Cangas se vuelca con su h¨¦roe
Multitudinario homenaje al medallista ol¨ªmpico David Cal
El monumento que preside la peque?a plaza frente al Ayuntamiento de Cangas de Morrazo (Pontevedra) es una balsa de piedra con tres marineros deslom¨¢ndose a golpe de remo. Cualquier s¨ªmbolo de Cangas tendr¨ªa forzosamente que vincularse al mar, ese territorio por el que lleg¨® hace siglos el terror de las hordas turcas, la frontera l¨ªquida que franquearon cientos de vecinos del pueblo para perseguir merluzas por todos los oc¨¦anos del planeta. Y del mar de Cangas, del espejo apacible de la r¨ªa de Ald¨¢n, sali¨® tambi¨¦n el chico musculoso, sencillo y reservado que ayer apareci¨® junto al monumento a los remeros con dos medallas ol¨ªmpicas pendiendo sobre su pecho. "Me alegro de representar a Cangas en todo el mundo", clam¨® desde el balc¨®n del Ayuntamiento el pirag¨¹ista David Cal, agasajado por miles de vecinos que le recibieron con una gran fiesta entre acordes de gaiteiros y estruendo de cohetes.
El sonido de las gaitas hab¨ªa empezado en pleno vest¨ªbulo del aeropuerto de Vigo, donde una extra?a muchedumbre que enarbolaba pancartas y remos lo invadi¨® todo y caus¨® el retraso en la salida de dos vuelos con el alboroto organizado para recibir al primer espa?ol que consigue dos medallas individuales en unos Juegos Ol¨ªmpicos. A David, el atleta herm¨¦tico, el campe¨®n impasible que ni siquiera dijo sentirse emocionado cuando le impusieron en Atenas sus dos medallas, le asom¨® entonces un leve brillo en la mirada. "Me tem¨ªa algo as¨ª, pero no esperaba tanto. Ahora s¨ª que me he emocionado bastante", confes¨® el chico de 21 a?os que muchos cre¨ªan esculpido en hielo. Y ah¨ª se acabaron las concesiones a la sentimentalidad de David y sus familiares. Pese al esfuerzo de los fot¨®grafos, nadie logr¨® que el pirag¨¹ista, sus padres y sus dos hermanas se desbordasen ante la curiosidad p¨²blica para compartir una alegr¨ªa que hasta ayer hab¨ªan vivido por separado. A su madre, Mar¨ªa Jos¨¦ Figueroa, la panadera de la parroquia de H¨ªo, ni siquiera le asom¨® una lagrimita cuando su ni?o se abri¨® paso entre la multitud para acceder al Ayuntamiento de Cangas mientras sonaba el himno gallego y las se?oras se com¨ªan a besos a David grit¨¢ndole: "?Eres nuestro orgullo!".
Una pancarta colgada de los muros de la casa consistorial presum¨ªa de Cangas como "ciudad ol¨ªmpica", y el gent¨ªo entonaba una canci¨®n popular, Cangas, pueblo de fama, un pueblo que siempre ha encarnado el arrojo marinero y que ayer tambi¨¦n agasajaba a otros dos pirag¨¹is-tas, Teresa Portela y Carlos P¨¦rez Rial, criados como David en el Club de Mar de Ald¨¢n y que compitieron en Atenas con menos suerte que su compa?ero. Por un momento, pareci¨® como si David Cal se decidiera a pronunciar un discurso desde el balc¨®n del Ayuntamiento, pero se fren¨® muy pronto. "?Es que estoy muy nervioso!", se excus¨® ante la muchedumbre. Y lo arregl¨® todo con un simple agradecimiento.
Para los deportistas se hab¨ªan dispuesto tres coches antiguos descapotables con los que recorrieron las calles del pueblo y prolongaron su paseo por los cinco kil¨®metros que separan el centro de Cangas del puerto de Ald¨¢n, donde tiene las instalaciones el club al que han pertenecido desde ni?os. Los chavales que hasta ayer ve¨ªan a David como uno m¨¢s de los pirag¨¹istas de Ald¨¢n lo asediaron sin desmayo en busca de aut¨®grafos. "Alguno ya hab¨ªa firmado antes, pero tantos, tantos...", sonre¨ªa David. "Campe¨®n, no cambies", reclamaba una pancarta. "Tampoco creo que me vaya a cambiar la vida", aseguraba ¨¦l. "Seguro que en unos d¨ªas se calmar¨¢ todo".
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