Lecci¨®n
ESCRITA EN 1892 La lecci¨®n del maestro (Espasa), de Henry James (1843-1916), es una sutil novela corta, donde, so capa de los consejos que un escritor maduro consagrado da a un joven que despunta con talento en el proceloso mundo de las letras, se dirime, ni m¨¢s ni menos, c¨®mo el arte llega a serlo en la puridad de su excelencia. Como no pod¨ªa ser menos al plantearse semejante espinosa cuesti¨®n, aparece en escena una atrayente joven, encarnaci¨®n de la vida, de la que ambos escritores se enamoran, suscit¨¢ndose de inmediato si la conquista de ¨¦sta es un acicate para la creaci¨®n o, por el contrario, su peor obst¨¢culo. En realidad, no se trata tanto de lo que pueda deparar la haza?a er¨®tica de la seducci¨®n en s¨ª, sino de sus consecuencias matrimoniales, que, seg¨²n advierte el veterano escritor por propia experiencia, es capaz de esterilizar, con sus menesterosas exigencias, cualquier atisbo de genialidad, algo bien distinto de la fama, que finalmente no es m¨¢s que un problema administrativo.
Quien recomienda al ne¨®fito una sobria existencia monacal se llama Henry Saint George, nombre nada inocente pues el patron¨ªmico, San Jorge, nos remite legendariamente al h¨¦roe que vence al drag¨®n que mantiene cautiva a una hermosa doncella, mientras que el joven prometedor, Paul Overt, cuyo apellido significa "abierto", nos muestra el horizonte inmaculado donde a¨²n la aventura no tiene un perfil preciso. Se trata, pues, en principio, de la interesante dial¨¦ctica entre la experiencia y la ilusi¨®n sobre ese resbaladizo suelo del arte, en el que ambas sobran y faltan a la vez. ?C¨®mo renunciar entonces a una de ellas; esto es: a lo que hay que vivir, si se quiere tener algo que contar, o a la exigencia de apartarse del mundo y concentrarse en exclusiva en la literatura, cuyo dominio impide toda componenda?
Dada la proverbial penetraci¨®n psicol¨®gica de James y su no menor sagacidad para urdir intriga, no hace falta subrayar que el enredo de La lecci¨®n del maestro ha suscitado un sinf¨ªn de interpretaciones. Por mi parte, me permito sugerir dos: la primera, la parad¨®jica de abordar el tema del magisterio justo en nuestra ¨¦poca, en la que el arte se pretende innovador; la segunda, considerar a los dos escritores protagonistas sobre el trasfondo del binomio creativo de lo "apol¨ªneo" y lo "dionisiaco", las categor¨ªas que propuls¨® pol¨¦micamente Nietzsche en su ensayo El origen de la tragedia, seg¨²n el cual el arte dionisiaco supone vivir a toda costa, cargando con dragones y doncellas, mientras que el apol¨ªneo se aparta de lo real para propiciar un mundo nuevo, m¨¢s transparente y puro, pero tambi¨¦n m¨¢s fantasmal. Desde esta perspectiva, ?a qui¨¦n y por qu¨¦ defend¨ªa el maduro James en esta pugna generacional de escritores? En todo caso, al concluir la lectura de La lecci¨®n del maestro, uno se convence de que siempre hay otra vuelta de la tuerca en el reversible genio de Henry James.
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