Blair, en Italia
Hay que venir a Roma para comprender lo que se ha perdido. En esta ciudad de ruinas grandiosas contemplo las ruinas del blairismo.
Como los antiguos romanos, muchos italianos de centro-izquierda ten¨ªan un sue?o. No era un sue?o de gloria imperial, sino de una izquierda que se regeneraba, conciliaba el dinamismo del libre mercado con el imperativo moral de la justicia social, romp¨ªa la agobiante rigidez de un mercado de trabajo dominado por los sindicatos y aunaba lo mejor de la libertad y la igualdad, y -cosa igualmente importante- de Europa y Am¨¦rica. Este sue?o se alzaba sobre las cenizas de otro, el del socialismo ut¨®pico, en el que durante tanto tiempo hab¨ªan cre¨ªdo muchos miembros de la izquierda italiana, que tardaron demasiado en darse cuenta de que en la mitad de Europa gobernada por los sovi¨¦ticos, el viejo sue?o se hab¨ªa convertido en pesadilla. Al nuevo sue?o lo llamaron blairismo. Su Meca, su Mosc¨², su nueva Roma, era Londres.
Los disc¨ªpulos italianos del blairismo se han encontrado con el espect¨¢culo del profeta Blair reunido con su pr¨ªncipe de las tinieblas, Silvio Berlusconi
Esta semana, lo que yo llamo el proyecto de "Europa como lo que no es EE UU" recibi¨® un espaldarazo p¨²blico con la foto de Chirac, Schr?der y Zapatero juntos
Desde Churchill no hab¨ªa un dirigente brit¨¢nico que tuviera tanto magnetismo al otro lado del Canal, tal como hizo constar la concesi¨®n del Premio Carlomagno
Ahora, tras la decisi¨®n de Blair de aliarse con George W. Bush en la invasi¨®n de Irak, el sue?o italiano del blairismo ha muerto, se ha destruido, yace con N¨ªnive y Tiro. Y no s¨®lo el sue?o italiano, porque ¨¦sta era una visi¨®n que compart¨ªan muchos en toda Europa. Hoy es dif¨ªcil recordar con qu¨¦ entusiasmo hablaban los europeos continentales, hace pocos a?os, de la tercera v¨ªa de Blair como un camino hacia delante para Europa tras el final de la gran lucha ideol¨®gica entre el comunismo y el capitalismo. Desde Churchill no hab¨ªa un dirigente brit¨¢nico que tuviera tanto magnetismo al otro lado del Canal, tal como hizo constar la concesi¨®n del galard¨®n pol¨ªtico m¨¢s prestigioso de Europa, el Premio Carlomagno. Ahora, despu¨¦s de Irak, todo eso se acab¨®.
Ahora, en cambio, los disc¨ªpulos italianos del blairismo se han encontrado con el espect¨¢culo del profeta Blair reunido con su pr¨ªncipe de las tinieblas, Silvio Berlusconi, para unas vacaciones en la lujosa villa que este ¨²ltimo posee en Cerde?a. Para a?adir un toque tragic¨®mico, el dirigente italiano result¨® lesionado en un choque accidental con la bota del l¨ªder brit¨¢nico mientras jugaban un partido amistoso de f¨²tbol con equipos de cinco. Despu¨¦s, al parecer, mientras se sujetaba la pierna izquierda lesionada, Berlusconi dijo: "Ya se sabe que la izquierda siempre est¨¢ caus¨¢ndome problemas". De verdad, ¨¦sta fue la gota que colm¨® el vaso.
El l¨ªder ca¨ªdo
El a?o pasado, Blair todav¨ªa result¨® escogido como pol¨ªtico occidental del a?o en un sondeo realizado entre creadores de opini¨®n por una din¨¢mica publicaci¨®n de centro-izquierda, Il Riformista. Pero Antonio Polito, el ingenioso y mordaz director del peri¨®dico, dice -quiz¨¢ exagera- que ¨¦l fue el primer blairista en Italia y ahora es el ¨²ltimo que queda. Otros escritores de centro-izquierda aseguran que Blair ya no es un nombre que convenga mencionar cuando intentan convencer a sus lectores de alguna cosa. M¨¢s bien, todo lo contrario. Muy a su pesar, les inspira lo mismo que el l¨ªder ca¨ªdo del poema de Robert Browning: "Nunca m¨¢s una ma?ana alegre y confiada".
Por supuesto, se puede alegar que un dirigente pol¨ªtico no es responsable de todas las esperanzas depositadas en ¨¦l, igual que Brad Pitt o Madonna no son responsables de los sue?os de sus admiradores. Y me da la impresi¨®n de que Tony Blair, aunque evidentemente disfrutaba con los elogios continentales al blairismo, nunca entendi¨® del todo qu¨¦ es lo que ve¨ªan los europeos en ¨¦l y su proyecto. Es m¨¢s, todav¨ªa parece creer que al Reino Unido le va muy bien en Europa. ?No hay m¨¢s que pensar en todos esos aliados de la Uni¨®n Europea ampliada que nos han ayudado a derrotar al candidato franc¨¦s para la presidencia de la Comisi¨®n Europea!
Sin embargo, es precisamente ah¨ª, en el peligroso retroceso a las alianzas rivales dentro de la Uni¨®n Europea -una en torno a Francia, la otra en torno al Reino Unido-, donde vemos el duro precio que estamos pagando todos por el derrumbe transcontinental del blairismo como consecuencia de la guerra de Irak. El programa nacional de una socialdemocracia modernizada, que es lo que m¨¢s atrajo al principio al centro-izquierda italiano, sigue encima de la mesa. Quiz¨¢ ser¨ªa m¨¢s exacto llamarlo brownismo, por su principal autor, Gordon Brown, pero por alg¨²n motivo no suena igual de bien. (?Ser¨¢ simplemente porque la ele y la erre de blairismo tienen un sonido m¨¢s agradable? ?O porque el brownismo se asocia con un color pol¨ªtico desafortunado [brown = marr¨®n]?).
Las m¨¢s perjudicadas son las prioridades internacionales. Una de las principales expertas italianas en pol¨ªtica exterior, Marta Dass¨´, afirma que, en los a?os ochenta y noventa, la izquierda y la derecha italianas ten¨ªan un amplio consenso en materia de pol¨ªtica internacional. Las dos partes estaban de acuerdo en la necesidad de comprometerse por completo con el proyecto europeo y mantener una estrecha alianza con Estados Unidos. Todo el mundo quer¨ªa ambas cosas. Pero el consenso se ha roto. Ahora, Italia, como muchos otros pa¨ªses europeos, est¨¢ dividida entre dos alternativas enfrentadas: una derecha no s¨®lo proestadounidense, sino tambi¨¦n pro-Bush, y que se inclina a ser euroesc¨¦ptica -representada por Berlusconi-, y una izquierda con tendencia a ver el proyecto europeo -como Chirac- como un rival del proyecto estadounidense. Especialmente en su versi¨®n neoconservadora. Aunque la izquierda italiana no est¨¢ unida en casi nada, salvo en su odio a Berlusconi, esa tendencia saldr¨¢ reforzada si todos se agrupan en torno a Romano Prodi como candidato a primer ministro. Prodi ha dicho, en privado, que Chirac es su amigo pol¨ªtico m¨¢s cercano entre los l¨ªderes europeos, y, por el contrario, con Blair mantiene una relaci¨®n conflictiva.
En Italia, estas tendencias coinciden con la derecha y la izquierda, pero en el resto de Europa la situaci¨®n es m¨¢s compleja. Esta semana, lo que yo llamo el proyecto de "Europa como lo que no es Estados Unidos" recibi¨® un gran espaldarazo p¨²blico con las manos simb¨®licamente entrelazadas del gaullista franc¨¦s Jacques Chirac, el socialdem¨®crata alem¨¢n Gerhard Schr?der y el socialista espa?ol Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Como se?al¨® inmediatamente EL PA?S, el equivalente espa?ol de The Guardian o La Repubblica, la imagen era el reflejo exacto, a la inversa, del simb¨®lico apret¨®n de manos entre el ex primer ministro espa?ol Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, George W. Bush y Tony Blair en las Azores, en v¨ªsperas de la guerra de Irak. El mes pasado, Chirac y Schr?der tuvieron un gesto semejante con el presidente Putin de Rusia. Mientras tanto, en el otro bando tenemos a Berlusconi, Bush, el presidente ex comunista de Polonia, Aleksander Kwasniewski, y, claro est¨¢, Tony Blair.
Es como si la bandera europea se desgarrase entre las barras y estrellas, por un lado, y la ense?a arco iris, que aqu¨ª, en Italia, se ve por todas partes y que proclama PACE, es decir, paz en la tierra y buenos deseos para todo el mundo excepto Bush (y, para muchos de los que la ondean, Estados Unidos en general). Entre los dos extremos, cada vez m¨¢s perdida, est¨¢ la postura euroatl¨¢ntica que constituye la esencia internacional del blairismo.
La cita de Pontignano
Este fin de semana, importantes pol¨ªticos, periodistas, empresarios, activistas y profesores brit¨¢nicos e italianos se re¨²nen, como todos los a?os, en el monasterio de Pontignano, cerca de Siena. La cita de Pontignano suele ser una de las m¨¢s agradables y productivas entre las reuniones bilaterales que el Reino Unido (m¨¢s europeo de lo que ¨¦l mismo cree) celebra anualmente con otros pa¨ªses europeos, entre ellos Alemania, Francia, Espa?a y Polonia. Este a?o, los expertos reunidos tienen que estudiar con urgencia la forma de restaurar esa v¨ªa intermedia del atlantismo europeo y el europe¨ªsmo atlantista, incluso en el caso de que -como parece cada vez m¨¢s probable- el pr¨®ximo presidente de EE UU siga llam¨¢ndose Bush.
Porque, aunque su ep¨®nimo parezca haberla abandonado de momento -a juicio de la mayor¨ªa de los europeos, aunque estoy seguro de que ¨¦l no lo cree as¨ª-, esta v¨ªa intermedia sigue siendo, si adaptamos la famosa frase de Churchill sobre la democracia, el peor camino posible hacia delante, aparte de todos los dem¨¢s que se han intentado en un momento u otro.
Por consiguiente, lanzar¨¦ el mismo grito que cuando muere un rey: el blairismo ha muerto. Viva el blairismo.
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia.
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