Recuerdos de la luminosa era Motown
El sello de Detroit re¨²ne en el CD 'Motown 1's' 24 de sus n¨²meros uno. De Smokey Robinson a Stevie Wonder, las Supremes y los Temptations, con Marvin Gaye como m¨¢xima figura.
Es una de las escasas discogr¨¢ficas que han bautizado un estilo musical: "Ese disco de George Michael suena muy motown", "aquel tema de Prince tiene un bajo tipo motown". Tambi¨¦n es un paradigma, un modelo industrial a imitar: "Emilio Estefan quiere hacer una Motown latina, Bad Boy Records aspira a ser la Motown del hip-hop".
Cuarenta y cinco a?os despu¨¦s de su fundaci¨®n, se mantiene fresco el mito de Motown (o Tamla Motown, como suele ser denominada en Europa, al anteponer el nombre de uno de sus sellos). Se permite chuler¨ªas como equipararse con los Beatles y Elvis: al estilo de las millonarias colecciones de n¨²meros uno de ambos artistas, acaba de sacar un recopilatorio, Motown 1's (Universal). Un CD que, pese a sumar 24 temas triunfales, no agota la veta: se quedan fuera docenas de n¨²meros uno firmados por Stevie Wonder, Lionel Richie, los Jackson 5, Rick James, los Four Tops o Diana Ross. S¨®lo en 1970 llevaban la marca Motown 7 de los 21 discos que llegaron a lo alto de las listas estadounidenses, sin contar los que coronaron la clasificaci¨®n de m¨²sica negra.
Una parte m¨ªnima del impresionante medallero de una compa?¨ªa que vendi¨® por el mundo "el sonido de la joven Am¨¦rica", alias el "sonido Detroit". Si Motown era el apodo de Detroit (Motor town = ciudad del motor), su modelo productivo derivaba las cadenas de montaje de la industria de la automoci¨®n.
Su fundador, Berry Gordy Jr., fue empleado en una factor¨ªa Ford y organiz¨® Motown como una suma de equipos especializados: compositores, m¨²sicos, productores, cantantes acicateados para competir entre s¨ª. El ¨¦xito de la compa?¨ªa estaba por encima de los ¨¦xitos particulares: diferentes artistas pod¨ªan grabar la misma canci¨®n y Gordy, al frente del departamento de control de calidad, decid¨ªa qu¨¦ versi¨®n ser¨ªa difundida.
Los discos cl¨¢sicos de Motown se hicieron entre 1963 y 1967. Urgente soul refinado que enloqueci¨® a los Beatles y a los Stones: ambos grupos versionearon sus joyas. Aparte de las gomosas voces negras, estaba la sinergia de ritmos comprimidos y saxos, punzadas de guitarra el¨¦ctrica m¨¢s cuerdas ocasionales, palmas y pandereta. El bajo de James Jamerson era el verdadero instrumento solista, todav¨ªa estudiado con pasmo por miles de m¨²sicos. Temas como Reach out, I'll be there, de los Four Tops [el primer disco de Motown editado en Espa?a] desaf¨ªan cualquier an¨¢lisis: es una erupci¨®n que parece existir en un mundo sonoro propio, un grito visceral para ofrecer ayuda a la persona amada.
Visiones m¨¢s cr¨ªticas de Motown prescinden de met¨¢foras automovil¨ªsticas y sugieren una plantaci¨®n, al viejo estilo sure?o, con Gordy como gran patriarca. De hecho, hasta sus hermanas se casaron con artistas de la compa?¨ªa; mantuvo p¨²blicas historias amorosas con fichajes como Diana Ross.
Su taca?er¨ªa para pagar a los creativos era contraproducente: Holland, Dozier y Holland, el team m¨¢s rentable de autores-productores, se march¨® en 1967 para montar su propia compa?¨ªa, Invictus. El himno de la compa?¨ªa ("somos todos para uno / y uno para todos") ten¨ªa sarcasmo.
Durante los sesenta, el cancionero de Motown evit¨® las referencias a la vida del gueto: conten¨ªa historias de amor y desamor que deb¨ªan ser entendidas por gente de cualquier color. Los cantantes eran educados por core¨®grafos y expertos en etiqueta, se les moldeaba como atracciones de club nocturno: pod¨ªan alimentar fantas¨ªas juveniles, pero, idealmente, tambi¨¦n ten¨ªan que entretener a los padres de sus fans. Muy tard¨ªamente se reflejaron las turbulencias de los a?os de Nixon. Los Tempations, de manos de Norman Whitfield, adoptaron un sonido psicod¨¦lico y facturaron temas sociales como Runaway child, running wild (1969), Ball of confusion (1970) o Papa was a Rollin' Stone (1972). S¨®lo en 1970 se lanz¨® una canci¨®n antib¨¦lica -War, de Edwin Starr-, que obedec¨ªa al desproporcionado peso de los afroamericanos en las bajas de Vietnam.
Muchos de esos discos debieron vencer la oposici¨®n de Gordy. Se negaba a que su cu?ado, Marvin Gaye, publicara What's going on (1971), un dolorido estado-de-la-naci¨®n que se convertir¨ªa en obra clave del pop del siglo XX.
Gaye tuvo que amenazar con no grabar una nota m¨¢s, la misma t¨¢ctica usada por Stevie Wonder, cuando cumpli¨® los 21 a?os, para lograr autoproducirse y controlar su arte: los LP del Stevie emancipado estar¨ªan entre los m¨¢s vendidos e influyentes del cat¨¢logo Motown.
Gordy provoc¨® tambi¨¦n el desmembramiento del colectivo humano que hizo posible Motown y la consiguiente crisis de identidad. A partir de 1969, fue trasladando sus operaciones a Los ?ngeles. Bastaba con comparar el clima de ambas ciudades, pero hab¨ªa m¨¢s: Detroit, herida por los disturbios raciales, empezaba a ser una urbe antip¨¢tica, tanto por el declive econ¨®mico como por el aumento de la violencia, territorio para las novelas negras de Elmore Leonard m¨¢s que para presumir de capitalismo afroamericano. Adem¨¢s, el siguiente objetivo de Gordy era el cine.
Diana Ross brill¨® en Lady sings the blues (1972), su retrato de Billie Holiday, pero su carrera cinematogr¨¢fica no prosper¨®. Y muchos se regocijaron: si ya era insoportable, ?qu¨¦ ocurrir¨ªa si se transformaba en diva de Hollywood? El gran desastre fue que Motown se diluy¨®: ya no era la compa?¨ªa de Detroit, sino otra compa?¨ªa californiana m¨¢s. Sigui¨® cosechando discos de platino, pero, como muestra el final del recopilatorio, eran canciones que pod¨ªan haber sido lanzadas por cualquier otra marca. Gordy reconoc¨ªa que ya no sacaban m¨²sica vital y vendi¨® la empresa en 1988, por 66 millones de d¨®lares, cantidad que ahora se nos antoja muy rid¨ªcula.
Y es que Motown consigue ¨¦xitos ocasionalmente, pero vive de las rentas. Su archivo se ha demostrado una mina de oro, gracias a las reediciones en CD, sin olvidar su constante reciclaje en pel¨ªculas y spots publicitarios. Motown vende: se han publicado docenas de libros sobre aquellos a?os fenomenales. Hasta sus modestos estudios, bautizados como Hitsville, USA, son ahora uno de los pocos atractivos tur¨ªsticos de Detroit.
Bastantes de sus solistas y grupos siguen en activo, aunque es frecuente -caso de los Four Tops, que ahora celebran su medio siglo de vida- que ya no cuenten con ning¨²n miembro original. M¨¢s estimulante es la recuperaci¨®n de sus prodigiosos m¨²sicos. Un reciente documental, Standing in the shadows of Motown, enfatiza la aportaci¨®n de aquellos instrumentistas de jazz que pasaron buena parte de los sesenta en el llamado Pozo de las Serpientes, el s¨®tano en West Grand Boulevard, donde se elaboraron m¨¢s ¨¦xitos que en cualquier otro estudio. Cada uno cobraba 10 d¨®lares por canci¨®n terminada, y gracias: debido a su eficiencia laboral, sol¨ªan rematar m¨¢s de tres temas por sesi¨®n, que era lo m¨¢ximo permitido por el sindicato. No se hicieron ricos, pero la pel¨ªcula ha vuelto el foco sobre ellos. Varios est¨¢n tocando, bajo el nombre de The Funk Brothers, con mucho humor: "Si no llega a ser por los cubanos de Buenavista, nadie se acordar¨ªa de estos viejos".
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