Schr?der, cuesta abajo
Al canciller federal alem¨¢n, Gerhard Schr?der, y a su Partido Socialdem¨®crata (SPD) les ha correspondido la ingrata e ingente tarea de sanear e intentar poner en orden los sistemas de seguridad social en una Alemania que vive desde hace tres a?os con una econom¨ªa estancada: crecimiento casi nulo, una media de 4,5 millones de parados y un d¨¦ficit p¨²blico que supera el 3% del producto interior bruto (PIB), lo que ha convertido al antiguo alumno modelo en el chico malo de la clase.
Este trabajo resulta especialmente dif¨ªcil para una socialdemocracia que en sus 140 a?os de historia mantuvo como ideas centrales la defensa de la justicia social y la solidaridad dentro de un modelo de econom¨ªa social de mercado, el llamado capitalismo renano. Este modelo entra en crisis sobre todo cuando Alemania asume la pesada, aunque grata, carga de la reunificaci¨®n e integra a 17 millones de alemanes que hab¨ªan sufrido durante m¨¢s de 40 a?os la dictadura prusiano-estalinista. Con 4,5 millones de parados, que no cotizan a la seguridad social y viven a su costa; una bomba demogr¨¢fica latente, con jubilados a los 60 a?os que viven hasta los 80, y la amenaza de una situaci¨®n con tantos pensionistas como cotizantes y el peso de la regeneraci¨®n de la econom¨ªa de los nuevos Estados federados del Este, no pod¨ªa diferirse por m¨¢s tiempo el tajo a las prestaciones sociales.
Demasiado para Schr?der. Al menos as¨ª se desprende de la sucesi¨®n de batacazos electorales -el ¨²ltimo en el Sarre, este domingo- que ha sufrido desde que en septiembre de 2002 gan¨® las elecciones generales por la m¨ªnima y que son la expresi¨®n de un profundo malestar social. De un lado aparece una incipiente amenaza extremista, izquierdista en el Este y ultraderechista en el Oeste, y del otro, las capitales de la antigua RDA se convierten en escenario de una ins¨®lita protesta social contra Schr?der y su Gobierno por la reforma del seguro de paro y del mercado laboral. Seg¨²n los sondeos, son mayor¨ªa los alemanes que creen en la necesidad de los recortes, pero muy pocos los dispuestos a pagar las consecuencias. Por eso el SPD de Schr?der marcha cuesta abajo en un v¨ªa crucis electoral que podr¨ªa concluir en la primavera de 2005 con las elecciones legislativas en Renania del Norte-Westfalia, el Estado m¨¢s poblado de Alemania, con 18 millones de habitantes y hasta ahora reserva electoral de la socialdemocracia.
A Schr?der y el SPD s¨®lo les queda esperar que las reformas surtan los efectos que prometeny se produzca en Alemania lo antes posible una recuperaci¨®n de la econom¨ªa y un descenso palpable de las cifras de paro. De lo contrario, el desastre para la socialdemocracia alemana tendr¨¢ dimensiones hist¨®ricas.
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