Locuras
La locura, al igual que el crimen, es un fiel reflejo de la sociedad en la que se desencadena, la negra sombra de una determinada cultura. Lo sabemos no s¨®lo por la literatura o por el cine, tambi¨¦n el estudio del crimen y de la locura han servido de fuente para trabajos de historia social. Sin duda, ser¨¢n m¨¢s relevantes para los historiadores los casos de violencia dom¨¦stica que nutren las p¨¢ginas de sucesos que muchos discursos que llenan las de pol¨ªtica, sobre todo cuando est¨¢n tan alejados de la realidad como el pronunciado estos d¨ªas por el presidente de la Generalitat, Francisco Camps.
Ahora crimen y locura se han juntado de nuevo en Sueca, matando a un agente de la polic¨ªa local y destrozando a dos familias. En este caso, el hecho de que el francotirador mantuviera en vilo a las fuerzas policiales durante once horas ha otorgado al suceso un gran despliegue en peri¨®dicos y telediarios. Sin embargo, es de temer que no se reflexione lo suficiente sobre la circunstancia de que, meses atr¨¢s, el homicida hubiera reclamado in¨²tilmente su internamiento en una unidad psiqui¨¢trica por considerarse "un peligro p¨²blico" para ¨¦l y "para la sociedad".
M¨¢s all¨¢ de la opini¨®n que les mereciera el caso a los m¨¦dicos del hospital de la Ribera, lo relevante del asunto es que dif¨ªcilmente hubieran podido internarlo, porque la sanidad p¨²blica valenciana carece de los recursos asistenciales para ello. La situaci¨®n ha sido denunciada reiteradamente por las asociaciones de familiares de enfermos mentales mediante escritos, informes, peticiones, protestas e incluso manifestaciones en la plaza de la Virgen, "la Mare de Deu dels Folls o Desamparats", no lo olvidemos. Esta dram¨¢tica situaci¨®n que viven, cada d¨ªa, las familias de los enfermos mentales se convierte muchas veces en tragedia. En numerosas ocasiones la vida de estas familias se convierte en un infierno cuando los padres de los perturbados alcanzan una vejez que les hace especialmente vulnerables ante los peligros de sus demencias, mientras ven llegar el fin de sus d¨ªas con la incertidumbre de no saber qui¨¦n se ocupar¨¢ de sus desgraciados hijos.
Esta situaci¨®n tiene poco que ver con el id¨ªlico panorama que Camps nos ofreci¨® sobre la Comunidad Valenciana en el llamado debate de pol¨ªtica general, que se supone abarca tambi¨¦n la sanidad y ¨¦sta a su vez, la salud mental. Pero aqu¨ª una dirigente del PP como Rita Barber¨¢ puede vanagloriarse de que el padre Jofr¨¦ fundara en esta ciudad, hace seis siglos, el primer asilo para locos del mundo y a la vez otro capitoste local, como el presidente de la Diputaci¨®n de Valencia, Fernando Giner, se permite acabar de desmantelar las instalaciones de B¨¦tera con la extravagante ocurrencia de convertir los terrenos en un parque tem¨¢tico de los pueblos de la provincia. ?D¨®nde est¨¢ la cordura?
El francotirador de Sueca, a pesar de estar en tratamiento psiqui¨¢trico, ten¨ªa licencia de armas, una circunstancia que tiene poco que ver con la racionalidad y que adem¨¢s no es una excepci¨®n, pues en febrero de 2000 otro enfermo psiqui¨¢trico mat¨® a cuatro personas a tiros, con los papeles en regla.
Y es que m¨¢s all¨¢ del demente y su entorno inmediato, la locura pone en cuesti¨®n la racionalidad del modelo de convivencia, pues -como explican los psiquiatras- la p¨¦rdida del sentido com¨²n no hace sino aflorar las contradicciones del orden social.
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