Estados Unidos, Europa y el mundo ante el terror
Como dec¨ªa un columnista recientemente en el The New York Times: "S¨®lo en un a?o electoral dominado por la ficci¨®n puede un mariquita (sissy), que se vali¨® de la influencia de su pap¨¢ para no ir a Vietnam, describir a un verdadero h¨¦roe como un nenaza (girlie-man)". Naturalmente, el mariquita es el presidente Bush y el h¨¦roe, el senador Kerry. Por supuesto, en tiempo de elecciones se ven y se oyen cosas muy raras en todas las latitudes, pero los fen¨®menos que ocurren ¨²ltimamente en Estados Unidos son especialmente aberrantes.
Las ¨²ltimas elecciones norteamericanas (noviembre de 2002), que se saldaron con un sonado triunfo de los republicanos, fueron notables por varios motivos. En primer lugar, porque no es frecuente que el partido presidencial avance en los comicios intermedios. En segundo lugar, porque la econom¨ªa de Estados Unidos iba mal: la Bolsa ca¨ªa, el d¨®lar bajaba, el d¨¦ficit presupuestario empezaba ya a parecer amenazador, el paro aumentaba, y la confianza de empresarios y consumidores disminu¨ªa. En tercer lugar, porque el programa de Bush resultaba mucho m¨¢s extremista, partidista, intransigente y reaccionario de lo que durante la campa?a hizo creer con aquello del "conservadurismo compasivo". Como dijo Clinton, tal eslogan fue una buena muestra de habilidad pol¨ªtica, combinando la realidad con la ret¨®rica: luego se vio que lo de la compasi¨®n era ret¨®rica, lo del conservadurismo, realidad. Y en cuarto lugar, porque Bush es un pol¨ªtico tosco, de escasas dotes dial¨¦cticas, incapaz de dialogar con la prensa o con el Congreso. A todo ello se a?ade el hecho an¨®malo y bien conocido de que su victoria en las elecciones de 2000 no s¨®lo fuera una derrota num¨¦rica en las urnas, sino que adem¨¢s pareciera ama?ada por una Corte Suprema que vot¨® m¨¢s con arreglo a sus convicciones (o conveniencias) pol¨ªticas que al derecho. A pesar de todos estos factores, que hubieran permitido pensar que la presidencia del segundo Bush era un fen¨®meno pasajero, el partido republicano obtuvo una victoria sonada en los ¨²ltimos comicios, y esta victoria se le atribuy¨® en gran parte al propio Bush.
Y, lo que es m¨¢s notable, los republicanos, con Bush al frente, llevan camino de repetir su ¨¦xito de hace dos a?os, cuando los hechos objetivos inclinar¨ªan a pensar que en buena l¨®gica debieran perder. En efecto, las cosas desde 2002 no han hecho sino empeorar. Todas las predicciones de los enemigos de Bush se han cumplido. La invasi¨®n de Irak ha sido un fracaso y ha puesto a los Estados Unidos en un callej¨®n sin salida: o se convierte en una potencia ocupante durante muchos a?os, o se va de Irak con el rabo entre las piernas y dejando tras de s¨ª una situaci¨®n de guerra civil. Todas las justificaciones que se dieron para la invasi¨®n (armas de destrucci¨®n masiva, conexi¨®n del r¨¦gimen de Sadam con Al Qaeda, restauraci¨®n de la democracia iraqu¨ª) han resultado falsas, fruto de la mendacidad o, en el mejor, aunque poco probable, de los casos, de la m¨¢s escandalosa incompetencia. El terrorismo internacional, lejos de disminuir, ha aumentado, porque la invasi¨®n ha confirmado a los ojos de millones de musulmanes desesperados que Occidente es una potencia imperialista enemiga del islam. Hace dos a?os, antes de la invasi¨®n, circulaban por Estados Unidos unos carteles con Bin Laden en actitud de T¨ªo Sam diciendo: "Quiero que invadas Irak". El otro d¨ªa una vi?eta en el Herald Tribune pintaba al mismo Bin Laden aplaudiendo en la convenci¨®n republicana y gritando: "?Cuatro a?os m¨¢s!". Por otra parte, la econom¨ªa no ha mejorado mucho en estos dos a?os, el precio del petr¨®leo se ha disparado, y Bush es uno de los pocos presidentes durante cuyo mandato aument¨® el desempleo. Y, sin embargo, encabeza las encuestas.
Naturalmente, todas estas cosas raras se explican no s¨®lo porque este a?o electoral norteamericano est¨¦ dominado por la ficci¨®n. Lo m¨¢s grave es que est¨¢ dominado por el miedo y por la histeria, y que a una parte sustancial del p¨²blico norteamericano, que se siente amenazado, le parece bien que su pa¨ªs agreda ciegamente a un tercero, aunque ¨¦ste no haya participado en el ataque a las Torres Gemelas. En resumidas cuentas, los terroristas han reforzado a la derecha norteamericana a¨²n m¨¢s que lo hicieran los comunistas en los momentos ¨¢lgidos de la guerra fr¨ªa. Sociol¨®gica e ideol¨®gicamente, la derecha norteamericana se hab¨ªa batido en retirada desde la victoria de Clinton en 1992 hasta el ataque de Bin Laden. Desde aquel 11 de septiembre el escenario ha cambiado totalmente. Ahora son los dem¨®cratas los que est¨¢n en retirada y la derecha republicana la que puede monopolizar el poder por mucho tiempo. La verdad es que, si a Bin Laden le benefician cuatro a?os m¨¢s de Bush, a Bush le benefician cuatro a?os m¨¢s de Bin Laden.
El caso de Estados Unidos, aunque el m¨¢s importante, no es aislado. En Israel ocurri¨® lo mismo en 2001: si Bin Laden ha reforzado a Bush en el poder, Arafat coloc¨® all¨ª a Sharon tras el fracaso de las negociaciones de Camp David, con su apoyo m¨¢s o menos expl¨ªcito a la Intifada y los atentados. Tambi¨¦n en Israel la mentalidad de sitio ha reforzado a la extrema derecha: hoy Sharon est¨¢ firmemente asentado en el poder, y su ¨²nico rival serio es Benjam¨ªn Netanyahu, de su mismo partido y m¨¢s a la derecha todav¨ªa. Y a¨²n tenemos un tercer ejemplo de este mismo fen¨®meno: en Rusia, la postura belicosa e irreductible de Putin se ha visto reforzada por el conflicto de Chechenia. A pesar de las cr¨ªticas tras la matanza de Besl¨¢n, con su acompa?amiento de mentiras, incompetencia y brutalidad por parte de Mosc¨², el Gobierno de Putin saldr¨¢ fortalecido, y no s¨®lo por la inhumana crueldad de los terroristas, sino por el reflejo defensivo y nacionalista de los rusos. Lo que tienen de com¨²n Bush, Sharon y Putin es que su postura, m¨¢s que de firmeza, es de agresividad casi irracional. En ninguno de los tres casos parece que la fuerza bruta vaya a resolver nada a largo plazo. Sin embargo, encuentran apoyo emocional en un electorado atemorizado y hostigado por
un enemigo que es a la vez exterior e interior: el terrorismo. Ante la violencia salvaje de los terroristas los pueblos democr¨¢ticos abdican de su raciocinio y responden visceralmente votando a mandatarios militaristas y reaccionarios aunque les metan en un callej¨®n sin salida.
Este reforzamiento de la extrema derecha en los pa¨ªses democr¨¢ticos, a¨²n incipiente, lleva camino de acentuarse, aunque Europa a primera vista parece algo diferente. Aqu¨ª el recuerdo del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial frenan la xenofobia y la agresividad. Incluso en la at¨ªpica Espa?a la reacci¨®n el pasado marzo fue a la inversa. Pero no es probable que el ejemplo espa?ol marque tendencia. Al contrario, si el terror internacional contin¨²a, el giro a la extrema derecha puede tener lugar en Europa tambi¨¦n, como ha amagado ya en Francia, Austria, Dinamarca y Holanda, aunque aqu¨ª, sin embargo, el giro conservador ser¨¢ m¨¢s defensivo que ofensivo.
No es nada probable que cese el terrorismo internacional; lleva muchos a?os haci¨¦ndose sentir, y las agresiones son cada vez m¨¢s graves y frecuentes. Las causas subyacentes no llevan visos de desaparecer. Las campa?as rusas, las incursiones y represalias israel¨ªes, la intervenci¨®n en Afganist¨¢n, no han hecho sino acrecentar el odio que despierta Occidente. La invasi¨®n de Irak puede haber aumentado el prestigio de Bush en Estados Unidos, pero ha exacerbado el deseo de venganza y ha actuado como bander¨ªn de enganche en el mundo isl¨¢mico. Bin Laden, los rebeldes chechenos, los terroristas palestinos, son los h¨¦roes de millones de musulmanes. El terrorismo seguir¨¢ en aumento y ello volver¨¢ a reforzar a los partidos belicistas en los pa¨ªses democr¨¢ticos.
Es dif¨ªcil imaginar c¨®mo pueda ponerse fin a la espiral de violencia y polarizaci¨®n internacional que se avecina. La inestabilidad social y pol¨ªtica del Tercer Mundo aumenta a?o a a?o a medida que el crecimiento demogr¨¢fico hunde a miles de millones en la miseria. La desigualdad internacional aumenta, y no hay programa de ayuda que pueda hacer frente a una marea humana que no tiene precedentes hist¨®ricos. El resentimiento que la desigualdad provoca es el mejor caldo de cultivo para el terrorismo. Sin un replanteamiento radical y racional de los problemas econ¨®micos y sociales del planeta, las perspectivas del siglo XXI son muy sombr¨ªas.
Gabriel Tortella es catedr¨¢tico de Historia Econ¨®mica en la Universidad de Alcal¨¢.
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