Rentable continuaci¨®n

Hace poco m¨¢s de un a?o, una modesta pel¨ªcula de terror japonesa, La maldici¨®n, hecha sobre la exitosa estela de la fruct¨ªfera The ring (no en vano el productor es el mismo en ambas, Taka Ichise), provoc¨® tan sustanciales ganancias que s¨®lo seis meses despu¨¦s de su estreno ya estaba en marcha su secuela, ¨¦sta que ahora se estrena entre nosotros. Y como ocurr¨ªa tambi¨¦n con The ring, su ¨¦xito ha sido tan clamoroso que en este momento se est¨¢ gestando ya la versi¨®n americana del asunto: no negar¨¢ el lector que celeridad no es lo que falta en toda la operaci¨®n.

?Puede esperarse alg¨²n elemento de novedad en una secuela rodada con tanta precipitaci¨®n? La respuesta es negativa, claro est¨¢: de lo que se trata, y aqu¨ª con un desparpajo que se parece mucho a la tomadura de pelo, es de repetir los aciertos de la primera versi¨®n, de forma que ya tenemos aqu¨ª otra vez al p¨¢lido ni?o muerto que se aparece cuando menos se lo espera (v¨¦ase la primera secuencia del filme), a la mujer de los largos cabellos que repta por las paredes, a las aisladas, propicias v¨ªctimas de las andanzas de ambos literalmente paralizadas por el miedo.

Lo que puede hacer de La maldici¨®n 2 una pel¨ªcula de ¨¦xito, pues, estaba ya en la primera versi¨®n, y c¨®mo: baste con decir que hay situaciones literalmente calcadas de aqu¨¦lla. Enganchar¨¢ sin duda a los amantes del g¨¦nero porque su modestia de producci¨®n corre pareja, como ocurr¨ªa con la primera parte, con la potencia de sus mecanismos de creaci¨®n de horror. Pero desconcertar¨¢ a quien tenga algo de memoria y se pregunte por qu¨¦ los guionistas son tan incapaces de imaginar alguna situaci¨®n verdaderamente nueva para esta desmayada, rutinaria funci¨®n.