Art Spiegelman exorciza sus traumas del 11-S en un c¨®mic cr¨ªtico con Bush
El autor de 'Maus' regresa a la narraci¨®n en vi?etas y publica 'Sin la sombra de las Torres'
El 11 de septiembre de 2001, Art Spiegelman, vecino del Bajo Manhattan, decidi¨® regresar al lenguaje de los c¨®mics tras una d¨¦cada concentrado en la ilustraci¨®n y el dise?o. La visi¨®n del horror y la observaci¨®n de las consecuencias de los atentados le llevaron a realizar Sin la sombra de las Torres, un conjunto de 10 planchas de alto voltaje tragic¨®mico, un canto de amor a Nueva York y un grito de indignaci¨®n ante la pol¨ªtica seguida desde entonces por Estados Unidos. "Le da tanto miedo Al Qaeda como su propio Gobierno", escribe en una de las p¨¢ginas. El ¨¢lbum (editado por Norma en castellano y en catal¨¢n) se public¨® el pasado 27 de agosto en todo el mundo.
"Desgraciadamente, mi musa debe ser bastante grotesca", ironiza Spiegelman (Estocolmo, 1948) en una reciente entrevista en The New York Times. Autor de Maus, una novela gr¨¢fica sobre la historia de sus padres, supervivientes de los campos nazis, con la que gan¨® un Premio Pulitzer en 1992 y que supuso un punto y aparte en el lenguaje del c¨®mic, en Sin la sombra de las Torres Spiegelman ha vuelto a autorrepresentarse en un hombre que lleva una vida normal con su mujer y sus hijos y que, de un d¨ªa para otro, presencia unos hechos que le hacen tomar conciencia de lo ef¨ªmero de la existencia.
"Antes del 11-S, los traumas que ten¨ªa eran m¨¢s o menos autoinfligidos, pero superar la nube t¨®xica que minutos antes hab¨ªa sido la torre norte del World Trade Center me dej¨® balance¨¢ndome en la delgada l¨ªnea en la que la historia universal confluye con la historia personal; la intersecci¨®n de la que mis padres, supervivientes de Auschwitz, me hab¨ªan alertado cuando me ense?aron a estar siempre listo para escapar", escribe en la introducci¨®n del libro. Y, m¨¢s adelante, en el momento en que se da cuenta de que est¨¢ m¨¢s arraigado en su ciudad de lo que hab¨ªa pensado en tanto que t¨®pico ciudadano del mundo, afirma: "Ahora entiendo por qu¨¦ algunos jud¨ªos se quedaron en Berl¨ªn despu¨¦s de la noche de los cristales rotos".
Spiegelman se muestra muy cr¨ªtico con la ola de patriotismo que recorri¨® su pa¨ªs tras los atentados. As¨ª, escribe que la invasi¨®n de banderas en el espacio p¨²blico le record¨® "los ajos que se pon¨ªan en las puertas para ahuyentar a los vampiros". En una vi?eta se muestra a s¨ª mismo escondi¨¦ndose bajo las barras y las estrellas y pensando: "Deber¨ªa sentirme m¨¢s a salvo aqu¨ª debajo pero... joder, no veo nada".
El tono grotesco de la descripci¨®n de la paranoia colectiva, el exorcismo de los fantasmas del 11-S por la v¨ªa de la exageraci¨®n y el humor se amarga cuando habla de un pa¨ªs dividido y del Gobierno de Bush -"el Gobierno que no eleg¨ª"- y de su decisi¨®n de ir a la guerra en Irak. Spiegelman reprocha en el pr¨®logo que ning¨²n gran medio de comunicaci¨®n estadounidense quiso publicar las planchas en su momento, ni The New Yorker, revista para la que hab¨ªa trabajado con regularidad a lo largo de los a?os noventa. Las planchas de Sin la sombra de las Torres se fueron publicando primero en el diario alem¨¢n Die Zeit y, en Estados Unidos, aparecieron en la revista de temas jud¨ªos Forward.
Sin la sombra de las Torres contiene un amplio espectro de estilos y referencias y cada plancha est¨¢ compuesta a modo de collage. Spiegelman se ha basado en las primeras historietas aparecidas en la prensa de EE UU.
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