Bisuter¨ªa y espejuelos
LA SESI?N DE APERTURA del a?o judicial (?no ser¨ªa conveniente que sus protagonistas aliviaran la bisuter¨ªa decorativa sobre sus negras togas?) fue precedida por una iniciativa parlamentaria del PSOE, IU y ERC para cambiar el sistema de nombramiento por el pleno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) de los magistrados del Supremo y de los presidentes de los Tribunales Superiores de Justicia. La proposici¨®n no de ley eleva la actual mayor¨ªa requerida para tales designaciones de 11 a 13 votos sobre 21, mayor¨ªa reforzada ya exigida para la elecci¨®n de los dos magistrados judiciales del Constitucional.
Al igual que ocurre con otras mayor¨ªas cualificadas, el nuevo sistema corre el doble riesgo de congelar indefinidamente la decisi¨®n esperada (por la demora del acuerdo entre las partes) o de elegir candidatos de perfil profesional bajo y preferencias ideol¨®gicas epicenas (precio a pagar por la neutralidad de m¨ªnimos). Pero Jos¨¦ Luis Requero -un locuaz vocal de la actual mayor¨ªa del CPPJ cuya rigidez ultraconservadora se dobla con una sectaria disciplina religiosa- considera que la propuesta es un enga?o de la minor¨ªa para obtener una il¨ªcita representaci¨®n desproporcionada con sus fuerzas "bajo el espejuelo del consenso", despreciado como un ardid tramposo empleado por cazadores de ventaja con el fin de atraer y matar alondras.
El comienzo del nuevo curso judicial coincide con la presentaci¨®n en el Congreso de una proposici¨®n no de ley del PSOE, ERC e IU para elegir a los magistrados del Supremo por mayor¨ªa cualificadaBisuter¨ªa y espejuelos
Ante el peliagudo dilema de tener que elegir entre dos males, los peligros potenciales de la mayor¨ªa cualificada parecen menos temibles que los estragos reales causados por el rodillo aplicado por la mayor¨ªa absoluta del actual CGPJ. Hasta su ¨²ltima renovaci¨®n -por cinco a?os- en noviembre de 2001, el pleno del ¨®rgano de gobierno de la magistratura hab¨ªa mantenido con relativo decoro sus equilibrios internos tanto para aprobar dict¨¢menes sobre anteproyectos legislativos como para nombrar a los presidentes de Sala y magistrados del Supremo y a los presidentes de los Tribunales Superiores de Justicia. Pero la mayor¨ªa absoluta alcanzada por el PP en las elecciones generales de 2000 y la candorosa torpeza de los portavoces de la minor¨ªa parlamentaria del PSOE tras su 35? Congreso al negociar con el Gobierno a lo largo de 2001 la reforma neocorporativa del sistema de elecci¨®n del CGPJ -primero- y la designaci¨®n de sus 20 miembros -despu¨¦s- engendraron una criatura teratol¨®gica, apadrinada en la pila bautismal por el nuevo presidente votado por todos los vocales. Los 10 candidatos del PP y el presidente Hernando -m¨¢s identificado si cabe con el Gobierno de Aznar- formaron una mayor¨ªa absoluta de hierro; el abandono del vocal Jos¨¦ Antonio Alonso, seducido a mitad de su mandato por el cargo de ministro del Interior en el Gabinete de Zapatero, debilit¨® el reducido pelot¨®n de la minor¨ªa.
Bajo el trienio negro hegemonizado durante la ¨²ltima legislatura por Hernando (presidente del CGPJ y del Supremo), Jim¨¦nez de Parga (presidente del Constitucional) y Michavila (ministro de Justicia), el mundo jur¨ªdico sufri¨® un grave deterioro en todas sus dimensiones. Juan Antonio Lascurain ha estudiado ("?Que les corten la cabeza?", Claves de Raz¨®n Pr¨¢ctica, n? 145) la enloquecida espiral de endurecimiento atrabiliario de la normativa penal y procesal disparada por el melifluo ex titular de Justicia a partir de 2003; la chapucera elaboraci¨®n de las normas por el Gobierno y su mayor¨ªa lleg¨® hasta el esperpento con la ley de acompa?amiento presupuestaria. Las solapadas o abiertas interferencias del Ejecutivo y del PP sobre la actividad jurisdiccional de los tribunales, la utilizaci¨®n del Fiscal General como larga mano de los deseos gubernamentales y la purga de fiscales de Sala al socaire de las renovaciones de sus mandatos temporales cerraron el cerco. Finalmente, la implacable utilizaci¨®n de la mayor¨ªa absoluta del PP en el CGPJ a fin de conformar de manera sectaria y clientelista la organizaci¨®n de la justicia para muchos a?os qued¨® potenciada por otra reforma del inquisitorial Michavila: el nombramiento discrecional y la amovilidad temporal de los presidentes de Sala de los Tribunales Superiores de Justicia y de la Audiencia Nacional.
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