Atentos a las c¨¢maras y a sus propios partidos
El debate parlamentario de pol¨ªtica general celebrado esta semana en las Cortes Valencianas hab¨ªa suscitado una expectaci¨®n ins¨®lita dentro y fuera de los dos principales partidos y en sus entornos medi¨¢ticos y socialmente proclives. Se trataba de despejar, acaso de una vez por todas, si populares y socialistas ten¨ªan respectivamente un l¨ªder en el que confiar o, por el contrario, les conven¨ªa ir pensando en su licenciamiento de cara al pr¨®ximo encuentro electoral auton¨®mico. A Esquerra Unida ni la cito porque es cosa sabida que anda por ahora bien equipada de s¨ªndic con Joan Rib¨® y lo que le falla es la clientela, las urnas, que no es ese el caso del presidente Francisco Camps y de su antagonista Joan Ignasi Pla: estos se lo han de disputar a cara de perro.
?Y bien? ?C¨®mo ha terminado el lance?, preguntar¨¢ el lector, que muy posiblemente tenga ya su propia y apropiada respuesta. En nuestra opini¨®n ha terminado con nota para ambos contendientes. Seg¨²n unos u otros cronistas y los medios informativos que consultemos saldr¨¢ favorecido el popular o el socialista, pero hay unas observaciones que casi todos confirman. La primera y muy notable es que la C¨¢mara ha recobrado el pulso y la vitalidad que hab¨ªa perdido mientras estuvo laminada por la ret¨®rica de Eduardo Zaplana y el apocamiento -salvo muy aislados episodios- de la oposici¨®n. Eso es bueno para la instituci¨®n, que llevaba trazas de convertirse en un relicario prescindible.
Tambi¨¦n es bueno para la pol¨ªtica general del pa¨ªs que sus l¨ªderes conspicuos sean capaces de encorajinarse y sacudirse el enervamiento para defender, con regular o peor elocuencia, pero con pasi¨®n, los asuntos que presuntamente interesan al vecindario. De todos modos, una golondrina no hace nido y habr¨¢ que esperar futuras confrontaciones para verificar el m¨²sculo ret¨®rico y el aliento dial¨¦ctico con que los mentados nos han sorprendido en esta ocasi¨®n. Porque tambi¨¦n podr¨ªa ser que la belicosidad y hasta crispaci¨®n que exhibieron s¨®lo fuera una puesta en escena ante las c¨¢maras de TV, insoslayables instrumentos de perversi¨®n de cualquier discurso pol¨ªtico. D¨ªa llegar¨¢ que la cr¨®nica de Cortes se le encomiende al cr¨ªtico de audiovisuales o teatro y Julio A. M¨¢?ez, por lo que a estas p¨¢ginas concierne, reparta flores y estopa como est¨¢ mandado.
Hemos aludido al juicio casi predeterminado de los medios informativos y no ser¨ªa correcto que eludi¨¦semos el que hemos registrado entre los partidarios de Camps y de Pla. Todos felices, incluso hiperb¨®licos al calificar la actuaci¨®n de sus l¨ªderes. Que finjan o no, que los m¨¢s cr¨ªticos o esc¨¦pticos callen y bendigan el nacimiento de un Dem¨®stenes, resulta irrelevante. Lo decisivo es que en ambos bandos los l¨ªderes creen que han vencido por goleada al adversario y convencido a sus parciales. A nosotros, ya decimos, no nos parece que el triunfo, quienquiera que se lo adjudique, haya sido contundente. Esta vez ha ganado el debate, insistimos.
Otra vertiente plausible tuvo el marat¨®n parlamentario y consisti¨®, como suele ocurrir, en el repaso a las docenas de problemas que nos acucian como administrados y miembros de una Comunidad que viene gastando m¨¢s p¨®lvora en salvas que en soluciones. Verg¨¹enza habr¨ªa de darle a la clase gobernante -a ¨¦sta y a la que le precedi¨®- cuando se blanden todav¨ªa argumentos como la existencia de aularios en barracones, listas quir¨²rgicas de espera, sobrecostes escandalosos en la obra civil y d¨¦ficits estructurales que coexisten con parques m¨ªticos, ciudades de la Luz o de la Ilusi¨®n y otros derroches, como la Esfera Armilar que nos amenaza, que son o habr¨ªan de ser una mortificaci¨®n para la clase pol¨ªtica que acaba de reencontrarse con sus l¨ªderes.
No pretendemos ser corrosivos en esta fausta circunstancia parlamentaria, pero han sido los propios diputados, al manipular sus respectivas santab¨¢rbaras verbales, quienes han aflorado el censo de asuntos pendientes, revelador de su ineficiencia pol¨ªtica. Confiemos en que, una vez remansadas las euforias parlamentarias por esta justas florales, se pongan los manguitos de trabajar y se apliquen al tajo sin tele en las troneras de las Cortes ni aplausos en los esca?os.
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