Un minuto es un minuto

Comenz¨® el festejo con un minuto de silencio en memoria de Mat¨ªas Prats Ca?ete. Su voz inconfundible estuvo unida estrechamente al periodismo taurino, am¨¦n de ser un gran aficionado. Los minutos de silencio en la plaza de Las Ventas no tienen 60 segundos. No es que el p¨²blico se levante solemne con cron¨®metro en mano. Demasiada importancia no tiene el asunto, pero siempre hay alg¨²n impaciente -se sospecha que siempre es el mismo- que cierra el espacio pasado el medio minuto y arranca la ovaci¨®n a toda prisa. El resto del personal all¨¢ se queda reconstruyendo su espacio temporal y pensando en comprarle un reloj con segundero.

Los novillos de Navalrosal salieron mansos. Era aparecer a c¨¢mara lenta por los chiqueros y ya estaban buscando al mayoral entre tanto turista. Mansos que hab¨ªa que meter en la muleta con t¨¦cnicas lidiadoras al m¨¢s puro estilo cl¨¢sico. Los novilleros se empe?aban en ejecutar el toreo moderno, que tanto est¨¢ de moda, y Fandi?o fue el ¨²nico que se enter¨® de la misa la media. Poco pudo hacer con su inv¨¢lido primero, salvo hacer carreritas despu¨¦s de cada pase. Tuvo que matar al segundo de Barea, un manso huidizo de cuidao. Asent¨® las zapatillas en la arena, se cruz¨®, porfi¨® y arranc¨® alg¨²n natural. No le hizo falta meterse en el burladero. Gan¨® terreno con el capote al que hac¨ªa quinto. Cogi¨® la muleta con la izquierda y antes de darse cuenta ya estaba rodando por el suelo. Fandi?o se creci¨® e instrument¨® unos ayudados por alto y aut¨¦nticos pases de pecho. Fue lo m¨¢s meritorio. Le dieron una oreja, pero no fue para tanto.

Barea desaprovech¨® la nobleza de su primero, y el colombiano H¨¦ctor Jos¨¦ estuvo aseado, correcto sin m¨¢s.