Rumsfeld, 'libre' a pesar de las pruebas
Dos informes sobre las torturas de Abu Ghraib muestran la responsabilidad del jefe del Pent¨¢gono
Los dos informes -uno elaborado por una comisi¨®n presidida por el ex secretario de Defensa, el republicano James Schlesinger, y el otro por el general George R. Fay- suman 303 p¨¢ginas. Uno con m¨¢s detalle, otro con menos, ofrecen al lector una rendici¨®n de cuentas administrativa, hasta el l¨ªmite de la cuasi banalizaci¨®n, sobre la prisi¨®n iraqu¨ª de Abu Ghraib. Palizas, actos de sodom¨ªa, confinamientos indefinidos, uso de gu¨ªas caninos y perros en los interrogatorios para provocar que los detenidos orinen y defequen de miedo sobre s¨ª mismos... No faltan, en algunas secciones todav¨ªa secretas del informe militar pero filtradas puntualmente a la prensa, referencias a la impunidad de los agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en la prisi¨®n, con la utilizac¨ª¨®n de un m¨¦todo que ya hiciera c¨¦lebre en Am¨¦rica Latina el ex dictador Augusto Pinochet: los prisioneros desaparecidos, aqu¨ª llamados "detenidos fantasma".
Tanto un documento como otro no pronuncian ni una sola vez la palabra maldita: tortura. En su lugar, los autores han escogido otra: abusos. Pero aun as¨ª, ambos documentos constituyen una radiograf¨ªa en la cual est¨¢n todas las piezas del puzzle de la tortura en Abu Ghraib. Si los autores de ambos informes han decidido, conscientemente a la vista de los datos, declarar inocentes a los autores intelectuales de la operaci¨®n, con base en Washington, en el Pent¨¢gono y la Casa Blanca, no ha sido por falta de pruebas. Porque haberlas, como las meigas, haylas. Y est¨¢n perfectamente diseccionadas.
El llamado panel "independiente" estaba formado por cuatro miembros, cuya presidencia ha ejercido James Schlesinger, un republicano que trabaj¨® en los Gobiernos de Richard Nixon y Ronald Reagan. Pero lo relevante es que tanto Schlesinger como los otros tres miembros, entre ellos dos dem¨®cratas, son miembros del Comit¨¦ de Pol¨ªtica de Defensa, un organismo que forma parte del Ministerio de Defensa y cuyos integrantes son designados por el ministro, en este caso Donald Rumsfeld.
El Informe Schlesinger sostiene que el "impacto de los abusos en Abu Ghraib fue magnificado por el hecho de que las espantosas fotograf¨ªas se hicieron p¨²blicas en abril de 2004". Tanto este informe como el del general Fay coinciden: todo comienza con el viaje del general Geoffrey Miller a Bagdad, el 31 de agosto de 2003. Miller, a cargo entonces de la prisi¨®n de Guant¨¢namo, Cuba, donde ya se han experimentado interrogatorios duros con detenidos de Al Qaeda, es requerido a petici¨®n del teniente general Ricardo S¨¢nchez, al mando del llamado CJTF-7, o cuartel general de la operaci¨®n militar en Irak.
Miller cae del cielo
?Para qu¨¦ acude Miller? Los dos informes apuntan que la resistencia iraqu¨ª, al ser m¨¢s fuerte de lo previsto, exige la obtenci¨®n de datos e informaci¨®n sensible, un proceso que hasta el momento, el verano de 2003, no arroja resultados. ?Qui¨¦n env¨ªa a Miller? El informe, tan administrativamente obsesivo, no lo menciona. Miller cae del cielo. Su misi¨®n: guantanamizar Abu Ghraib. Tras visitar la c¨¢rcel, antigua c¨¢mara de torturas bajo el r¨¦gimen de Sadam Husein, Miller sugiere, como primera medida, la aplicaci¨®n del m¨¦todo de Guant¨¢namo: la polic¨ªa militar debe "preparar las condiciones" antes de que los oficiales de inteligencia interroguen a los detenidos. S¨¢nchez, a la luz de las recomendaciones de Miller, firma una orden el 14 de septiembre de 2003. Autoriza endurecer los interrogatorios y, entre otros m¨¦todos, da luz verde a la utilizaci¨®n de perros en la prisi¨®n, una receta que tambi¨¦n ha prescrito Miller. Un mes despu¨¦s, el 12 de octubre, se revisan los m¨¦todos propuestos por considerarse un exceso de la Convenci¨®n de Ginebra.
Sin embargo, seg¨²n el informe del general Fay, las duras t¨¦cnicas autorizadas en septiembre -aislamiento indefinido del detenido desnudo en diminutas celdas oscuras a altas o bajas temperaturas y el uso de perros en los interrogatorios- no son prohibidas definitivamente, lo que lleva a la polic¨ªa militar y a los oficiales de inteligencia a creer que pueden ser utilizados.
Los dos informes chirr¨ªan cuando se apartan de los datos e intepretan los hechos. Seg¨²n sostienen, se ha malinterpretado lo que seg¨²n Miller era el papel de la polic¨ªa militar, esto es, la "preparaci¨®n de las condiciones" de los detenidos antes de ser entregados para su interrogatorio a los oficiales de inteligencia del Ej¨¦rcito. Tampoco, se?ala el informe, Miller suger¨ªa utilizar perros en los interrogatorios, sino que consideraba que el uso de perros iba "en beneficio de la custodia de los prisioneros".
Tanto un informe como otro intentan, contra todas las evidencias, presentar los abusos como el producto de unas pocas "manzanas podridas". Con todo, esas manzanas, admiten, ya no son tan escasas como inicialmente se cre¨ªa. Ahora ya son 54, incluyendo a m¨¦dicos presentes durante las torturas. Y algunas de esas manzanas, gen¨¦ricamente, sin especificar, est¨¢n en el Pent¨¢gono. Pero s¨®lo por haber faltado a su responsabilidad in vigilando. Es decir, no por instigar.
Los informes salvan, con una admirable sangre fr¨ªa, la cabeza de Donald Rumsfeld mediante un gran chivo expiatorio: el general Ricardo S¨¢nchez.
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