Juego de encajes
Empezamos un nuevo curso pol¨ªtico con los temas de siempre, multiplicados por los a?os que hace que hablamos de ellos. El resultado es de una complejidad que no invita en exceso al optimismo. Me refiero a las tortuosas relaciones entre territorio, pol¨ªtica e instituciones. Si empezamos por lo importante, tenemos pendiente decidir cu¨¢l es el peso de los municipios y sus diversas combinaciones territoriales en las pol¨ªticas que m¨¢s significaci¨®n tienen en el bienestar y la cohesi¨®n social de los catalanes. Educaci¨®n, sanidad, servicios sociales son temas cruciales en la vida de las personas, y cada d¨ªa existe un mayor consenso entre especialistas y t¨¦cnicos que sin aproximar la capacidad de decisi¨®n al lugar espec¨ªfico donde ocurren cosas, ser¨¢ muy dif¨ªcil avanzar en la mejora real de esas pol¨ªticas. Los de educaci¨®n estrenan lics, personas especializadas en lengua, interculturalidad y cohesi¨®n social que han de contribuir a que las escuelas puedan ejercer mejor su innegable labor de inclusi¨®n, pero, ?pueden desarrollar su labor dependiendo s¨®lo de Via Augusta (sede del departamento)? ?No deber¨ªan conectar e interactuar con la labor de los municipios al respecto? La llamada "ley de barrios" debe desplegarse en el territorio, y ello exige asimismo la compleja labor de articular consejer¨ªas y municipios para conseguir la ambiciosa y necesaria integralidad en la transformaci¨®n de esos barrios que el mismo pre¨¢mbulo de la ley postulaba. Todo ello es importante, pero estamos tanbi¨¦n pendientes de cu¨¢les ser¨¢n las delimitaciones territoriales e institucionales que permitan superar el micromunicipalismo catal¨¢n para articular mejor los servicios y, al mismo tiempo, respetar la voluntad de ser de cada municipio por peque?o que este sea.
Las primeras escaramuzas entre diputaciones y Gobierno de la Generalitat sobre el futuro del mapa institucional catal¨¢n se?alan que no ser¨¢ posible abordar la necesaria reforma del espacio provincial y local con el ¨²nico par¨¢metro de la eficiencia como vara de medir. Las diputaciones representan un poder s¨®lido que ha tejido una red de conexiones y servicios con los municipios ante la cual es mejor pens¨¢rselo dos veces antes que seguir con la facilidad con que un l¨¢piz se mueve por encima de cualquier mapa. Probablemente cuatro provincias son pocas, y m¨¢s de 50 comarcas son demasiadas para seg¨²n qu¨¦ cosas. Pero si bien sumar tres nuevas provincias puede ser ¨²til a efecto de equilibrio territorial, no creo que acabe resolviendo el problema del espacio supramunicipal con la subsiguiente descentralizaci¨®n de pol¨ªticas y prestaci¨®n de servicios, cada vez m¨¢s necesaria.
La pr¨®xima convocatoria-invitaci¨®n (matiz Matas) para avanzar en la creaci¨®n de una eurorregi¨®n en el arco mediterr¨¢neo nos indica que conviene no dejarse atar por fronteras ni viejos prejuicios cuando se trata de ejercer influencia, facilitar flujos, gestionar redes y dise?ar estrategias conjuntas. Es este el nuevo lenguaje de la governance, m¨¢s ¨²til para los nuevos tiempos que la ret¨®rica del gobierno y sus competencias, fronteras, soberan¨ªas y jerarqu¨ªas. La coexistencia de las dos l¨®gicas es clave para entender la foma de operar en Europa. Mientras la Comisi¨®n lanza el llamado "libro blanco de la governanza" con propuestas innovadoras sobre c¨®mo entender y ejercer las labores pol¨ªticas de gobierno en el siglo XXI, los estados siguen con su libro de siempre en el que por mucho que la realidad les diga que la pol¨ªtica tradicional cada d¨ªa cuenta menos en gobernar la vida econ¨®mica y social, ellos se sienten seguros con sus banderas, sus jerarqu¨ªas, sus fronteras y sus embajadores. La mal llamada Constituci¨®n europea se ha convertido en un mejunje extra?o en el que sobresale la voluntad de los estados para tan s¨®lo aceptar los cambios m¨ªnimos que les permitan seguir representando su papel. La propuesta de la eurorregi¨®n se sit¨²a en otro terreno, mezclando niveles de gobierno, cruzando fronteras y situando la perspectiva de trabajo conjunta en otra dimensi¨®n. El problema es que esa nueva l¨®gica deber¨¢ coexistir con las fuertes resistencias de quienes se sienten desplazados fuera de la comodidad estatal cl¨¢sica.
No muy distinto es el escenario en el que deber¨ªamos situar el debate sobre el nuevo Estatut y la reforma del estado de las autonom¨ªas. Una de las formas de presentar lo que Catalu?a plantea ser¨ªa su voluntad de ejercer de verdad governance en su espacio, desplegando sus alas en Europa y el mundo, aunque sea a costa de respetar la formalidad que marca la vieja pol¨ªtica, y aceptar ritualmente el velo jer¨¢rquico que la tradici¨®n estatal exige. El problema es que estos 25 a?os nos han hecho adultos y conocemos bien los l¨ªmites de nuestros vecinos. Lo que parece que ocurre es que les estamos dando una nueva (?¨²ltima?) oportunidad para que podamos sentirnos un poco m¨¢s c¨®modos en el espacio com¨²n.
Y al final deberemos decir algo tambi¨¦n sobre ese timorato proyecto de Europa llamado pomposamente constituci¨®n. Y me temo que no podemos decir muchas cosas buenas a poco que uno lea con atenci¨®n lo que el texto propone y sepa algo del largo y costoso proceso de construcci¨®n europea. Precisamente ese es el mayor argumento de los que apuntan a votar s¨ª. Nos recuerdan que lo importante no es tener m¨¢s o menos entusiasmo hacia el nuevo texto, sino persistir en la tenacidad europe¨ªsta y en el europtimismo testarudo. Falta ver si logran convencer a aquellos que pensamos que precisamente si defiendes una Europa m¨¢s potente, m¨¢s respetuosa con la pluralidad y las diferencias, m¨¢s capaz de presentar al mundo formas distintas de ejercer poder y de mejorar la convivencia y la cohesi¨®n social, quiz¨¢s ha llegado la hora de mandar un mensaje a la dirigencia que repasen sus deberes y traten de hacerlo mejor.
Empezamos, en definitiva, un nuevo curso pol¨ªtico con viejos temas y nuevos escenarios. Se nos complica la cosa y deberemos ser capaces de aprovechar la ocasi¨®n, no para que todo encaje y seamos finalmente felices, sino para que alguna cosa encaje un poco mejor y seamos un poco menos infelices. De ilusi¨®n tambi¨¦n se vive, y m¨¢s cuando empieza el curso y todos nos proponemos tantas nuevas cosas y acabar viejos temas pendientes.
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