Trump, Musk y el algoritmo NRx
Quienes no quieran ser c¨®mplices culpables de la hegemon¨ªa que buscan los oligarcas tecnol¨®gicos deben marcharse de X
El triunfo arrollador de Donald Trump nos interpela a todos los dem¨®cratas. Especialmente porque lo ha hecho mediante una poderosa alianza contra el liberalismo que hace razonable la democracia. Recordemos que el prop¨®sito de las ideas liberales fue moderar la mayor¨ªa y evitar que fuese irresistible y absoluta. Un contrapeso de autoridad que deb¨ªa balancear el impacto del poder de la mayor¨ªa si admitimos, como hace el populismo, que ella sola justifica las decisiones que se fundan en la fuerza desnuda del mayor n¨²mero.
Despu¨¦s del desenlace democr¨¢tico del 5 de noviembre, ?qu¨¦ hacer para contrarrestar el auge definitivo del populismo? Esta es la pregunta que deber¨ªamos responder sin olvidar que sus defensores son dem¨®cratas radicales. No les molesta la democracia, sino la desconfianza liberal ante ella cuando se declina sin adjetivos. Por ello, piensan que las reglas liberales son las que hacen fallida la democracia. La quieren imponiendo la sencillez del orden inapelable que surge de esgrimir la mayor¨ªa. Y, de paso, que los liderazgos en los que se apoya se perpet¨²en al combatir lo que la debilita: la posibilidad de revertirla al favorecer la alternancia mediante la acci¨®n cr¨ªtica de quienes disienten de aquella.
El principal problema que trae la victoria de Trump es que coloca al populismo en el coraz¨®n sist¨¦mico de la democracia global y con el respaldo de un complejo industrial-tecnol¨®gico que utilizar¨¢ toda su potencia algor¨ªtmica para difundir su evangelio antipol¨ªtico por todo el mundo. Eso significa que ya no sirven los diagn¨®sticos y hay que pasar a la acci¨®n.
Trump ha ganado por muchas razones. Pero la principal est¨¢ en que se ha apoyado en un populismo 5.0 que ha perfeccionado la potencia de fuego del ecosistema de desinformaci¨®n que ensay¨® con MAGA a partir de 2016. Desde entonces ha robustecido la nebulosa sist¨¦mica de cuentas y canales de redes sociales que agrup¨® bajo su liderazgo y que han hecho del odio antipol¨ªtico un entretenimiento de masas digital. Un negocio basado en una subcultura adicta a conspiraciones y bulos que hacen de la agitaci¨®n una fuente h¨ªbrida de beneficios econ¨®micos y electorales. Algo que durante la pasada campa?a presidencial escal¨® mediante el empleo de la IA generativa como propagadora masiva de contenidos deep fake contra Kamala Harris. ?C¨®mo evitar ahora que no convierta la democracia desde la Casa Blanca en una deep fake tan rentable como manipulable para sus intereses y los de aquellos que apostaron por ¨¦l desde ese complejo industrial-tecnol¨®gico al que me refer¨ªa y que cobra forma de manera cada vez m¨¢s n¨ªtida?
Para responder la pregunta hay que tener en cuenta que el populismo que lo respalda se nutre del poderoso imaginario subversivo de los laboratorios NRx. Que es el acr¨®nimo empleado por sus promotores y sobre los que habl¨® Sergio Fanjul en el suplemento Ideas el pasado 24 de noviembre. Conviene insistir al respecto porque la antigua Twitter, ahora X, es el canal de propagaci¨®n de sus contenidos. Lo hace con un algoritmo que los visibiliza en forma de sesgo sist¨¦mico. Es lo que aqu¨ª denomino el algoritmo NRx y sobre el que habl¨¦ en El liberalismo herido (Arpa, 2021). En sus p¨¢ginas analic¨¦ tambi¨¦n la Ilustraci¨®n oscura que, pensada por Nick Land y Mencius Moldburg, da soporte a los NRx con una confusa mezcla de libertarismo tecnol¨®gico post-Ayn Rand y supremacismo new age y paleoconservador. Un peligroso c¨®ctel que emplea el esoterismo de la Revoluci¨®n Conservadora alemana que nutri¨® el nazismo, as¨ª como la invocaci¨®n de un aceleracionismo de silicio que ve en la innovaci¨®n por la innovaci¨®n la salvaci¨®n transhumanista que resolver¨¢ los retos cancelatorios que pesan sobre el futuro del planeta. Ofreciendo, entre otras soluciones, Marte como la nueva frontera.
Este delirio futurista rayano con la ciencia-ficci¨®n hace de la ideolog¨ªa NRx un fen¨®meno pol¨ªtico gamificado extraordinariamente viral que tiene a Elon Musk como su Mes¨ªas. No en balde, SpaceX, X, Neuralink, Tesla o Boring configuran un multibranding corporativo que busca la hegemon¨ªa en el ecosistema digital norteamericano. Recordemos que Musk pretende no solo conquistar el espacio para llegar a Marte, sino liderar la movilidad aut¨®noma sin emisiones y, de paso, controlar el conocimiento geot¨¦cnico de las materias primas cr¨ªticas y los nuevos materiales que pueden llegar a superar las limitaciones energ¨¦ticas y de refrigeraci¨®n asociadas a los problemas cal¨®ricos que produce el incremento de la capacidad de computaci¨®n. A todo ello hay que a?adir la apuesta que hace Musk desde hace a?os por encabezar la investigaci¨®n neurotecnol¨®gica que impulsa con el fin de colocarse a la vanguardia de la experimentaci¨®n en IA fuerte, que es la que puede conducirnos m¨¢s r¨¢pidamente hacia el objetivo so?ado por los transhumanistas de una superinteligencia. En fin, un suma y sigue de poder que encarna a la perfecci¨®n el complejo industrial-tecnol¨®gico que forja el capitalismo cognitivo en Estados Unidos desde hace una d¨¦cada y que ahora recibir¨¢ el impulso definitivo con Trump. Quiz¨¢, con el objetivo de ganarle a China el pulso que libran en el estrecho de Taiw¨¢n por la hegemon¨ªa planetaria si Washington logra que el gigante asi¨¢tico caiga en la famosa trampa de Tuc¨ªdides.
De ah¨ª que no sea tan extra?o que Musk dijera durante la pasada campa?a presidencial que es la ¡°MAGA oscura¡± que respalda a Trump. Un gui?o deliberado a la Ilustraci¨®n, tambi¨¦n oscura, que, como explicaba Fanjul, quiere reemplazar la democracia liberal por una oligarqu¨ªa tecnol¨®gica que promueva una revoluci¨®n digital sin l¨ªmites ¨¦ticos. Para lograrlo, dicen sus seguidores, es necesario que Estados Unidos sea gobernado por un consejero delegado que haga suya la audacia militar de un d¨¦spota ilustrado como Federico el Grande de Prusia. Una tesis que parece alucinante, pero en la que cree el vicepresidente electo, JD Vance. Seguidor de Mencius Moldburg, es lector entusiasta de Bronze Age Mindset: un best seller en internet que escribi¨® BAP, pseud¨®nimo de uno de los autores NRx m¨¢s seguidos a trav¨¦s de sus Caribbean Rhythms.
Sin embargo, el poder de la democracia no pasar¨¢ a manos de un consejero delegado si el pueblo no lo quiere tambi¨¦n. Algo que solo podr¨¢ suceder si la Ilustraci¨®n oscura derrota antes a la Ilustraci¨®n cl¨¢sica. Aquella que Kant defin¨ªa como la salida del hombre de su minor¨ªa de edad. Y aqu¨ª es donde X y el algoritmo que sustenta la circulaci¨®n de sus contenidos es fundamental. Sobre todo, porque trabaja para que la polarizaci¨®n dogm¨¢tica y el gregarismo devuelvan a la mayor¨ªa de la sociedad al deseo de querer vivir bajo la autoridad de una oligarqu¨ªa que decida por ella. Un fen¨®meno que impulsa la destrucci¨®n de los fundamentos morales de la raz¨®n comunicativa al socavar diariamente el legado ilustrado que define a la democracia liberal al soportar esta impunemente los golpes que la vulneran con el ruido, la intolerancia, el odio y el dogmatismo que circulan sin restricciones ¨¦ticas por X. De este modo, se destruye la idea de ciudadan¨ªa y se impide que la mayor¨ªa se sirva de su entendimiento racional sin la gu¨ªa de otros. Un asalto reaccionario a la raz¨®n que convierte a X en una herramienta de destrucci¨®n masiva de la democracia liberal que solo puede detenerse si se modera el algoritmo NRx reduciendo los datos que lo alimentan. Esto solo puede conseguirse si quienes todav¨ªa est¨¢n no quieren ser c¨®mplices culpables de la hegemon¨ªa que busca Musk y hacen suya la apelaci¨®n a la raz¨®n pr¨¢ctica kantiana que apuesta por no volver a abrazar culpablemente la minor¨ªa de edad. O lo que es lo mismo: abandonando X sin mirar atr¨¢s.
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