La tragedia griega de Marion Jones
La atleta estadounidense fue quinta en longitud y un fallo de coordinaci¨®n suyo y de Williams elimin¨® a su equipo en el relevo de 4x100
Destinada a un a?o tr¨¢gico, Marion Jones vivi¨® todos los dramas posibles en las pistas de Atenas. Un instante resumi¨® la amargura de la atleta estadounidense, que no pudo evitar las l¨¢grimas ante tanta derrota, tanta frustraci¨®n, tanta soledad. Ese momento se produjo una hora despu¨¦s de su fracaso en el salto de longitud, la prueba donde quer¨ªa redimirse despu¨¦s de una temporada donde cada noticia ha sido m¨¢s desagradable que la anterior. La m¨¢s t¨¦cnica de las saltadoras, Marion Jones, no pudo aprovechar el ventarr¨®n favorable -m¨¢s de 3 m/s- y s¨®lo salt¨® 6,85 metros en su mejor intento -gan¨® la rusa Lebedeva con 7,07 metros-. Fue el comienzo de un calvario. Termin¨® quinta, pero la decepci¨®n fue insignificante a la vista de lo que sucedi¨® poco despu¨¦s en el relevo 4x100. Una cadena de errores en el cambio de testigo entre Marion Jones y la joven Lauryn Williams acab¨® con la eliminaci¨®n del equipo estadounidense. La escena estaba cargada de simbolismo. Jones, la estrella bajo sospecha, incluida en el equipo en medio de una fuerte pol¨¦mica, iba a pasar el testigo a Lauryn Williams, una de las j¨®venes representantes de la nueva generaci¨®n que ha hecho fortuna en Atenas. No fue posible. Alrededor de Jones se ha creado un aura catastrofista. Lleg¨® a los Juegos en medio de un rechazo furibundo en su propio pa¨ªs, donde se ha convertido en una apestada, y sale vac¨ªa de Atenas, sin medallas, aislada en su equipo, seguramente criticada por los errores que se produjeron en una carrera que Estados Unidos estaba en camino de ganar. Nadie criticar¨¢ a Williams. Es la nueva, como lo fue Jones hace siete a?os tambi¨¦n en Atenas. En su primera temporada como atleta profesional, gan¨® la prueba de 100 metros en los Mundiales y se convirti¨® en una celebridad instant¨¢nea, la intocable del atletismo norteamericano. Ahora es una marginada del sistema. Atenas fue el comienzo y probablemente su final.
Lleg¨® a los Juegos en medio de un rechazo furibundo de su pa¨ªs y se va vac¨ªa de Atenas
Entre l¨¢grimaS repet¨ªa: "No pude entregar el testigo a Lauryn, no pude hacerlo"
"Esto ha sobrepasado mis peores sue?os", dijo tras el desastre. "Buscaba grandes cosas este a?o, pero todo ha ocurrido al rev¨¦s de lo que hab¨ªa pensado". En ese momento, frente a los periodistas, comenz¨® a llorar. Entre l¨¢grimas repet¨ªa: "No pude entregar el testigo a Lauryn, no pude hacerlo". Tal y como se ha desarrollado la vida de Marion Jones en los ¨²ltimos tres meses, el desenlace no pod¨ªa ser feliz. Tras fallar en el salto de longitud, se dirigi¨® con gesto triste a la zona donde las atletas se ejercitaban antes de la final de 4x100 metros. Su quinto puesto en las pruebas de selecci¨®n ol¨ªmpicas no le daba derecho autom¨¢tico a la titularidad en el equipo estadounidense, pero el cataclismo del dopaje y el infortunio de una compa?era dieron a Jones la oportunidad de correr. Torri Edwards hab¨ªa sido sancionada; Gail Devers se hab¨ªa lesionado en Atenas. Marion Jones entr¨® en el equipo en medio de cr¨ªticas y un ruido medi¨¢tico que no favorec¨ªa su concentraci¨®n. La posibilidad de cat¨¢strofe era enorme.
Tampoco ayudaron las circunstancias. El equipo se hab¨ªa confeccionado con prisas. Lauryn Williams y Marion Jones nunca hab¨ªan sido compa?eras en los relevos, problema grave en una prueba donde la t¨¦cnica en el cambio de testigo es m¨¢s importante que la velocidad pura de las atletas. Hace cuatro a?os, en Sidney, Marion Jones perdi¨® una medalla de oro por la incompetencia de las relevistas estadounidenses. S¨®lo se llev¨® el bronce. Otra cuesti¨®n se hizo evidente: el orden de las relevistas era cuestionable. Jones y Williams son las dos atletas m¨¢s r¨¢pidas del equipo. Una, la veterana, es una bala cuando sale en carrera lanzada; otra, la peque?a Williams, gasta fama por su arranque desde los tacos. Sin embargo, le dieron el tercer puesto en la cadena, con un problema a?adido: ten¨ªa que recoger el testigo de una atleta 18 cent¨ªmetros m¨¢s alta.
Con 1,78 metros de altura, Jones es gigantesca en comparaci¨®n con la diminuta Williams. El desequilibrio se confirm¨® en el terrible cambio que interpretaron las dos atletas. Marion Jones se hab¨ªa colocado en primera posici¨®n, con un estrecho margen sobre las jamaicanas, siempre competitivas en esta clase de pruebas (fueron las vencedoras casi sin oposici¨®n). Cuando se acerc¨® a la curva, pretendi¨® entregar el bast¨®n a Williams, que sali¨® como un cohete y estir¨® el brazo hacia atr¨¢s. El brazo no encontr¨® nada. S¨®lo aire. "?Espera!", le grit¨® Marion. Volvi¨® a gritar, mientras trataba de dejar el testigo en manos de Lauryn Williams. No pod¨ªa funcionar. No hab¨ªa naturalidad en el gesto. Una muy alta, otra muy peque?a. Dos atletas nerviosas, condicionadas por la tensi¨®n que viv¨ªa Marion Jones. No hubo entrega. En el tercer intento, Williams recogi¨® el testigo por fin. Demasiado tarde. Se hab¨ªa salido de la zona permitida de entrega. Se detuvo y comenz¨® a llorar. Marion Jones se acerc¨® a ella y la abraz¨®. Era una mujer destrozada. Acababa de vivir su ¨²ltima tragedia, la m¨¢s dura de todas.
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