Ese fantasma
Ten¨ªa raz¨®n Joseba Egibar: la soberan¨ªa no se reclama, sino que se ejerce. Le falt¨® a?adir, sin embargo, que no la ejerce quien quiere, sino quien puede, es decir, quien la tiene, de donde podr¨ªa concluir que quien no puede ejercerla es que carece de ella; dicho en otras palabras, que donde no hay no hay. Naturalmente, las palabras de Egibar fueron entendidas por algunos comentaristas como una declaraci¨®n de intenciones, en el sentido de que con ellas se estar¨ªa propugnando una pol¨ªtica de hechos consumados, y no es de extra?ar que se interpretaran de esa forma si tenemos en cuenta que eso es algo m¨¢s que una tentaci¨®n entre los nacionalistas estos ¨²ltimos a?os. Lizarra fue pol¨ªtica de hechos consumados, pero su vuelo se estrell¨® all¨ª donde se estrellan siempre las palabras de Egibar: en la realidad, amigos m¨ªos. La experiencia podr¨ªa haberles deparado alguna ense?anza, pero, enredados como est¨¢n en el lenguaje, son incapaces de comprender que la casa del Ser no es forzosamente una casa hecha de f¨¢bulas. Tambi¨¦n eso es cuesti¨®n de soberan¨ªa, y otra prueba m¨¢s de que donde no hay, no hay.
M¨¢s que una pol¨ªtica de hechos consumados, la de los nacionalistas lo es de dichos sin consumaci¨®n. El lenguaje configura la realidad, de acuerdo, pero es un lenguaje est¨¦ril aquel que se cruza siempre con otra cosa que le dice ciao y que resulta ser la realidad. Seg¨²n Humpty Dumpty, es el que manda quien dicta el significado de las palabras, de donde se puede inferir tambi¨¦n que all¨ª donde se lucha por los significados se est¨¢ dando una lucha por el poder. Es en lo que estamos. Cuando la repetici¨®n consigue imponer sus criterios, no hay duda de qui¨¦n es el que manda, pues el poder de la repetici¨®n reside no en las palabras que se repiten, sino en lo que est¨¢ por encima de ellas: en el poder sobre la vida y la muerte, en definitiva. Es lo que ETA siempre ha sabido comprender. Es lo que igualmente han sabido comprender quienes se han enfrentado a ella. La lucha contra ETA es tambi¨¦n una lucha por los significados, por la posibilidad de que ¨¦stos puedan configurarse en un campo en litigio, fuera del poder sobre la vida y la muerte. Resulta congruente que cuando los nacionalistas quisieron imponer sus significados -y eso fue su pol¨ªtica de hechos consumados- se aliaran con ETA.
Los nacionalistas han constituido un mundo virtual que toma forma en la f¨¢bula, pero que, naturalmente, intenta desprenderse de ella. Esa f¨¢bula pretende ser la realidad, y hay que decirles que no, que s¨®lo es una f¨¢bula. En la fuerza del "no" reside la capacidad de quitarle poder a la repetici¨®n. Pues la repetici¨®n es el procedimiento para dar paso a una pol¨ªtica de hechos consumados. Desde hace m¨¢s de veinticinco a?os, los nacionalistas act¨²an y hablan como si Euskadi fuera un pa¨ªs independiente. No lo es en la realidad, pero esa es una contingencia que no afecta a lo esencial. Lo esencial se extiende a trav¨¦s de los siglos, y se manifiesta a trav¨¦s de una realidad negada. Lo que la niega lo hace siempre en nombre de la ocupaci¨®n. Se trata de una f¨¢bula peligros¨ªsima, pero constituye el n¨²cleo de la doctrina nacionalista, y el plan Ibarretxe no tiene otro objetivo que ponerlo de manifiesto: la realidad se manifestar¨¢ una vez m¨¢s -aunque sea al 51%-, pero ser¨¢ negada por la ocupaci¨®n. Algunos, como siempre, recoger¨¢n el guante.
Hace unos d¨ªas, dos guipuzcoanos consegu¨ªan una medalla de oro en los Juegos Ol¨ªmpicos, y ETB daba al parecer la noticia proclamando que Euskadi hab¨ªa conseguido un oro. Lo que no exist¨ªa en los hechos, se enunciaba como real: Euskadi como pa¨ªs participante en las olimpiadas. Esto, que no pasa de ser una an¨¦cdota grotesca -al menos, para algunos gustos-, es indicativo, no obstante, del modo de operar de los nacionalistas. Hicieron lo mismo con la Constituci¨®n, con la entrada en la OTAN, y lo har¨¢n seguramente con la Constituci¨®n europea, cuando Euskadi ni fue, ni ser¨¢, convocada para ninguna de esas tomas de decisi¨®n: lo fueron y lo ser¨¢n los ciudadanos espa?oles. Pero el juego del lenguaje -de hecho, la farsa- consiste en hacer ver, a base de repetirlo, que s¨ª lo fue, y actuar interesada, e irresponsablemente, en consecuencia.
Al igual que la Euskal Herria fantasm¨¢tica del siglo V a. de C. que aparece en los libros de texto, existe hoy una fantasmal Euskadi soberana que se ve negada por lo que considera que no es ella misma. Cabr¨ªa preguntarse si todo el reguero de sangre y dolor de estos ¨²ltimos a?os no es la obra mayor de ese fantasma.
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