Elektra, a toda tensi¨®n
No hubo ni un segundo de respiro, de relajaci¨®n, en la versi¨®n en concierto de Elektra en San Sebasti¨¢n. Bien es verdad que de la primera colaboraci¨®n del compositor Richard Strauss con el libretista Hugo von Hofmannsthal sali¨® una ¨®pera un poco salvaje en su dramatismo brutal alimentado por los ecos de la tragedia cl¨¢sica de S¨®focles. Pero por si no estaba suficientemente claro, el director de orquesta ruso Semyon Bychkov, al frente de la Orquesta Sinf¨®nica de la Radio de Colonia, agudiz¨® las tensiones al l¨ªmite ofreciendo una lectura poderosa, vibrante, en el l¨ªmite de lo asfixiante, que encandil¨® al p¨²blico donostiarra.
Bychkov ven¨ªa directamente de Salzburgo, donde ha estado durante todo el mes de agosto al frente de la Filarm¨®nica de Viena en El caballero de la rosa, otra ¨®pera de Strauss aparentemente en las ant¨ªpodas de Elektra, pero m¨¢s complementaria de lo que parece a primera vista. El caso es que Bychkov ha saltado de una a otra como si tal cosa y de ello se ha beneficiado la concepci¨®n unitaria en su acercamiento al compositor alem¨¢n. Sus ideas funcionan, no obstante, de una forma m¨¢s coherente cuando se aplican a un universo dram¨¢tico de rituales y venganzas que cuando se deslizan por la nostalgia de un tiempo que se va, es decir, que es m¨¢s compartible su lectura de Elektra. El frenes¨ª que despleg¨® en San Sebastian fue vertiginoso y los resultados fueron de una gran brillantez, desde luego, dejando al espectador conmocionado, casi sin aliento, incluso asustado. Es una manera efectiva de defender esta ¨®pera, pero no la ¨²nica. Y quiz¨¢s se podr¨ªa esperar del director, contando con una orquesta compacta e imponente como ten¨ªa y con unas voces tan solventes, unas cotas algo m¨¢s elevadas de efusividad l¨ªrica, una atenci¨®n mayor a los conflictos humanos de los personajes. La espectacularidad lo domina todo. ?Es suficiente? Tengo mis dudas, pero al plante¨¢rselas a uno de esos aficionados admirables que recorren medio mundo para captar unos instantes de belleza me contest¨® que ante un p¨²blico que responde con el entusiasmo colectivo con el que reaccion¨® anteayer el del Auditorio Kursaal de San Sebastian no hay argumento que valga. Pues bien, lo asumo.
El reparto vocal era de campanillas. Estas distribuciones de fuste justifican en ocasiones las limitaciones teatrales que lleva consigo una versi¨®n de concierto. Deborah Polaski imprimi¨® una enorme fuerza al personaje que da t¨ªtulo a la obra, Anne Schwanewilms dio la r¨¦plica desde una dulzura un tanto perversa con el personaje de Chrysothemis y Reinhild Runkel sorprendi¨® con su presencia tr¨¢gica y su buen estado de forma como Klitemnestra. En magn¨ªficas facultades asimismo despleg¨® su talento el bar¨ªtono de color Alfred Walker como Orestes y, en fin, el veterano Siegfried Jerusalem fue mucho m¨¢s que una evocaci¨®n c¨¢lida como Egisto. La Orquesta Sinf¨®nica de la Radio de Colonia, WDR, estuvo espl¨¦ndida, especialmente en su trabajo de conjunto. Es un ejemplo representativo del admirable trabajo que hacen las orquestas vinculadas a la radio en Alemania. Tiene una sonoridad de gran personalidad a la par que un pulcro sentido de la precisi¨®n. En resumen, fue una gran noche de ¨®pera aunque con algunas reservas, por supuesto muy particulares.
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