Cine rojo
Sub¨ª al taxi a la salida del teatro, y el conductor me felicit¨®: "Al teatro hay que ir y no al cine". "?No le gusta el cine?". "Nunca m¨¢s ver¨¦ una pel¨ªcula espa?ola". Los c¨¢ndidos creemos en una cuesti¨®n de est¨¦tica, como en tiempos de Franco ("??sa no, que es espa?ola!"). Ahora no van porque los del cine son rojos. Lo he comprendido leyendo a Losantos y a Uss¨ªa. Dice el de El Mundo: "Como mucha gente que vot¨® al PP, yo hab¨ªa decidido no ver una sola pel¨ªcula espa?ola...". Ah, es un boicot. Cuando empez¨® la campa?a del cine (y el teatro) contra la guerra, los votables del PP acusaban a los artistas de haberse opuesto a la guerra, que era la pol¨ªtica de Aznar: dec¨ªan que con el dinero de las subvenciones hac¨ªan campa?as contra quienes se lo daban.
El asunto reflejaba lo que era para el PP el dinero y la pol¨ªtica cultural. "Do ut facies", dec¨ªan los romanos, doy para que hagas: no pel¨ªculas, que no importa, sino mi pol¨ªtica de partido. Haz las pel¨ªculas que quieras, pero manda los chicos a la guerra. El colmo de su ira ha sido la pel¨ªcula Mar adentro, con toda su propaganda de la eutanasia. El de La Raz¨®n escribe una enso?aci¨®n surrealista cuando propone que le den a Bardem "el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes o el de Brigadistas Internacionales de Honor. Este t¨ªtulo le encantar¨ªa, y le impondr¨ªa la medalla Eduardo Haro Tecglen, con lo cual el gozo infinito est¨¢ asegurado". Los rojos, unidos: con la eutanasia, las brigadas, con Ruiz-Gallard¨®n d¨¢ndole la Medalla de Oro de Bellas Artes, en representaci¨®n de Prisa.
?La imaginaci¨®n al poder!, dec¨ªan los pobres del Mayo de 1968. Algunos estudiosos creen que la buena izquierda europea sali¨® de aquel movimiento y se impone ahora a los obsoletos rojos. Todo este movimiento por el que los que no quieren perder el apelativo de origen de izquierda quieren desterrar a los rojos de verdad es un poco escandaloso. Y dice, aqu¨ª, Rosa Montero: "La cultura de este pa¨ªs y de Occidente ha estado en manos de la izquierda desde hace d¨¦cadas"; "los mandarines culturales siguen creyendo, contra toda evidencia, en el ed¨¦n de la revoluci¨®n cubana, que es lo mismo que creer en el cielo cristiano, una cuesti¨®n de dogma y de fe"; otros se atrevieron a criticar "como Vargas Llosa o Solzhenitsin; y pagaron un elevado precio por ello"; no tanto, creo, como los dem¨¢s. Pero es contra Bel¨¦n Gopegui, Rafael Conte.
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