El atrevimiento de Larrainzar y Torretta salva el papel del dise?o
Irregularidad estil¨ªstica y tristeza formal en las primeras colecciones de primavera-verano
La primera jornada de la 40? edici¨®n de la Pasarela Cibeles con las propuestas para la primavera-verano de 2005 comenz¨® ayer con maneras poco novedosas y en una franca tristeza formal: un Elio Berhanyer decadente y un Devota & Lomba irregular dejaron un paladar amargo. Solamente al final de la jornada, la repentina locura de Javier Larrainzar y el desbordamiento atrevido en lo sexydress de Roberto Torretta pusieron una luz en un sal¨®n que navega por muestrarios sin coherencia o en lagunas de inspiraci¨®n. Cerr¨® Juan Duyos, con un desfile de pretensiones espa?olizantes, pero igualmente fuera de tono y tendencia.
Cabe preguntarse aquello de qui¨¦nes somos, ad¨®nde vamos, por qu¨¦ existimos. El primer d¨ªa de Cibeles ha cortado las alas a quienes quer¨ªan ver renovaci¨®n. Tras la apertura de ?gatha Ruiz de la Prada, el veterano y actual decano de los modistas espa?oles en pasarela, Elio Berhanyer, mostr¨® un largo desfile lleno de incoherencia, facturas dudosas (algo muy raro en ¨¦l), tejidos caros usados a voleo y hasta copias dom¨¦sticas y burdas de Dior y Chanel. Tras unas primeras salidas discretas donde los colores planos se conjugaban al blanco interpretado en sedas lavadas y con correcta geometrizaci¨®n, se dio paso a un muestrario comercial de oficio irrecuperable.
Modesto Lomba, que hab¨ªa logrado en anteriores desfiles una estabilidad formal, esta vez se lanza a la aventura de la volanter¨ªa irregular, ya sea en vertical, diagonal, o adosada a los ejes del patr¨®n, con botonaduras en hilera cerrada, veladuras y siluetas prietas. Es una colecci¨®n inestable, donde se percibe la referencia a los a?os cuarenta, pero que en conjunto es d¨¦bil y en retroceso. Su mejor exposici¨®n esta vez han sido las breves salidas masculinas, con un esmerado traje en raso plata y otros looks m¨¢s informales, pero igualmente conseguidos. No tiene sentido ese asunto de traer a la pasarela de verano pieles de pelo en abundancia.
Javier Larrainzar ha dado un giro radical a su trabajo y se trata de insertar de golpe en la corriente nacional que lideran, por distintos cauces est¨¦ticos, Roberto Verino o Victorio & Lucchino; es un proceso que va del volante al accesorio, del bordado a la riqueza barroca del estilismo. Su desfile lo abri¨® Andr¨¦s Velencoso, de blanco indiano, mant¨®n crudo al cuello (?significa esto que comienza a hacer tambi¨¦n ropa de hombre, como los nombres citados antes?), y empez¨® una larga serie en blanco sucio y marfil donde ese estilismo barroco basado en la saturaci¨®n de la prenda y del conjunto culminaba en los terminados brutalistas, los flecos maltratados o los encajes catalizadores de otros materiales pesados, como el ante o el raso recamado. Hay en Larrainzar una obsesi¨®n por el lujo for¨¢neo de la costura, su impronta fuera de cualquier realidad, que termina en una serie en negro donde se alterna lo conseguido con lo pretencioso. De nuevo se vieron pieles: delirantes cuellos de zorro para el verano.
Roberto Torretta fue el m¨¢s seguro y concreto de la jornada, en su juego de los est¨¢ndares, sin demasiada originalidad, pero jugando con solvencia sus bazas; se trata de una moda globalizada en el gusto y en la factura, apta para el buen mercado. Su uso de los blancos, pasteles y, especialmente, del verde petr¨®leo trae a la palestra madrile?a la tendencia internacional que se refleja en la naturaleza, pudiendo destacarse sus talles bajos, las chaquetas masculinas, los escotes provocativos y las gabardinas engomadas.
Al final, Juan Duyos pretende espa?olizarse sin entender c¨®mo en otros grandes nombres de la moda espa?ola (por citar el valenciano Montesinos o los sevillanos Victorio & Lucchino) tal proceso no resulta de un repentino "ol¨¦ de la curra", sino de un largo, profundo proceso de maduraci¨®n de las influencias y los elementos vern¨¢culos.
Babelia
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