David Smith, dibujante

La espl¨¦ndida muestra de esculturas de David Smith que pudo verse en el IVAM (y en el MNCARS), bajo el comisariado de Carmen Jim¨¦nez, en 1996, merec¨ªa una continuaci¨®n como la que representa esta exposici¨®n de su vertiente dibuj¨ªstica, comparable a la que el MOMA le dedic¨® en 1979. De hecho, y trat¨¢ndose del artista m¨¢s expl¨ªcitamente influido por el trabajo en hierro de Julio Gonz¨¢lez, nada m¨¢s oportuno que sea el IVAM el centro en que tenga lugar. Hablamos de m¨¢s de cien dibujos acompa?ados de cinco medallas en bronce y media docena de esculturas. Y lo primero que deber¨ªamos advertir es lo poco que ayuda el subt¨ªtulo -Entre Eros y Thanatos- propuesto por el comisario, Alain Kirili, en orden a orientar al espectador en su recorrido. En realidad, los dibujos de Smith no se desplegaron fundamentalmente en ese ¨¢mbito de extremos existenciales. Si en los desnudos (tanto en los tempranos de los a?os veinte o treinta, como en los de los sesenta) se evoca efectivamente el erotismo, o mejor la sensualidad, ello sucede con una naturalidad exenta de todo ¨¦nfasis. Y cuando lo que invoca es la muerte, como en sus im¨¢genes de la ¨¦poca de la guerra (las Medallas al Deshonor, la Muerte por bacteria o Muerte por gas, o incluso el Bombardeo de poblaciones civiles, con esos ni?os como acunados entre bombas), no es al principio de thanatos al que se refiere, sino, cosa muy distinta, a la indignidad de los pol¨ªticos y los diplom¨¢ticos causantes de la destrucci¨®n.

En cualquier caso, esto no es ¨®bice para apreciar el sentido y la brillantez de su trayectoria como dibujante. En ella (e incluyendo sus tard¨ªos y enigm¨¢ticos esmaltes en aerosol) no s¨®lo se hacen evidentes sus nexos con la escultura sino que se deja vislumbrar la manera en que se esforzaba en conjugar las instancias de la expresi¨®n individual y la construcci¨®n t¨¦cnica, la voz subjetiva y la responsabilidad humana, la experiencia de la naturaleza y la escritura (o mejor, la caligraf¨ªa como dibujo de la escritura).