Zapatero con Rajoy
El inter¨¦s de Rajoy en ser recibido por Zapatero se deb¨ªa, seg¨²n explic¨® el mes pasado, a su inquietud ante las reformas del modelo auton¨®mico impulsadas por el actual Gobierno. Era previsible y probablemente premeditado que a la salida dijera lo que dijo: que sal¨ªa m¨¢s preocupado que hab¨ªa entrado. (Acebes, secretario general adjunto, hab¨ªa dicho lo mismo poco antes). Sin embargo, eso no deber¨ªa ser tomado como prueba de la inutilidad de este tipo de encuentros.
La de ayer es la segunda entrevista Zapatero-Rajoy desde la llegada del primero a La Moncloa. Algo que deber¨ªa considerarse normal, pero que no lo fue en la anterior legislatura. Parece incre¨ªble, pero en marzo de 2002, en plena ofensiva de ETA contra los socialistas vascos, Aznar ni siquiera contest¨® a la petici¨®n de entrevista de Zapatero para hablar de terrorismo. Como entonces, ahora tambi¨¦n hay motivos para que el presidente y el l¨ªder de la oposici¨®n hablen del que probablemente ser¨¢ asunto pol¨ªtico central de la legislatura. Porque es innegable que ha habido tomas de posici¨®n contradictorias sobre las reformas constitucionales y auton¨®micas, y porque el ¨¦xito de las mismas depende en buena medida de que exista un consenso entre el PP y el PSOE sobre su alcance.
No es cierto que el Gobierno carezca de criterios sobre las reformas previstas. El Ejecutivo ha descartado otras reformas constitucionales que las cuatro anunciadas (Senado, sucesi¨®n a la Corona, nombres de las comunidades, Constituci¨®n europea) y marcado los l¨ªmites y procedimientos de las reformas de los estatutos de autonom¨ªa: en el marco de la Constituci¨®n y con amplio consenso. Y ha insistido en que el criterio no es tanto modificar el techo competencial como mejorar el funcionamiento del sistema auton¨®mico, corrigiendo lo que ha resultado poco funcional, o que ha quedado superado por la realidad.
Sin embargo, en las filas socialistas han aparecido propuestas que pueden abrir debates sin fin (la enumeraci¨®n de nacionalidades y regiones) o que cuestionan la l¨®gica hasta ahora aceptada para fijar los criterios de financiaci¨®n; e incluso globos sonda como el de reconocer derecho de veto a algunas comunidades que como m¨ªnimo requieren aclaraci¨®n. Es l¨®gico, por tanto, que el presidente exponga directamente al jefe de la oposici¨®n sus criterios sobre tales asuntos, teniendo en cuenta lo que est¨¢ en juego y que algunas de las reformas previstas requerir¨¢n el acuerdo de PP y PSOE; y en alg¨²n caso, como el plan Ibarretxe, de una respuesta conjunta en el Parlamento.
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