La doble vida de la Malva-rosa
El barrio de Valencia despega cerca del paseo mar¨ªtimo, mientras conserva en las calles interiores guetos de marginalidad
![Ignacio Zafra](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F4d89325c-7f93-4b69-b7eb-b1b3b272c02d.jpg?auth=eb0419eecf558bcf53cd5f7086dca9762dfd83c9619fba0f80a50674db2f041f&width=100&height=100&smart=true)
La Malva-rosa es un barrio con una doble vida. La primera crece junto al paseo mar¨ªtimo, con los bares y restaurantes de la playa, sus miles de ba?istas, las casas rehabilitadas y de nueva planta en primera l¨ªnea del mar, cuyos precios pueden superar los 360.000 euros y cuentan con la protecci¨®n de empresas de seguridad.
La segunda resiste en las calles interiores del barrio, con negocios min¨²sculos, jubilados de astilleros y otros signos de su tradici¨®n obrera, inmigrantes que acaban de llegar y bares que no han cambiado en 20 a?os. Y esconde tambi¨¦n, encajonadas en cuatro calles, las casitas rosas, unos bloques que son la imagen misma de la marginalidad, con toxic¨®manos, ni?os desnudos, y familias de payos y gitanos que pasan el d¨ªa a las puertas de sus casas, venden drogas duras y vigilan cada paso que dan los extra?os.
El PP s¨®lo fue el partido m¨¢s votado en las generales de 2000, por 121 votos
"Y no se nota la cercan¨ªa de la Universidad Polit¨¦cnica, que llega ahora por Tarongers y por la continuaci¨®n de la calle Serrer¨ªa hasta las puertas del barrio, porque todos los j¨®venes se van a vivir a Benimaclet, y ninguno a la Malva-rosa" dice don Julio que es como todos conocen al p¨¢rroco que desde hace nueve a?os dirige la iglesia de Vera, en el extremo norte del barrio.
La Malva-rosa es impermeable a las "costumbres" universitarias dice don Julio, a la actividad econ¨®mica que la instituci¨®n genera, y a los miles de ba?istas que durante el verano abarrotan la playa, que tiene servicios y la arena tan cuidada como cualquier n¨²cleo tur¨ªstico de la costa. "Pero es que nadie veranea aqu¨ª. Los ba?istas llegan, pasan el d¨ªa en la playa y luego vuelven al centro. No pisan el barrio, y el barrio no vive de cara al mar sino como dentro de s¨ª mismo".
Carlos S¨¢nchez, miembro de la nueva asociaci¨®n de vecinos y de C¨¢ritas opina: "Lo que pasa es que el paseo mar¨ªtimo es el centro, es Valencia. El barrio es otro mundo. Al paseo viene la gente los fines de semana a tomar el sol y a comer marisco. Pero nosotros del paseo no sacamos nada. M¨¢s bien al contrario porque ahora protestan cuando vamos a cenar con nuestras mesas y nuestros bocadillos a la playa como hac¨ªamos antes, en la ¨¦poca en que all¨ª s¨®lo hab¨ªa chiringuitos".
Y a pesar de que junto a la Malva-rosa hay cocheras de Ferrocarriles de la Generalitat Valenciana y de la EMT, ni el metro ni el tranv¨ªa llegan al barrio, y los vecinos tuvieron que "luchar a?os" para que las l¨ªneas 1 y 2 de autob¨²s lo recorrieran entero en vez de quedarse a su entrada.
Pepe L¨®pez, de la Asociaci¨®n de Amigos de la Malva-rosa, a?ade que no hay parques sino "parquecillos", y que los toboganes o est¨¢n rotos o son de hierro, un material que la alcaldesa "prohibi¨® hace dos a?os". Don Julio dice que no hay zonas verdes porque "el barrio entero es un aparcamiento de coches". Y la presidenta de la Asociaci¨®n de Vecinos, Mar¨ªa Dolores Crespo, critica, en fin, que las calles est¨¢n tan sucias que han aparecido pulgas.
Pero en la parte noble del barrio, todo eso no se nota. El efecto renovador que llega de la playa y de la construcci¨®n masiva de apartamentos en la Patacona se deja sentir hasta la calle de Cavite, donde las casas de dos plantas de los n¨²meros pares se revalorizan d¨ªa a d¨ªa, y lo mismo ocurre con los n¨²meros impares, enfrentados al mar.
En la propia Cavite han aparecido iniciativas peculiares, como los 2.000 metros cuadrados de instalaciones del Instituto Valenciano de Autodefensa (Ivad). Una empresa asociada al programa Emprendedores de la Uni¨®n Europea que da cursos de defensa personal a hombres y mujeres "sin antecedentes penales", y, a trav¨¦s de sindicatos y asociaciones policiales, tambi¨¦n a agentes que quieran aprender a "reducir a individuos agresivos sin violencia y sin causar lesiones".
Cerca del Ivad, justo al lado de la casa-museo de Blasco Ib¨¢?ez, est¨¢ el Pabell¨®n Malva-rosa, una vieja aspiraci¨®n del barrio que acab¨® en decepci¨®n porque es "demasiado peque?o como para que encima lo utilicen equipos", dice una vecina que se refiere, sobre todo, al equipo femenino de baloncesto Ros Casares, cuyas categor¨ªas alev¨ªn, infantil, cadete y junior entrenan en las instalaciones.
Enfrente del Pabell¨®n un cartel se?ala el lugar donde deb¨ªa construirse el nuevo centro de salud, aunque todos saben ya que no se levantar¨¢ all¨ª. La culpa, asegura la Asociaci¨®n de Amigos de la Malva-rosa, la tienen otros amigos, los de Blasco Ib¨¢?ez, que protestaron porque el ambulatorio tapar¨ªa la vista de la casa del escritor valenciano. Y los m¨¢s pesimistas opinan que al final lo edificaran en El Cabanyal, y que los vecinos tendr¨¢n que salir del barrio para ir al m¨¦dico.
La zona del paseo mar¨ªtimo es una realidad emergente, pero para muchos es sobre todo una oportunidad. Lo dec¨ªa hace poco Juan Carlos Gelabert, presidente de la Federaci¨®n de Hosteler¨ªa de Valencia: "Nos falta rentabilizar la playa. Antiguamente estaba Caballito de mar, la Floridita, hab¨ªa establecimientos emblem¨¢ticos, como Duna, y ahora nada. Para la ciudad ser¨ªa muy importante tener una zona de ocio all¨ª".
Y Mar¨ªa Jos¨¦, que trabaja en la oficina que Inmobiliarias Mediterr¨¢neo tiene en la Avenida de la Malva-rosa, est¨¢ convencida de que el negocio en el barrio va a despegar antes de final de a?o, porque "el espacio que hay entre el paseo mar¨ªtimo y la calle Isabel de Villena es un bocado muy bueno para los promotores, especialmente de cara a la Copa del Am¨¦rica".
En 1991 los vecinos se movilizaron para frenar el tr¨¢fico de droga. Hubo manifestaciones y cortes de tr¨¢fico durante semanas, y aquella lucha tuvo la virtud de llamar la atenci¨®n, aunque a veces fuera para mal. En parte porque junto a las iniciativas de desobediencia civil se vivieron escenas de pura brutalidad, como la persecuci¨®n y apaleamiento de algunos toxic¨®manos por parte de patrullas ciudadanas.
Todo eso en un barrio que algunos residentes definen como "popular", y que podr¨ªa llamarse de izquierdas. El Partido Popular, que gobierna Valencia desde 1991, s¨®lo consigui¨® ser el partido m¨¢s votado en la Malva-rosa en las elecciones generales de 2000, por 121 votos, en los comicios que dieron la mayor¨ªa absoluta al ex presidente del Gobierno Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. El pasado 14 de marzo, el PSPV obtuvo 3.799 votos, el PP 2.999 y L'Entesa 751.
Con el final de las movilizaciones contra la droga, la atenci¨®n se desplaz¨® del barrio, se demoli¨® uno de los bloques de las casitas rosas, principal centro de venta de hero¨ªna, y luego todo sigui¨® m¨¢s o menos igual.
Una continuidad que puede comprobarse en la farmacia de la Avenida de la Malva-rosa. A medio d¨ªa, a finales de agosto, un hombre de unos treinta a?os entra en la farmacia descamisado, con la mirada perdida y unos zapatos varias tallas mayores que la suya. Se apoya en el mostrador, donde la dependienta atiende a una pareja de pensionistas y dice: "Dame una". Sin hacer preguntas, la mujer saca una jeringuilla envuelta en una funda de pl¨¢stico, cobra 50 c¨¦ntimos, y luego explica: "Yo no s¨¦ c¨®mo era en los ochenta, pero ahora es as¨ª, 20 o 25 veces al d¨ªa".
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