"Los buenos toreros mueren en la plaza"
Siempre est¨¢ firmando o leyendo algo. No desiste del saludo cort¨¦s con la mano extendida y la exclamaci¨®n: "?Qu¨¦ hay, paisana!".
Pregunta. Vamos a por la quinta, don Manuel... Se salta usted todas las barreras de la l¨®gica pol¨ªtica y hasta las leyes de la naturaleza. Me temo que lo que le pasa es que le gusta la idea de morir con las botas puestas.
Respuesta. Yo estoy de acuerdo con la idea de que los buenos toreros mueren en la plaza. La verdad es que cuando uno llega a la pol¨ªtica con la vocaci¨®n que he llegado yo, no ha sido para ver si uno llegaba a ministro o pretender cualquier otro tipo de ambiciones, sino para ver si uno consigue dejar algo hecho, algo arreglado. Lo que nadie me puede discutir es que ahora se vive mejor y m¨¢s tiempo y que yo tengo muy buena cabeza.
"No es el momento de plantear en el interior de mi partido una lucha que alg¨²n d¨ªa ser¨¢ inevitable, porque una sucesi¨®n como la m¨ªa nunca ser¨¢ f¨¢cil"
"El perfil de mi sucesor ser¨¢ el de alguien que una el partido. En cuanto a nombres, los que considero apropiados los voy a poner sobre la mesa, pero s¨®lo eso"
P. O sea, que lo de que usted piensa morir con las botas puestas no es una especulaci¨®n sin fundamento.
R. Pero quienes lo dicen son los mismos que mantienen la peregrina teor¨ªa de que Galicia necesita un cambio. Yo pregunto: ?un cambio? ?Hacia d¨®nde? Mire... aqu¨ª la gente hace tiempo que vota lo que vota porque sabe que aqu¨ª se han hecho cosas importantes. Cambio, cambio, ?por qu¨¦? ?Para qu¨¦? ?sa es la cuestion... Yo s¨¦ que se dice eso tan f¨¢cil de que yo estoy agarrado al sill¨®n, aferrado al poder,cuando lo cierto es que mi poder es muy limitado; adem¨¢s, y esto es lo m¨¢s importante, s¨®lo lo puede dar el pueblo. Por tanto, ese argumento es un argumento necio que s¨®lo lo utilizan los que me desaf¨ªan diciendo: ?Queremos que se presente! ?Hay que demostrarle que lo machacamos! Ahora resulta que me presento y parece que mi presentaci¨®n les gusta menos. ?Je, je!
P. ?No le produce siquiera alguna repugnancia volver a faltar a su palabra de que no volver¨ªa a presentarse?
R. No, porque las circunstancias han cambiado radicalmente el mundo. Adem¨¢s, yo no he faltado a mi palabra, yo no adopt¨¦ ning¨²n compromiso formal. Lo que yo dije fue que llegar¨ªa un momento en el que probablemente habr¨ªa que dejarlo, cosa que es obvia, pero yo no soy de los que tiran la toalla. ?Es que hace unos a?os suced¨ªan cosas como la de la escuela rusa? ?Hab¨ªa un muro en Palestina? ?Exist¨ªa Bin Laden? Y, por supuesto, que muy distinta ser¨ªa la situaci¨®n si hubiera continuado el Gobierno anterior, que era un Gobierno comprometido con la situaci¨®n de Galicia, mientras que ahora, por ejemplo, la se?ora ministra de Fomento quiere desconocer compromisos de Estado firmados. En estas circunstancias, lo que yo entiendo es que lo que realmente ser¨ªa faltar a mi palabra y a mi compromiso ser¨ªa no ponerme a disposici¨®n de Galicia. ?Eso s¨ª que ser¨ªa faltar a mi compromiso y a mi palabra!
P. Yo no le veo por encima de las limitaciones de la condici¨®n humana, como pregonan sus aduladores, y me temo que cualquier d¨ªa estoupe (reviente) inaugurando algo.
R. ?Yo no he dicho que me vaya a seguir presentando indefinidamente! Pero que en este momento, dentro de un a?o, es mi obligaci¨®n moral, pol¨ªtica e incluso hist¨®rica (?pronunciando esta palabra con modestia!) el presentarme; no tengo la menor duda. Es claro que uno no se puede perpetuar en el poder, pero hay gente joven que muere mucho antes. Con arreglo a ese argumento,estar¨ªamos todos en un monasterio.
P. A m¨ª me parece bastante pat¨¦tica la situaci¨®n en la que realmente est¨¢ usted sentado en esa olla a presi¨®n que es la divisi¨®n interna de su partido...
R. Pues yo le digo que esa divisi¨®n interna no existe, pero si existiera alguien que quisiera intentarla, mi presencia es precisamente lo que la evitar¨ªa. Eso ya se est¨¢ viendo. Adem¨¢s ser¨ªa una irresponsabilidad inadmisible por mi parte que en estos momentos en los que el Gobierno est¨¢ sometido a presiones de grupos radicales, que ya han denunciado al alcalde de A Coru?a y a Rodr¨ªguez Ibarra, yo no estuviera donde estoy para evitar que se ponga en peligro la divisi¨®n de Espa?a.
P. Reconozca que su liderazgo carism¨¢tico hace muy dif¨ªcil,por no decir imposible, su sucesi¨®n.
R. ?Pues yo opino que mi liderazgo no hace imposible mi sucesi¨®n! Lo que es evidente es que habr¨¢ que hacerla en un momento o en otro. Pero lo que tambi¨¦n est¨¢ claro es que mi sucesi¨®n habr¨¢ que dejarla lo m¨¢s preparada posible y que no se produzca en un momento que no sea el apropiado. Y ¨¦ste, le aseguro que ser¨ªa un momento claramente inapropiado; ser¨ªa uno de los peores momentos para mi sucesi¨®n.
P. No se me ocurre por qu¨¦.
R. Est¨¢ claro que se frotar¨ªan las manos los contrarios, los que llevan derrotados tanto tiempo y que en este momento pues, efectivamente, en cuanto sali¨® mi nombre se han apresurado a utilizar argumentos pintorescos, que revelan que ellos se dan cuenta de que hay una probabilidad muy seria de que, cuando se produzcan las elecciones, no tendr¨¢n las ventajas que ellos calculaban tener.
P. Me imagino que es consciente de que usted act¨²a de tap¨®n de las ambiciones de muchos de dentro de su partido. Algunos, privadamente, claro, afirman que no hay democracia en el PP de Galicia y que...
R. ?Eso que dice usted que dicen es una falsedad! Nunca ha habido tantos ¨®rganos de participaci¨®n como ahora. Ya hay listas paralelas, y en Ferrol hubo un caso, ya, en el que no gan¨® la lista discrepante. En cuanto a lo del tap¨®n, ?yo tapo lo que tengo que tapar! ?Y si tengo que hacer de taparrabos, pues hago de taparrabos; pero le aseguro a usted que no tapo lo que no debo tapar. ?se es el papel de un l¨ªder pol¨ªtico.
P. Lo cierto es que hubo un tiempo en el que usted pens¨® seriamente en la sucesi¨®n. Incluso permiti¨® que algunos albergaran secretas esperanzas. Me gustar¨ªa saber por qu¨¦ las cosas se le han complicado tanto.
R. No, no, no. Las esperanzas de algunos nunca fueron secretas, sino que, al contrario, fueron muy conocidas. Y yo siempre he entendido perfectamente que pudiera haber gentes que aspiren, gente que est¨¦ preparada. Lo ¨²nico que ocurre es que ahora no es el momento. Yo no tengo la culpa de que exista el se?or Bin Laden, ni de que hayan ca¨ªdo las Torres Gemelas, ni de que en Madrid haya habido lo que ha habido. Le aseguro que ¨¦ste no es el momento para plantear en el interior de mi partido una lucha que un d¨ªa ser¨¢ inevitable. Y no es que las cosas est¨¦n m¨¢s dif¨ªciles que hace unos a?os, porque una sucesi¨®n como la m¨ªa nunca sera f¨¢cil.
P. Realmente, su candidatura contra toda l¨®gica, contra todo pron¨®stico, habla por s¨ª sola.
R. Contra todo pron¨®stico no s¨¦. Pero le puedo asegurar que mi candidatura, mi quinta candidatura, est¨¢ llena de l¨®gica pol¨ªtica. La l¨®gica pol¨ªtica es la que me lleva a evitar en estos momentos un choque, cuando es esencial que Galicia mantenga su direcci¨®n b¨¢sica y no se hable de cambios.
P. Su candidatura puede que le solucione muchos problemas en el interior de su partido, don Manuel, pero en cuanto a la sucesi¨®n no hace m¨¢s que aplazarlos, ?no le parece?
R. Pero las cosas, le reitero a usted, y yo nunca la he enga?ado,que ¨¦ste es el peor momento para plantear mi sucesi¨®n y no le voy a decir nada m¨¢s al respecto.
P. Lo cual quiere decir que tiene claro que si usted no se presentara, las cosas no estar¨ªan tan seguras para seguir gobernando Galicia, ?no?
R. Dig¨¢moslo al rev¨¦s: creo que yo contribuyo a evitar un cambio en Galicia.
P. ?Ha calculado cu¨¢nto contribuye usted a evitar la derrota del PP en Galicia?
R. Bueno... no quiero caer en la inmodestia. Eso ya lo dir¨¢ el resultado de la votaci¨®n. Si se conforma, le dir¨¦ que algo, algo contribuyo a evitar que las cosas no se malogren.
P. Pues si me lo permite, le voy a dar un consejo, don Manuel: que no haga usted m¨¢s promesas de no volver a presentarse. ?No vaya a ser el diablo! ?O es usted capaz de prometerle al ap¨®stol que se va a buscar, de verdad, un sucesor?
R. ?Yo no hago promesa ninguna! Yo le prometo al ap¨®stol Santiago servirle humildemente y pedirle ayuda para Galicia, que es lo que he hecho siempre. Pero es absolutamente obvio que llegar¨¢ un momento en que... Lo que ocurre es que las cosas no dependen de uno. Yo siempre estar¨¦ al servicio de Galicia y de Espa?a y de las ideas que yo he defendido, que no son de luchas de clases ni de desintegraci¨®n territorial, sino de servicio al bien com¨²n y a la unidad de nuestro pa¨ªs.
P. Pero d¨ªgame al menos si tiene en la cabeza un perfil de quien puede ser su sucesor, si hay nombres que pueden, en su opini¨®n, comenzar la carrera.
R. El perfil ser¨¢ el de alguien que una el partido, que haga la s¨ªntesis de todos los valores que nos unen, que est¨¦ aqu¨ª a las siete de la ma?ana a trabajar como un negro y que sea, l¨®gicamente,una persona ¨ªntegra; por lo dem¨¢s, el partido deber¨¢ expresarse como siempre lo ha hecho. En cuanto a nombres... los que yo ahora considero m¨¢s apropiados los voy a poner sobre la mesa... pero solamente sobre la mesa. Y voy a darles una oportunidad al menos. Luego el tiempo ir¨¢ aclarando las cosas.
P. Hubo un tiempo duro para usted en el que daba la impresi¨®n de que Aznar no le miraba con buenos ojos. Porque usted insist¨ªa demasiado con aquello de la presencia de Galicia en Europa. Sus propuestas eran sospechosas y fueron a parar al caj¨®n de las cuestiones inc¨®modas.
R. Sin embargo, aquellas propuestas m¨ªas est¨¢n siendo recogidas por el Gobierno de Zapatero, lo cual no deja de ser curioso, ?verdad? Pero, bueno, la pol¨ªtica es una cosa muy compleja. Es cierto que unas cosas me han gustado m¨¢s y otras menos, pero yo tengo que decir que Aznar fue un buen gobernante. A m¨ª me parece que Zapatero podr¨ªa tener en cuenta propuestas m¨¢s concretas, como lo es el Plan Galicia; en cualquier caso, yo siempre he dicho que soy canovista y, por tanto, creo en la conveniencia de un turno pac¨ªfico, de un gran partido de centro-derecha, como lo es el nuestro, y un partido socialista que no tenga que apoyarse en grupos radicales. Yo tengo que decir que mis entrevistas con Zapatero han sido hasta ahora muy gratas y que, como es natural, le deseo todo el ¨¦xito, porque ¨¦l es el Gobierno de Espa?a en este momento y celebro que en muchas cosas coincidamos, aunque l¨®gicamente preferir¨ªa que estuviera Rajoy en el Gobierno.
P. ?Le aconsejar¨ªa usted a Rajoy que soltara lastre, que se librara de la sombra de Aznar?
R. ?Si es que ya no hay sombra de Aznar! ?l ha hecho lo que yo le ense?¨¦ a hacer en aquel congreso de Sevilla. Ahora a Rajoy lo apoyamos todos y creo que Aznar el primero.
P. Usted llev¨® a cabo con Aznar una sucesi¨®n generosa. Pero ¨¦l mantuvo luego con usted una relaci¨®n fr¨ªa y distante...
R. Efectivamente, yo dije aquello de "ni tutelas ni tu t¨ªa", cuando ¨¦l quer¨ªa mantener una cierta dependencia, ayuda... Y creo que ahora ¨¦l debe hacer lo mismo. La apreciaci¨®n que usted hace, pues es suya, claro. Lo cierto es que yo intent¨¦ mantener una buena relaci¨®n con ¨¦l,aunque nunca quise forzarla. No coincid¨ªamos, efectivamente, en el ritmo de algunas cosas, pero yo en los momentos dif¨ªciles le apoy¨¦ siempre. Soy una persona leal y consciente de que toda divisi¨®n es mala.
P. Su lealtad lleg¨® a poner en crisis su liderazgo como presidente de la Xunta, someti¨¦ndose a los dictados de Madrid en el asunto del Prestige.
R. ?Eso no es verdad! Pero si hubiera sido as¨ª, tampoco me hubiera importado. Porque yo creo que un partido que se desune es un partido que pierde siempre; en ese momento y despu¨¦s.
P. Oiga, ?y qu¨¦ fue de aquella relaci¨®n pol¨ªtica, tan intensa como fugaz, con aquel Beiras l¨ªder del Bloque, rostro amable del nacionalismo gallego?
R. ?Hombre, eso de rostro amable! ?No es que se le haya visto especialmente amable en estos d¨ªas con las cosas que ha dicho intentando agredirme! Pero ¨¦sa no es la cuesti¨®n. La cuesti¨®n es que, despu¨¦s de la cuarta mayor¨ªa absoluta, yo intent¨¦ tender una mano a todos los grupos para hacer una pol¨ªtica que no fuera todos los d¨ªas de alta tensi¨®n. Y Beiras lo acept¨®. Pero luego, cuando lleg¨® lo del Prestige, algunos le enga?aron creyendo que aquello iba a ser mi final. Y luego, ya lo ha visto usted, que lo han defenestrado los viejos coroneles de la UPGA; los mismos que se negaron a jurar la Constituci¨®n.
P. Le confieso que llegu¨¦ a pensar que la relaci¨®n entre su PP y aquel Bloque moderado de Beiras pod¨ªa dar lugar a una alternativa singular para Galicia.
R. S¨ª, s¨ª, aquello fue factible,pero no fuimos nosotros los que rompimos esa posibilidad. Aquel momento se perdi¨®, no se aprovech¨®. Yo soy partidario de un buen partido galleguista, pero dentro de Espa?a, no con dudas al respecto.
P. No me negar¨¢ que hubiera sido ciertamente singular una alianza entre el PP y el Bloque que pudiera gobernar Galicia, ?no?
R. Pues s¨ª, pero para eso hac¨ªa falta que rectificaran ciertas cosas, que se eliminaran ciertas cosas. Eso se perdi¨® todo el d¨ªa de las mociones de censura del Prestige. Ese d¨ªa, Beiras qued¨® prisionero de los coroneles, y cuando pudieron lo desplazaron. El Prestige llev¨® todo aquello por delante; pero no a m¨ª, como ellos pensaban, sino a ellos.
P. La verdad es que viendo el panorama pol¨ªtico de Galicia, tiene que reconocer que es usted causa y efecto de todo, de la situaci¨®n cerrada un tanto asfixiante, ?no?
R. Yo tengo la obligaci¨®n de impedir que aqu¨ª triunfen las posiciones de un nacionalismo extremo y excluyente. Y si el socialismo no ha avanzado m¨¢s es porque aqu¨ª ha habido un Gobierno en el que estaban los socialistas y que hay que ver los resultados que dej¨®.
P. Su hiperliderazgo es un tap¨®n, se?or Fraga.
R. Lo ha dicho usted ya cuatro veces, y yo le digo que ?no!
P. Yo le tengo que decir que hay mucha gente que piensa que veinte a?os en el poder e moito (es mucho) y que Galicia necesita una pasada por la izquierda,una liberaci¨®n de la pol¨ªtica clientelar de la que le acusan.
R. ?Para pol¨ªtica clientelar, la del tripartito que hubo aqu¨ª antes de que yo llegara al Gobierno! La realidad es que en Galicia el caciquismo se ha acabado hace mucho tiempo. El gallego se sabe due?o de su voto y lo demuestra.
P. Supongo que usted sabe de sobra que hay gente en su partido que pronostica su derrota,que existe una cierta necesidad de matar al padre, eso que viene en los manuales de psiquiatr¨ªa.
R. De lo ¨²nico que soy consciente es de que, efectivamente,debemos dejar en manos de psiquiatras a los pocos locos que pueda haber sueltos por ah¨ª. Es cierto que hay algunas personas a las que les importa m¨¢s su personalismo, pero son muy pocas.
P. Algunos de los suyos me dicen que es un clamor dentro del partido la idea de que usted no deber¨ªa presentarse por quinta vez...
R. Si dicen eso, no ser¨¢n tan m¨ªos, ?verdad? Y adem¨¢s, ?d¨®nde est¨¢ ese clamor? Yo tengo muy buen o¨ªdo y no he escuchado nada de eso.
P. Entre los dirigentes de Madrid, el c¨¢lculo que hacen es m¨¢s c¨ªnico: "Si gana Fraga, gana el PP; si pierde, pierde ¨¦l". ?Cuenta usted con esa actitud tan desleal?
R. ?Eh! Bueno, puede que haya alguno que haga ese c¨¢lculo,ciertamente miserable. Pero no es, desde luego, el sentimiento colectivo del partido y de sus dirigentes porque adem¨¢s han sido ellos los que me han animado a dar este paso. En todo caso, lo m¨¢s importante es lo que quiere la sociedad gallega, y en este momento yo creo que prefiere la seguridad y la continuidad.
P. D¨ªgame, sinceramente, si entra en sus c¨¢lculos la posibilidad de perder y, sobre todo, c¨®mo lo iba a digerir si los gallegos le dan la espalda...
R. Pues qu¨¦ quiere que le diga; si perdiera, no me iba a gustar nada, pero lo aceptar¨ªa como lo he aceptado en varias ocasiones en mi vida.
P. Podr¨ªa ocurrir que el fantasma del Prestige surgiera del fondo del mar o que la gente de Galicia le pasara factura de tantos a?os de autocracia y...
R. ?Qu¨¦ es eso de autocracia? ?No le puedo aceptar esa palabra! Aqu¨ª lo que ha habido es un prudente liderazgo dentro de condiciones muy concretas, pero siempre dentro de las reglas del juego de la democracia.
P. La gente puede llegar a hartarse, le pueden decir que ya est¨¢ bien. Me pregunto qu¨¦ poderosas razones le impulsan a asumir el riesgo de perder, de salir por la puerta peque?a de la pol¨ªtica.
R. Si la gente me dice que ya est¨¢ bien, lo aceptar¨ªa con tristeza, pero lo aceptar¨ªa. Soy consciente de que tengo alguna posibilidad de perder, pero ¨¦se es un riesgo que acepto como un sacrificio, porque creo que cumplo con mi obligaci¨®n y con mi conciencia. Usted me conoce bien y sabe que mi decisi¨®n no es interesada, sino que tiene que ver con mi idea de servicio a Espa?a y de evitar que las confrontaciones del pasado, que tanto da?o han hecho a este pa¨ªs, no se vuelvan a repetir jam¨¢s.
P. Pero hay quien puede pensar que por encima de la ¨¦pica patri¨®tica que usted tiene hay otra raz¨®n m¨¢s peque?a: evitar que su partido salte por los aires en mil pedazos.
R. Es que el partido no es para m¨ª lo importante. Lo importante es que hasta ahora no ha habido en Galicia ning¨²n otro que la haya servido mejor y, por tanto, tengo que defenderlo. Y su unidad tambi¨¦n.
P. No me puedo olvidar, don Manuel, de aquellos d¨ªas amargos del Prestige, cuando usted iba a Madrid a suplicar ayudas a su Gobierno, y de cuando regresaba a Santiago le gritaban aquello tan terrible: "?Hay que ir morrendo [muriendo], Manolo; hay que ir morrendo!". No s¨¦ si aquello le afect¨® m¨¢s que el que ahora le llamen viejo a la cara.
R. Como usted comprender¨¢, todo es relativo, porque tener hoy unos a?os no es lo mismo que tener esos a?os hace veinte y porque es Dios quien decide que uno sobreviva o no, hasta que ¨¦l quiere, como es natural. Yo cuando o¨ªa aquello que me cantaban y que ciertamente era cruel, pues... me daba perfecta cuenta de que eran muy poquitos los que se atrev¨ªan a cantar aquello, y la verdad es que eran unos cantama?anas. El pueblo gallego nunca ha cantado eso. Conmigo han cantado el himno gallego, que es maravilloso, y que ahora me llamen viejo como ¨²nico argumento pol¨ªtico, despu¨¦s de tantos a?os de trabajo por Galicia, pues no me afecta en absoluto. Los a?os pasan para todos. Y yo le digo a usted que ya quisieran muchos estar con veinte a?os menos como yo estoy ahora.
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