De la dulce Felisia a las hormigas gigantescas
En la zona del puerto, una enigm¨¢tica m¨²sica -"el hit del verano", dicen socarrones los 25 miembros del equipo de trabajo de los Fant¨°tems- anuncia la llegada de Felisia, una marioneta negra de m¨¢s de 10 metros de altura. La representaci¨®n se desarrolla en el rompeolas del puerto de Sant Adri¨¤. Desde el mar abierto, la giganta Felisia, con un dulce acento luso -grabada por la cantante y compositora africana Fanta Gissok¨®-, habla a los espectadores y les explica que viene de lejos y que quiere entrar en el F¨®rum. Pero es inmigrante y no la dejan. Su partenaire en la escena es Xin Xin, otra marioneta gigante que responde preguntas de ni?os, enviadas por Internet, sobre el extra?o funcionamiento del mundo actual. En estos meses, Felisia, como tantos personajes de los cinco espect¨¢culos estables del F¨®rum, ha pasado a formar parte de su paisaje. Una labor complicada, como todas las que cada d¨ªa se repiten aqu¨ª: en este caso, las inmensas marionetas funcionan a motor y su actuaci¨®n se desarrolla sobre el agua. Dado su tama?o, cada manipulador es responsable de un miembro -brazo, pierna, cabeza-. Pero lo han disfrutado. "Justo cuando acaba el F¨®rum est¨¢ previsto que nazca mi hijo", explica el argentino Germ¨¢n Valentich, uno de los patrones que hacen navegar a las marionetas. Para el malague?o Alejandro Gal¨¢n, uno de los manipuladores, su historia con el F¨®rum es "de amor y odio", pero se lleva buenos recuerdos.
En la otra punta, m¨¢s all¨¢ del Centro de Convenciones, una gran carpa alberga a m¨¢s de 20 artistas y las 11 figuras del pasacalle de d¨ªa: hay ciempi¨¦s, hormigas gigantes, ara?as y mariposas de aluminio con una base de hierro que se mueven a golpe de pedal. Un trabajo duro: cada d¨ªa hacen un pase de dos kil¨®metros.
"Yo empec¨¦ a trabajar cuando esto era a¨²n territorio comanche y no hab¨ªa ni asfalto", recuerda Rosa Duque, de 41 a?os, jefa de unidad del espect¨¢culo. Rosa afirma que ha perdido dos tallas desde que est¨¢ en el F¨®rum. Y de eso hace mucho. Era noviembre de 2002, y desde entonces ha pasado por tres departamentos. Ha estado en las oficinas de la calle de Llull, en las de la calle de ?vila, y recuerda cuando empezaron a trabajar en la actual sala de prensa del Centro de Convenciones. "Entonces est¨¢bamos 90 personas y llegar cada d¨ªa all¨ª era como una gincana". Rememora que, a causa de las obras, un d¨ªa pod¨ªa llover arena, y al otro, litros de agua. Y se pasaba un fr¨ªo atroz. Ya en la recta final del F¨®rum, Rosa se emociona. "Es que hay gente con la que llevas dos a?o haci¨¦ndote el tupper y comiendo", exclama. Y concluye: "Es como cuando te preguntas por qu¨¦ uno no ha vuelto a hacer amigos como los del colegio: es porque con nadie pasas tanto tiempo, y aqu¨ª, con los compa?eros, ha vuelto a pasar".
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