Mike Leigh deslumbra con una oscura joya sobre el aborto
'Ovunque sei', del italiano Michele Placido, recibida con abucheos
Hay pel¨ªculas de apariencia simple que permanecen prendidas en la memoria para madurar y crecer con el tiempo, y siguen rezumando significado horas despu¨¦s de la palabra end. Vera Drake, de Mike Leigh, es una de esas pel¨ªculas. Una peque?a joya oscura, un drama amargo que se endulza con el recuerdo. La obra de Leigh pertenece a un universo cinematogr¨¢fico inmensamente lejano al de Ovunque sei (Donde est¨¦s), el otro filme presentado ayer a concurso en la Mostra de Venecia: un disparate del italiano Michele Placido que provoc¨® abucheos y carcajadas sarc¨¢sticas.
Mike Leigh es un excelente artesano y un cineasta reconocido. Topsy-Turvy (1999) obtuvo dos oscars y Secretos y mentiras (1996) fue premiada con la Palma de Oro en Cannes. Sus argumentos suelen girar en torno a la familia y en esta ocasi¨®n quer¨ªa hablar del aborto. Decidi¨®, para ello, trasladarse al Londres de 1950 y entrar en un hogar obrero y feliz; todo lo feliz que se pod¨ªa ser en la pobreza y en lo m¨¢s l¨®brego de la posguerra inglesa, el periodo oscuro que se abri¨® con el ¨²ltimo bombardeo alem¨¢n y se cerr¨® con la coronaci¨®n de Isabel II. Vera Drake, la madre, limpia a domicilio y es la m¨¢s servicial de las vecinas; su marido es mec¨¢nico, el hijo mayor es ayudante de sastrer¨ªa, la hija prueba bombillas en una factor¨ªa. Vera Drake, adem¨¢s, practica abortos clandestinos a quien no puede pagarse la v¨ªa legal, reservada a las clases pudientes. No lo hace por dinero. S¨®lo quiere ayudar.
Basta este punto de partida para intuir que Vera Drake no resulta una pieza de consumo f¨¢cil. Se trata de una historia invernal, encerrada en ambientes claustrof¨®bicos y fotografiada en colores mates, interpretada con una sencillez y una profundidad dram¨¢tica que encogen el est¨®mago y oprimen el coraz¨®n.
El tema, el aborto, no se aborda desde el punto de vista de la mujer embarazada, sino de la abortista. El terrible dilema moral se observa de forma oblicua y distante, como reflejado en un espejo. Y obliga a pensar. Vera Drake no es una pel¨ªcula para ver antes de acostarse.
Dicho esto, conviene insistir en que la desolaci¨®n que transmite el relato no es gratuita: germina en esperanza. Los personajes, sobre todo el de Vera, espl¨¦ndidamente interpretado por Imelda Staunton, una gran dama del teatro brit¨¢nico, permanecen vivos cuando aparecen los t¨ªtulos de cr¨¦dito y se encienden las luces de la sala. Uno se va a casa con Vera Drake en la cabeza. E impregnado de decencia obrera, la ¨²nica descubierta hasta la fecha.
Ovunque sei, la otra obra presentada ayer en la Mostra dentro de concurso, es otra cosa. Digamos que se trata de un error. Cuesta creer que un actor tan veterano como Michele Placido, ya curtido en las tareas de direcci¨®n y autor en el pasado de pel¨ªculas meritorias, haya perpetrado un filme tan err¨¢tico como ¨¦ste. No vale la pena desvelar el argumento, que gira en torno a la sensaci¨®n de la muerte. Llegado a un punto, muy cercano al comienzo, da ya igual si los personajes est¨¢n vivos o muertos, si se enamoran o se van de vacaciones. La proyecci¨®n de Ovunque sei en el Lido veneciano estuvo pespunteada de silbidos, abucheos y risotadas, y culmin¨® en jocoso esc¨¢ndalo con la escena final, un desnudo de Stefano Accorsi y Violante Placido tan necesario como un abanico en Alaska.
Babelia
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