Sobrevalorar la victoria
La primera evidencia se impone de forma abrumadora y anonada porque a nadie le hace bien. Es posible que en el PP el resultado de las elecciones europeas haya sido "dulce". No lo fue en absoluto el de las generales, tan amargo como inesperado. Pero el problema no reside en esto, sino en que no se puede reaccionar ante una situaci¨®n cuyas dimensiones exactas no se aprecian.
El partido que estaba en el Gobierno hasta marzo simplemente ha infravalorado su derrota. La mayor parte de sus dirigentes han quedado convertidos en otras tantas estatuas de sal ante un panorama inesperado. Eso no es bueno por la sencilla raz¨®n de que en este caso se pueden articular pocas palabras, y las que salen de los labios repiten la cantilena ya conocida. Ahora bien, el discurso del neoconservadurismo -inminente disoluci¨®n de Espa?a,maldad esencial de la oposici¨®n...- ha quedado por completo descolocado tras los resultados de las generales. Hasta Bush ha impuesto una inflexi¨®n a su pol¨ªtica en Irak, pero no lo ha hecho el c¨ªrculo ¨ªntimo de Aznar, ni siquiera el PP como tal.
Lo que podr¨ªamos denominar como "empecinamiento heroico" es siempre una mala arma, pero sobre todo lo resulta cuando se milita en la oposici¨®n. Negarse a aceptar la realidad, no moverse un ¨¢pice de la propia postura frente a la evidencia palmaria y echarle horas a la pertinacia no supone adquirir la consistencia herc¨²lea de un dios pagano, sino que evoca una frase enigm¨¢tica de Dean Acheson: "El primer requisito de un hombre de Estado es ser lerdo". El lerdo no s¨®lo es necio, sino que lo es con persistencia infinita y ausencia total de desaliento. Pero con ello no revela ni siquiera resistencia, sino desorientaci¨®n e incapacidad cong¨¦nita para comprender. El "heroico empecinado" resulta, as¨ª, un individuo empe?ado en adquirir un r¨¦cord Guiness, es decir, hacer una ridiculez un n¨²mero casi infinito de veces sin un resultado que valga para nada.
No se trata tan s¨®lo del caso de Acebes. El PP actu¨® de tal manera cuando logr¨® la mayor¨ªa absoluta que hac¨ªa imprescindible que su obra gubernamental fuera revisada a fondo.Se le avis¨® por todos los medios de que ser¨ªa as¨ª. Debiera haber sido consciente de ello, pero pocos de sus dirigentes han demostrado ser capaces de asumirlo. En casos como ¨¦ste lo mejor es emprender la huida a Europa y callarse, como ha hecho, con habilidad, la ex ministra de Educaci¨®n. Pero no todos pueden hacerlo y es peor el caso de los que no se dan cuenta de estar condenados a una situaci¨®n de inferioridad que dificulta en extremo el ejercicio de la oposici¨®n. En su autobiograf¨ªa, Mark Twain escribi¨® que "pocas calumnias pueden aguantar el desgaste del silencio". Pero la pr¨¢ctica de ¨¦ste o incluso la de la iron¨ªa est¨¢ vedada a quien se enfrenta a su propio pasado y lo hace con la pretensi¨®n de que su visi¨®n de ¨¦l sea la ¨²nica posible. As¨ª s¨®lo resulta posible la reincidencia en el error. Por ejemplo, el de la desmesura acusando a los socialistas poco menos que pir¨®manos por los incendios de Huelva.
Por fortuna, parece existir una reacci¨®n en el seno del PP,capaz de convertirle en una buena m¨¢quina lubricada para ejercer eso que tanto necesitamos, una buena oposici¨®n. Las recientes declaraciones de Ruiz-Gallard¨®n y de Piqu¨¦ testimonian que no s¨®lo Rajoy y Pastor son plenamente conscientes de la necesidad de cambio. Otros que permanecieron en el primer plano debieran ser conscientes de que ahora deben permanecer ocultos entre bambalinas. Y de que este destino, a fin de cuentas, resulta m¨¢s confortable que el de ser fusilado al amanecer a no mucho tardar, lo previsible a medio plazo. Pero la convalecencia del PP ser¨¢ tan larga como inevitable.
Ahora le toca jugar sus fichas al PSOE y cabe preguntarse, de cara al pr¨®ximo curso pol¨ªtico, si realmente le puede pasar lo contrario que al PP, pero con parecidas consecuencias contraproducentes para el ciudadano. Infravalorar la derrota propia es humano y suele como consecuencia no ser capaz de abandonarla. Pero sobrevalorar la victoria tiene tambi¨¦n consecuencias contraproducentes.
Viene al caso una prosaica y humilde cita del maestro Josep Pla. Contrastando la tarea con que se enfrentaba su generaci¨®n literaria con la anterior se le ocurri¨® el siguiente gastron¨®mico paralelismo: "Antes compar¨¢bamos un sofrito de cebolla con las estrellas; ahora comparamos las estrellas con un sofrito de cebolla". La nueva generaci¨®n deb¨ªa ser sencilla, escueta,pegada a la realidad, sobria y efectiva. Tengo la sensaci¨®n que el mandato de los espa?oles a los socialistas va por ah¨ª. Que no nos hablen de grandes proyectos para cambiar el mundo.Probablemente se les vot¨® para que cambiaran el clima pol¨ªtico,reformaran la Constituci¨®n en materia de organizaci¨®n territorial del Estado, elevaran algo el nivel de calidad de nuestra democracia e introdujeran algunos cambios en la pol¨ªtica social. No parece mucho ni tampoco para mucho tiempo. Decididamente estamos m¨¢s bien en el tiempo del sofrito de cebolla y no de las estrellas. Ha sido toda una sorpresa que lo en apariencia m¨¢s dificil -la distensi¨®n ambiental- haya llegado lo primero. M¨¢s del 40% de los vascos cree que al problema all¨ª planteado se puede llegar mediante un acuerdo entre el PNV y el PSOE. Esto que parec¨ªa -parece todav¨ªa a algunos- indeseable es una s¨®lida promesa para el futuro.
El PSOE cuenta tambi¨¦n con una ventaja que puede no saber aprovechar. Al final de su vida, el humorista brit¨¢nico Wodehouse se vanagloriaba de haber conseguido un p¨²blico especializado del que de modo inmediato, en un ejercicio de autocompasi¨®n, describ¨ªa como formado por inv¨¢lidos, convictos y ladrones de perros. El espectro del electorado del PSOE es mucho mas amplio, pero parecido en pluralidad. ?Cu¨¢ntos le han votado por la simple raz¨®n de desplazar al PP? El hecho es que fue gracias a un pu?ado de votos como conquist¨® su victoria. Y entre ellos estuvo un tipo humano del que Galbraith, en sus memorias, da una complida descripci¨®n. Refiri¨¦ndose a un compa?ero de claustro, de ¨¦l ofrec¨ªa el siguiente perfil: era "uno de esos hombres altamente civilizados a quienes el mundo les parece bien tal como es en l¨ªneas generales, pero que son inmensamente tolerantes con quienes creen que debe mejorarse". A este g¨¦nero de actitud se le puede tambi¨¦n denominar "centrista fluctuante" y forma parte actual del apoyo. Y tiene bien claro que lo que toca hoy es el sofrito de cebolla.
Claro est¨¢ que tambi¨¦n hay otros apoyos para el actual Gobierno. ?ste se encuentra en una situaci¨®n que para s¨ª hubieran deseado cualquiera de los precedentes. En parte por m¨¦ritos propios, pero fruto tambi¨¦n de la aritm¨¦tica pol¨ªtica, puede optar por distintos apoyos en el espectro parlamentario. Ese aislamiento que se ha convertido en signo distintivo del PP tras ¨ªmprobos esfuerzos no existe en el PSOE. Goza ¨¦ste del privilegio de la elecci¨®n de pareja y de la posible opci¨®n sucesiva. En su caso -s¨®lo en su caso- parece aconsejable el ejercicio de una promiscuidad galopante. Porque en Espa?a no se ha votado el tripartito y porque bajo la sonrisa de Zapatero se intuyen unas poderosas mand¨ªbulas capaces de deglutir a IU.
En estas circunstancias conviene que de cara a septiembre el PSOE haga desaparecer los dos signos m¨¢s evidentes de sobrevaloraci¨®n de la victoria que nos ha ofrecido en estos ¨²ltimos meses. Uno de ellos es el ejercicio de la biso?ez que ha dado lugar a algunas perlas memorables. Otro es la pr¨¢ctica del sectarismo. Recordar lo que hizo el PP es permisible, pero s¨®lo durante alg¨²n tiempo, aunque haya que modificarlo. Quedarse en ello puede llegar a ser insultante para un elector que bien lo sabe e impide elaborar con la dedicaci¨®n adecuada ese sofrito de cebolla imprescindible en las presentes circunstancias. De nuevo conviene traer a colaci¨®n al maestro Pla, a quien el anarquismo le produc¨ªa la sensaci¨®n de "de molestia f¨ªsica, de barullo desagradable, de llegar a la cama y encontrar que todav¨ªa no est¨¢ hecha". Algo parecido sentimos muchos espa?oles ante la crispaci¨®n y el sectarismo gratuitos.
?Vale lo escrito incluso para Aznar? Creo que s¨ª. Hubo un momento en que el l¨ªder laborista Clement Attlee impuso al intelectual por excelencia de su partido, Harold Laski, la siguiente severa sentencia: "La situaci¨®n presente exige un largo ejercicio del silencio por su parte". Una vez que Rajoy parece haber ejercido de Atllee, Aznar se ha convertido en min¨²scula an¨¦dota. El ¨²nico inter¨¦s que tiene -y es pura curiosidad- es si le conceder¨¢n un t¨ªtulo nobiliario, cu¨¢l ser¨¢ y cu¨¢ndo.
Frente a ello tiene mucho m¨¢s inter¨¦s c¨®mo abordar¨¢ el PSOE cuestiones como la elevaci¨®n de nivel de la pol¨ªtica espa?ola. No es buena noticia que la primera reforma se refiera a la financiaci¨®n de los partidos.Tampoco que pueda modificarse el modo de actuaci¨®n o la composici¨®n del Consejo del Poder Judicial por en¨¦sima vez. Ya han hecho bastante los dos partidos m¨¢s importantes para convertirlo en c¨¢mara pol¨ªtica.Tampoco mueve al entusiasmo que se nos diga que el programa socialista exige 12 a?os de tiempo en el poder. A ver si se nos estropea el sofrito de cebolla...
Javier Tusell es historiador.
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