El Espanyol hurga en la herida del Madrid

El Espanyol incidi¨® en la herida del Madrid, que cuatro d¨ªas despu¨¦s de su batacazo en Leverkusen no ofreci¨® s¨ªntomas de recuperaci¨®n. Camacho trat¨® de revitalizar a su equipo pero, a pesar de los cambios y prevenciones que adopt¨®, el Madrid casi concedi¨® tantas ocasiones y dio tan escasos s¨ªntomas de peligro en ataque como en la ciudad alemana. Gan¨® por la m¨ªnima el Espanyol, que se busc¨® la vida ante un rival que depar¨® la sensaci¨®n de los equipos menores, de contentarse con minimizar da?os. Algo que dice muy poco en favor del Madrid y de Camacho.

El d¨ªa en que faltaban Zidane y Figo, lesionados, Camacho prescindi¨® de Ra¨²l y de Beckham. Se qued¨® tambi¨¦n sin Casillas, lastimado en un dedo durante el calentamiento previo al partido. Las rotaciones estaban anunciadas de antemano pero a nadie escapa que el p¨®ker de descartes respecto al equipo que form¨® en Leverkusen alcanza de lleno al centro neur¨¢lgico del equipo. Entendi¨® Camacho que la pizarra de Montju?c no daba para nombres que son referencias para el equipo y sobre los que se sustentaban sus esquemas. Consecuente con su modus operandi, Camacho ejecut¨® por la tremenda. Enfoca en el entrejuego su disgusto con el comportamiento de su equipo. Pero pocos arreglos le dieron resultado en Montju?c. Celades form¨® pareja con Helguera en el doble pivote, Juanfran ocup¨® el puesto de Figo por la derecha, Solari el de Zidane por la izquierda y Owen, el de Ra¨²l junto Ronaldo. Un carrusel del que sali¨® malparado Guti, al que no se dej¨® decir esta boca es m¨ªa hasta que el partido ya estaba cuesta arriba.

Atormentado por el desastre de Leverkusen, el Madrid de Montju?c anduvo con pies de plomo. Corri¨® y presion¨® m¨¢s y trat¨® de fijar las posiciones como no hizo all¨ª. Result¨® sorprendente lo much¨ªsimo que le costaron ejercicios tan elementales. Mucho menos depar¨® en tareas como la elaboraci¨®n del juego y las llegadas en ataque. Celades careci¨® de rango suficiente para abanderar un equipo tan premioso. La lentitud del Madrid corri¨® pareja con lo poco y mal que se ofrec¨ªan sus jugadores, especialmente en ataque, donde ni por asomo aparece Roberto Carlos, a a?os luz de sus prestaciones en ¨¦pocas recientes. Ronaldo volvi¨® a quedar aislado. Owen y Juanfran apenas intervinieron. Solari fue el ¨²nico que supuso alg¨²n problema para el Espanyol pero se encontr¨® con un lateral, Ibarra, espl¨¦ndido en su estreno en Montju?c.

Lotina aline¨® a un equipo predispuesto a explotar la verticalidad que obtiene del trabajo sucio de Tamudo, el instinto ofensivo de Dani, el toque de De la Pe?a y el recorrido de ?scar Serrano, un chaval reci¨¦n llegado al equipo que asombra por su desenvoltura en el carril izquierdo. La jugada del gol retrat¨® a la defensa del Madrid. Naci¨® de una acci¨®n de Dani por la derecha. Roberto Carlos se quit¨® de enmedio. Samuel acudi¨® a tapar pero Dani le quebr¨® la cintura. El centro lo cabece¨® Tamudo, que se adelant¨® a Pav¨®n. Y el rechace de C¨¦sar lo fusil¨® Maxi.

C¨¦sar ya le hab¨ªa salvado al Madrid de encajar un primer tanto en otra zarabanda defensiva. Fue un centro desde la derecha no pudo ser peor resuelto ni por Samuel ni por C¨¦sar que entraron tan al bulto que no se supo del todo bien cu¨¢l de sus empujones castig¨® con penalti el ¨¢rbitro. C¨¦sar le detuvo el primer lanzamiento a Tamudo por la izquierda. El ¨¢rbitro orden¨® que se repitiera porque Roberto Carlos entr¨® antes de tiempo en el ¨¢rea y C¨¦sar detuvo tambi¨¦n el segundo intento de Tamudo.

Camacho repint¨® su esquema. Retir¨® a Pav¨®n, situ¨® a Helguera atr¨¢s y a Guti junto a Celades en el doble pivote. Poco despu¨¦s meti¨® a Beckham en el puesto de Juanfran. El Espanyol, fiado a una defensa oxigenada por Ito, busc¨® descaradamente el contragolpe. El Madrid domin¨® pero desperdici¨® un penalti en su primer arre¨®n tras el descanso, tras una acci¨®n en que Ibarra desequilibr¨® a Ronaldo cuando entraba en el ¨¢rea como una locomotora. Kameni le detuvo el lanzamiento a Ronaldo. A partir de ah¨ª, fue notoria la impotencia del Madrid. Dispuso del bal¨®n y domin¨®, pero lo hizo sin ning¨²n sentido. Apenas inquiet¨® a Kameni. Por el contrario, cada arrancada del Espanyol supon¨ªa un susto para el pobre C¨¦sar que, lesionado desde la primera parte, trabaj¨® a destajo. Eso lo dice todo de un Madrid que se qued¨® con nueve tras las expulsiones de Samuel y Salgado, tenso como la piel de un tambor y ciertamente menor.