La m¨¢quina de ganar elecciones
Karl Rove, principal asesor pol¨ªtico de Bush, dirige el equipo que ha tejido una amplia red de apoyos al presidente por todo EE UU
El equipo de campa?a para la reelecci¨®n del presidente George W. Bush es un ej¨¦rcito disciplinado que no deja nada al azar y dispone de todos los medios necesarios para hacer funcionar una impresionante maquinaria. En el centro de ese equipo est¨¢n el cerebro pol¨ªtico de Bush, Karl Rove, que concentra todo el poder del aparato en sus manos y que procura evitar las apariciones y declaraciones p¨²blicas, y el vicepresidente, Dick Cheney, que maneja los hilos del Gobierno. A su lado trabajan asesores y estrategas que tienen en sus manos la misi¨®n de evitar que el presidente siga el camino de su padre en 1992 y pierda las elecciones.
Por lo pronto, este equipo ya ha logrado evitar algo que le cost¨® a Bush padre las elecciones: el partido est¨¢ unido. Las bases religiosas m¨¢s conservadoras est¨¢n movilizadas y los moderados e independientes, como Rudy Giuliani, John McCain y Arnold Schwarzenegger, han demostrado en esta convenci¨®n que cierran filas sin vacilar y que cumplen su papel de ampliar el alcance del candidato y ayudarle a suavizar su mensaje y su imagen.
"Hay cosas de las que me culpan o que me atribuyen con las que no tengo nada que ver"
Una reelecci¨®n se plantea como un refer¨¦ndum: los electores deben decidir si renuevan o no su confianza en el presidente, y el presidente utiliza todo el poder que est¨¢ a su alcance -que es mucho- para lograrlo. En el caso de Bush, la estrategia est¨¢ clara: situada la seguridad como factor prioritario en el electorado, se trata de demostrar que est¨¢ mejor preparado que su adversario para garantizarla. Por ahora, la mayor¨ªa cree que Bush re¨²ne m¨¢s condiciones que Kerry para ello, a pesar de que m¨¢s del mitad del pa¨ªs piensa que las cosas no van por buen camino.
En este perspectiva y con la campa?a electoral m¨¢s agresiva de los ¨²ltimos 30 a?os, los republicanos han formado un n¨²cleo duro de campa?a que controla todo, empezando por la convenci¨®n: los discursos normales no pueden durar m¨¢s de 90 segundos y nadie -congresistas y senadores, l¨ªderes locales, figuras sociales- puede hacer otra cosa que no sea alabar al presidente y pedir cuatro a?os m¨¢s para ¨¦l. Los delegados tienen normas estrictas de comportamiento en desayunos y actos pol¨ªticos y sobre lo que deben hacer declaraciones a los medios. No hay una sola nota de discordia.
Y si la hubiera, su autor caer¨ªa fulminado por el dedo de Karl Rove, de 54 a?os, que conoci¨® a Bush en 1980, durante la campa?a electoral de su padre, y que jug¨® un papel fundamental al lanzar al presidente a la pol¨ªtica como gobernador de Tejas en 1994. Rove, que mantiene una comunicaci¨®n diaria continua con Bush desde las seis de la ma?ana hasta la noche, limita extraordinariamente sus declaraciones p¨²blicas. En una conversaci¨®n telef¨®nica reciente con The New York Times, asegur¨® que lo que se dice sobre su poder "es uno de los grandes mitos de Washington; hay muchas cosas de las que me culpan o que me atribuyen con las que no tengo nada que ver".
Desde hace un a?o, Rove organiza al n¨²cleo duro en la sede de la campa?a, en Arlington -cerca de la Casa Blanca, pero al otro lado del r¨ªo Potomac-, y, los fines de semana, en lo que llama el Club del Desayuno. En su propia casa y con un men¨² en el que la estrella es un revuelto de huevos y bacon que ¨¦l mismo cocina, Rove re¨²ne entre otros -seg¨²n el recuento de The New York Times- a Dan Bartlett, director de Comunicaci¨®n de la Casa Blanca; Ed Gillespie, presidente del Partido; Ken Mehlman, jefe de la campa?a de reelecci¨®n; Matthew Dowd y Mark McKinnon, especialistas en campa?as electorales y medios; Karen Hu-ghes, ex asesora de Bush y llamada con urgencia para reforzar al equipo, y Mary Matalin, asesora de Bush padre y de Cheney.
Rove es el hombre clave que construye la nueva red republicana en todo el pa¨ªs. ?l ha garantizado que para el 2 de noviembre, en la fecha de las elecciones, haya un mill¨®n de voluntarios trabajando en la campa?a y una potente organizaci¨®n local en cada uno de los 29.000 distritos electorales de los 17 Estados en los que se van a decidir las elecciones. Rove est¨¢ convencido -como lo estaba Howard Dean el a?o pasado- de que la divisi¨®n del pa¨ªs deja poco margen a los independientes y que lo que hay que hacer es movilizar a las bases, registrar a todos los posibles votantes, ganar el apoyo de todos los conservadores. La joya de su corona es la Coalici¨®n Cristiana; por eso el presidente ha endurecido su mensaje sobre las bodas entre homosexuales y la investigaci¨®n con c¨¦lulas madre. Rove cree que el Partido Republicano conseguir¨¢ cuatro millones m¨¢s de votos del electorado religioso de los que obtuvo en las elecciones del a?o 2000.
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