Por el escepticismo a la sombra
"Detesta los ropajes muy manidos / y se excita, a menudo, con el riesgo / que nace de la claridad". Son versos del poema Mujer fatal con que Alberto Tes¨¢n (Santa Perp¨¨tua de Mogola, Barcelona, 1971) abre su segundo libro. Esa declaraci¨®n de principios, que descansa sobre la apelaci¨®n juanramoniana a la desnudez, sirve a una poes¨ªa muy alejada de la est¨¦tica del moguere?o. M¨¢s que el camino de la pureza, Tes¨¢n busca, con la claridad, el camino de la sombra. M¨¢s que la desnudez que va hacia la esencia y hacia cierta metaf¨ªsica, el despojamiento, casi la sequedad, que conduce a las zonas m¨¢s turbias (y m¨¢s contradictorias) de la condici¨®n humana. Esa opci¨®n de lenguaje se sustenta en el coloquialismo, en un lenguaje directo y sin florituras pero cargado de la emoci¨®n que a veces producen el desamor y el desencanto, en una visi¨®n del mundo descre¨ªda y, a la vez, implicada: "El mundo est¨¢ mal hecho, pero nuestra mirada / se pierde en la espesura hiriente de este bosque".
PIEDRAS EN EL AGUA
Alberto Tes¨¢n
Pre-Textos. Valencia, 2004
48 p¨¢ginas. 9 euros
Tras la po¨¦tica inicial, Tes¨¢n
aborda una sucesi¨®n de poemas que conducen, casi siempre, al espacio de la memoria infantil ("Regresar a la infancia para ver d¨®nde erramos"), a la proyecci¨®n de esa memoria en el hijo, en el amigo, en la dualidad amor/muerte, en el amor sometido al desgaste y al tedio. Anuncian una segunda parte que es una indagaci¨®n emocionada, dura, en la frustraci¨®n, en el contraste que, casi siempre, se produce entre lo imaginado y lo real (se trata de un solo y largo poema, Fuera de juego, en el que "narra" la muerte, a causa de una lesi¨®n, de los sue?os de gloria de un futbolista adolescente). Juega el papel de n¨²cleo, de almendra del libro, de extra?o astro que proyecta sobre el conjunto del poemario el tinte de la decepci¨®n y del escepticismo, sin¨®nimos, para el poeta, de la madurez, del descubrimiento real del mundo. ?ste nos viene a decir que si la felicidad existi¨® o estuvo en alg¨²n lugar, fue una conquista ef¨ªmera, enterrada por las convenciones de nuestra sociedad: el amor previsible, la hipoteca, el adosado, las sevicias de un trabajo no elegido, la violencia dom¨¦stica que asoma a los peri¨®dicos del poema Domingo, el asesinato de Ojo por ojo. Estamos ante una est¨¦tica del fracaso, ante una institucionalizaci¨®n ¨ªntima de la desesperanza. "El sopor castrante del amor", "ganas de acabar", "sumido en un trabajo lamentable", "Todo est¨¢ en venta en este para¨ªso", "esta muerte peque?a que me acecha / en cada verso", son algunas de las muchas muestras que en Piedras en el agua dan cuenta de esa visi¨®n negativa del mundo.
La sombra del Raymond Carver poeta y del Bukowski m¨¢s comedido que lleg¨® a escribir "estoy triste / como / un / ¨¢ngel muerto" no son ajenos a la mirada de Tes¨¢n. S¨®lo en ocasiones, de manera muy especial en el poema que da t¨ªtulo al libro (y lo cierra), la poes¨ªa se nos aparece como b¨¢lsamo de la soledad, como ¨²nico refugio frente a los "ojos cansados que no entienden / por qu¨¦ se hunden las piedras en el agua". Poes¨ªa realista e intensa que nada tiene de superficial.
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