Rusia y la guerra de Chechenia
Me acuerdo de Besl¨¢n por haber estado hospitalizado all¨ª durante la II Guerra Mundial, en 1942. Entonces era una peque?a y bonita ciudad, muy tranquila, encerrada en su circo de monta?as. Todas las nacionalidades caucasianas estaban representadas en ella, pero, en aquella ¨¦poca, no se experimentaba ninguna xenofobia, ning¨²n racismo. La forma de hablar hac¨ªa las funciones de tarjeta de visita. Un caucasiano que se expresaba en un ruso perfecto s¨®lo pod¨ªa ser de Osetia. Un amigo me hab¨ªa dado una explicaci¨®n: instalados sobre una monta?a que abre el camino hacia Georgia -la famosa v¨ªa militar de Vladikavkaz a Tbilisi a¨²n existe-, los osetios ten¨ªan m¨¢s contacto con los rusos y manejaban mejor su lengua. Los que ten¨ªan un fuerte acento, por el contrario, deb¨ªan de ser chechenos o daguestanos. En cuanto a los georgianos, llegados del sur del C¨¢ucaso, se les reconoc¨ªa por su curiosa forma de hablar gesticulando. Y luego, despu¨¦s de mi salida de Besl¨¢n, todo esto se borr¨® de mi memoria, excepto un detalle: no hab¨ªa natchalstvo (alta direcci¨®n) en mis tiempos... y parece que hoy no hay mucho m¨¢s.
En efecto, la sangrienta toma de rehenes que tuvo lugar hace dos semanas en esta ciudad, que se ha convertido en una aglomeraci¨®n de m¨¢s de 60.000 habitantes, se desarroll¨® en una total confusi¨®n. La prolongaci¨®n en Osetia del Norte de lo que justamente hay que llamar guerra de Chechenia desemboc¨® aqu¨ª en la mayor masacre -sin duda m¨¢s de 500 muertos, la mitad ni?os- de la historia de las tomas de rehenes.
No hay que ser un gran experto para adivinar que fue obra de chechenos. Ellos est¨¢n en el centro de todos los problemas en el C¨¢ucaso, en Daguest¨¢n para empezar, en Ingushetia despu¨¦s, y ahora en Osetia del Norte. Ni ellos, ni sus primos ingushes -junto a los que, en la ¨¦poca sovi¨¦tica, formaban una rep¨²blica- son muy populares en Osetia. Son musulmanes, mientras que los osetios del norte son cristianos; fueron favorables a la Revoluci¨®n de Octubre de 1917, mientras que los osetios -que, a diferencia de los chechenos, no ten¨ªan muchos motivos para quejarse del zar- se mostraron claramente m¨¢s tibios. Se cuenta que en 1920, cuando los bolcheviques organizaron una reuni¨®n de los pueblos del C¨¢ucaso, en la que participaron muchos chechenos y daguestan¨ªes, Stalin fue en persona a pronunciar un discurso para incitarles a adherirse directamente a la Federaci¨®n de Rusia. Fue muy bien recibido, pero un viejo chechenio, al final, solicit¨® el derecho a plantear una cuesti¨®n: "?Tendremos la sharia?". Stalin reflexion¨® dos segundos y respondi¨®: "?Por supuesto que tendr¨¢n la sharia!". M¨¢s tarde, al final de la II Guerra Mundial, Stalin deport¨® a los chechenos -y los ingushes- al Asia sovi¨¦tica, pero no toc¨® en absoluto a los osetios.
Otro cap¨ªtulo se abri¨® con la disgregaci¨®n de la URSS y la aparici¨®n en Grozni del general Dzhojar Dud¨¢iev. Este veterano de la guerra de Afganist¨¢n, casado con una estonia, decidi¨® convertirse en el presidente de una Chechenia que se hab¨ªa hecho independiente. Gracias a sus contactos en el Ej¨¦rcito, obtuvo armas y, sobre todo, un amplio apoyo popular. Despu¨¦s de un periodo de espera, Bor¨ªs Yeltsin decidi¨® echarle del poder y su ministro de Defensa envi¨® sobre Grozni una columna de tanques destinada a ocupar la ciudad "en quince minutos". Fue un fracaso estrepitoso. Los tanques fueron destruidos, las tripulaciones apresadas. S¨®lo una aut¨¦ntica guerra, en la mente de Yeltsin, pod¨ªa borrar el fracaso. A finales de 1994, el Ej¨¦rcito ruso se lanz¨® al asalto de Chechenia.
Las fuerzas no eran comparables, y los rusos acabaron por avanzar. Pero en la primavera de 1995, mientras Yeltsin se encontraba en Estados Unidos, Shamil Bas¨¢yev, tambi¨¦n ¨¦l antiguo militar sovi¨¦tico, tom¨® como reh¨¦n la ciudad de Budenovsk, en el coraz¨®n de Rusia, y oblig¨® al Gobierno de Mosc¨² a negociar con ¨¦l. Era la primera vez que "los bandidos" impon¨ªan un di¨¢logo a Mosc¨², y sin duda esto es lo que quer¨ªan reanudar los que tomaron los rehenes en Besl¨¢n.
Poco despu¨¦s, Dud¨¢iev fue alcanzado por un misil y le sucedi¨® Aslan Masj¨¢dov, un coronel de la artiller¨ªa sovi¨¦tica. Sin embargo, por el lado ruso se alzaron voces contra una guerra que s¨®lo aportaba al pa¨ªs y al Ej¨¦rcito p¨¦rdidas y verg¨¹enza. El general Alexandre Lebed estaba a la cabeza de ese movimiento, y como en las elecciones presidenciales de 1996 obtuvo el 15% de los sufragios, dispuso de una moneda de cambio para oponerse a Yeltsin. Al haber obtenido un puesto importante en el seno del poder ruso, acudi¨® sin demora a Chechenia para concluir un acuerdo con Masj¨¢dov. En virtud de ¨¦ste, los rusos retiraron sus tropas de Chechenia, pero el problema del estatuto definitivo de la regi¨®n no se arregl¨® hasta cinco a?os despu¨¦s. Se piense lo que se piense de Alexandre Lebed, tiene el inmenso m¨¦rito de haber puesto fin a una guerra insensata.
En las elecciones presidenciales de Chechenia, en oto?o de 1997, Masj¨¢dov venci¨® ampliamente, pero la situaci¨®n pr¨¢cticamente no mejor¨® en su rep¨²blica. Todos armados y casi todos sin trabajo, los chechenios se lanzaron alegremente al secuestro y su pa¨ªs se convirti¨® en "el centro mundial del kidnapping".
El muy guerrero Bas¨¢yev intent¨® remediar la situaci¨®n alzando la bandera isl¨¢mica del wahabismo e invadiendo la vecina Daguest¨¢n, pero fue un fracaso. Y cuando, en 1999, Yeltsin traspas¨® el poder a Vlad¨ªmir Putin, este cadrovyi officer del KGB que no conoc¨ªa m¨¢s que la fuerza para poner orden en su casa lanz¨® la segunda guerra de Chechenia. Que todav¨ªa dura.
No s¨¦ si existe un estado mayor checheno o si, por parte de los resistentes, peque?os grupos deciden su propia estrategia. Pero la voluntad de extender la batalla al conjunto del C¨¢ucaso es evidente. Hace dos a?os, durante la fiesta nacional del 9 de mayo, en Majatchkala, capital de Daguest¨¢n, una potente bomba barri¨® a la orquesta, matando a 49 m¨²sicos. Este a?o, el 14 de junio, los rebeldes ocuparon el conjunto de la peque?a Ingushetia y s¨®lo pudieron ser desalojados despu¨¦s de unos sangrientos combates. Pero el colmo se produjo en el mes de agosto en Grozni, donde un grupo de hombres vestidos con uniformes militares y muy bien ar-mados ocup¨® uno de los barrios centrales de la capital e instal¨® un control de identidad. Resultado: 108 colaboradores de los rusos fueron asesinados (44, seg¨²n Mosc¨²).
Vlad¨ªmir Putin hab¨ªa cre¨ªdo encontrar una baza en su apuesta caucasiana: se llamaba Ahmed Kad¨ªrov, hab¨ªa sido mufti, antiguo combatiente durante la primera guerra (1994-1997), pero incorporado despu¨¦s al poder moscovita. Algo mufti, algo bandido, Kadirov, con su gran gorro de astrac¨¢n, era un hombre que sab¨ªa adaptarse a unos y otros y que llenaba el escenario. Cuando el 9 de mayo, durante la fiesta de la victoria, una potente bomba le despedaz¨®, el presidente ruso se qued¨® hu¨¦rfano y sin duda durante mucho tiempo. Ninguna personalidad se destac¨® de la masa mediocre de funcionarios que intentaban que funcionara en Chechenia la m¨¢quina del Estado. El presidente ruso, para atraerlos, les dej¨® el beneficio completo de la venta de petr¨®leo, pero el dinero no bastar¨¢ para asegurar su futuro pol¨ªtico y su seguridad.
El 29 de agosto, Putin hizo que Al¨² Alj¨¢nov fuera elegido presidente de Chechenia. General de la milicia, hab¨ªa sido ministro del Interior y segu¨ªa siendo un gran desconocido en su pa¨ªs. Como, a partir del mes de agosto, la estaci¨®n seca est¨¢ en su apogeo, la guerrilla se aprovech¨® y organiz¨® acciones espectaculares para llevar la guerra al conjunto del C¨¢ucaso. De ah¨ª la ocupaci¨®n de Ingushetia en el mes de junio, despu¨¦s un descenso audaz a Grozni y, por ¨²ltimo, la operaci¨®n de Besl¨¢n. En Mosc¨² se atribuyen estas acciones a Bas¨¢yev, antiguo pelador checheno, cada vez m¨¢s wahab¨ª. Pero el antiguo presidente electo, Masj¨¢dov, aunque mucho m¨¢s pac¨ªfico, conserva a muchos de sus partidarios. M¨¢s que discutir sobre su respectiva popularidad -que s¨®lo unas aut¨¦nticas elecciones podr¨ªan establecer- me gustar¨ªa contar la historia de cuatro mujeres de Grozni.
Viv¨ªan juntas, en el centro, cerca del bazar, y eran lo que all¨ª se llama "mujeres lanzadera": iban regularmente a Bak¨², en Azerbaiy¨¢n, para comprar mercanc¨ªas que revend¨ªan en Grozni. Un d¨ªa, las cuatro desaparecieron. Sus vecinas se asombraron de la marcha de estas j¨®venes tranquilas a las que no pod¨ªan imaginar capaces de hacer da?o a nadie. Y luego, a finales de agosto, dos aviones de l¨ªnea saltaron por los aires a la misma hora; uno se dirig¨ªa a Sotchi y el otro a Volgogrado. Durante cuatro d¨ªas las autoridades no creyeron que fueran actos terroristas. Y despu¨¦s encontraron, en los dos aparatos, huellas de explosivos. Los nombres de las dos kamikazes, Amanta Nagaeva y S. Djairbalova, son los de dos "mujeres lanzadera" de Grozni. La semana pasada, en Mosc¨², cerca del metro Riskaya, una tercera kamikaze provoc¨® una decena de muertos y cuatro veces m¨¢s heridos. En total, las "mujeres lanzadera" han provocado supuestamente la muerte de un centenar de personas. ?Por qu¨¦? ?Eran militantes pol¨ªticas o, m¨¢s sencillamente, la vida en la miseria chechenia no ten¨ªa ya sentido para ellas?
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