Aplicarse el cuento

Hoy por hoy, todo apunta a que el tan tra¨ªdo a colaci¨®n "comit¨¦ de sabios" es m¨¢s de pega que otra cosa. Efectivamente, otra televisi¨®n no es s¨®lo posible, sino necesaria; como lema publicitario, como punto de partida no est¨¢ mal, pero en la pr¨¢ctica las actuaciones parecen seguir otro camino. Me refiero a la supresi¨®n del programa Negro sobre blanco, que, en un clima de "galopante deflaci¨®n de cerebros" -la cita es de Lled¨®-, tantos ratos agradables nos ha deparado a los que s¨®lo perseguimos el "gran hermano" de Orwell.

Puede gustar o no S¨¢nchez Drag¨®, pero resulta innegable que pocas personas habr¨¢ en Espa?a con sus andanzas vitales y culturales, con sus lecturas a cuestas, consu capacidad discursiva. Teniendo siempre en cuenta que la mejor cr¨ªtica es la que se realiza desde la libertad de juicio y no desde la voluntad de ofensa -aunque de vez en cuando esto suponga dar tirones de orejas a la editorial donde uno mismo publica o incluso a los amigos-, durante a?os Negro sobre blanco se hab¨ªa perfilado como un programa de pensadores libres para pensadores libres.

As¨ª pues, el ¨²ltimo (o pen¨²ltimo) basti¨®n intelectual de nuestra tele queda derribado -?desaparecer¨¢ tambi¨¦n Qu¨¦ grande es el cine?-, y es dif¨ªcil no pensar que las manifestaciones pol¨ªticas de aquel que magistralmente lo conduc¨ªa hayan influido sobre quienes tanto criticaron el uso partidista de los medios de comunicaci¨®n.