Una flecha en el presente
Michel Foucault, a quien Habermas denomin¨® "una flecha en el coraz¨®n del presente", represent¨® en las d¨¦cadas de 1960 y 1970 un s¨ªmbolo del relevo generacional de la clase intelectual nacida al abrigo de la ¨²ltima posguerra mundial. Junto con el longevo L¨¦vi-Strauss fue mascar¨®n de proa nacional e internacional de un grupo de intelectuales franceses (Derrida, Althusser, Lacan, Deleuze, Bourdieu, Barthes, Lyotard) que, agrupados primero en torno al r¨®tulo del estructuralismo y luego dispersados en funci¨®n de sus propios proyectos, aunaron la realizaci¨®n de una poderosa obra de creaci¨®n e innovaci¨®n te¨®rica con la capacidad para conectar con las inquietudes de una sociedad receptiva y en expansi¨®n -seg¨²n datos de la Historia del estructuralismo de Fran?ois Dosse, Las palabras y las cosas vendi¨® 20.000 ejemplares el a?o de su aparici¨®n (1966), y llegaba hasta los 103.000 en 1987, y no es precisamente un prontuario o una obra de divulgaci¨®n- y con la habilidad para ocupar los lugares estrat¨¦gicos de la instituci¨®n intelectual (Foucault dise?¨®, organiz¨® y dirigi¨® el Departamento de Filosof¨ªa de la vanguardista Universidad de Vincennes, nacida de mayo del 1968, y ocup¨® despu¨¦s una c¨¢tedra del College de France). Su obra suele distribuirse en tres grandes periodos: el de la arqueolog¨ªa del saber, centrado en torno a la problem¨¢tica epistemol¨®gica de las ciencias humanas, y al que pertenecen, adem¨¢s de la ya citada, obras tan revulsivas como la Historia de la locura o el Nacimiento de la cl¨ªnica; el de la microf¨ªsica del poder, cuando su investigaci¨®n adquiere en los a?os setenta un tinte m¨¢s pol¨ªtico y cobra una conciencia m¨¢s clara de su descendencia de la genealog¨ªa de Nietzsche, a partir de Vigilar y castigar (un libro de prolongada y profunda influencia), y el de la est¨¦tica de la existencia, ocupado enteramente por el proyecto de una Historia de la sexualidad, que oblig¨® a quien se hab¨ªa convertido en un experto en el siglo XIX a sumergirse en los textos de la antig¨¹edad cl¨¢sica y que su muerte prematura dej¨® incompleto hace 20 a?os. Tan aficionado a los viajes como a los largos encierros en las bibliotecas, estuvo presente en todos los frentes que reclamaban a los intelectuales -tambi¨¦n en la Espa?a de Franco para protestar contra los cr¨ªmenes de la dictadura-. Quienes le conocieron dicen que su personalidad impregnaba el ambiente de buen humor y de perspicacia, y que su sola presencia era ya un ant¨ªdoto contra la estupidez. De la filosof¨ªa dej¨® dicho que no consiste en legitimar lo ya pensado, sino en averiguar "c¨®mo y hasta qu¨¦ punto ser¨ªa posible pensar de otra manera".
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