El silencio de Zapatero
En su investidura, Rodr¨ªguez Zapatero dio luz verde al debate sobre reformas institucionales. Una novedad ligada seguramente al relevo generacional que simboliza el actual presidente, aunque favorecida tambi¨¦n por la necesidad de pactos que completaran su mayor¨ªa. El debate se ha iniciado sin las rupturas dram¨¢ticas pronosticadas por algunos, aunque con tensiones que parecen afectar m¨¢s al propio PSOE que a la sociedad.
El PP ha oscilado entre la aparente receptividad de dirigentes como Piqu¨¦ y la descalificaci¨®n sumar¨ªsima. Los l¨ªderes regionales de la derecha prefieren la discreci¨®n. Los nacionalistas perif¨¦ricos est¨¢n donde se les supone: unos atascados en el plan Ibarretxe; otros tratando de poner el list¨®n muy alto para poder decir, pase lo que pase, que queda mucho por recorrer. Es en el PSOE donde el debate se manifiesta con m¨¢s viveza. Al incesante protagonismo estival de Pasqual Maragall le han seguido las puntualizaciones de varios ministros y finalmente algunas destempladas reacciones de otros barones, con Rodr¨ªguez Ibarra a la cabeza.
Demasiadas veces se ha lamentado la falta de debate pol¨ªtico como para quejarse cuando ¨¦ste se produce. Naturalmente, el PP ha aprovechado para decir que el PSOE es un gallinero, que Zapatero no tiene proyecto y que es un reh¨¦n de los nacionalismos perif¨¦ricos. Para el PP es mucho m¨¢s f¨¢cil alarmarse que entrar en el debate, porque algunos de sus presidentes auton¨®micos esperan obtener ventajas. Tampoco aporta ninguna novedad que los nacionalismos perif¨¦ricos alimenten la sospecha de que, a la hora de la verdad, PP y PSOE remar¨¢n en el mismo barco.
Lo que s¨ª sorprende es el silencio de Zapatero. El presidente lo justifica diciendo que no quiere frenar ni condicionar el debate; como el gran timonel Mao, que dej¨® que mil flores florecieran para decir despu¨¦s las que hab¨ªa que cortar. Pero Zapatero es el presidente del Gobierno y quien ha impulsado las reformas. Su responsabilidad es grande. Le corresponde marcar los criterios. Es cierto que en su discurso de investidura limit¨® a cuatro puntos las reformas constitucionales y fij¨® el procedimiento y el marco de las reformas de los estatutos, pero algunas de las intervenciones que salen de sus propias filas rebasan este marco. Su silencio puede generar la confusi¨®n de que quien calla otorga. Ha llegado el momento de pasar del talante a la concreci¨®n. De lo contrario, si cunde la idea de que todo cabe, se puede encontrar con que el list¨®n est¨¢ ya a una altura imposible. A este debate lo que menos le conviene es confusi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.