es s¨®lo una pel¨ªcula. Pero la marcha est¨¢ ah¨ª. Y mientras el muro de agua que separa al Norte y al Sur permanezca en pie intentar¨¢n saltarlo como sea. La cuesti¨®n es si vamos a utilizar cualquier medio para imped¨ªrselo.
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