David Delf¨ªn busca la luz nocturna de la ciudad desde el negro
Las propuestas de los dise?adores debutantes tuvieron una acogida irregular
La jornada de cierre de la 40? Pasarela Cibeles con las propuestas para la primavera-verano de 2005 no provoc¨® todo el revulsivo que se esperaba, al menos en sentido positivo. Aun as¨ª, fue reconfortante comprobar los progresos formales y profesionales de David Delf¨ªn, la voluntad ca?era y transgresora de Carlos D¨ªez y la importancia del regreso de Antonio Alvarado. Jocomomola, segunda l¨ªnea de Sybilla, trajo oficio y ratificaci¨®n de su gusto colorista hasta lo infantil.
El galard¨®n a la mejor modelo recay¨® con toda justicia en Ajuma Nasanyana
El d¨ªa de los llamados j¨®venes o nuevos dise?adores (que ni son tan j¨®venes ni son tan nuevos en el oficio) fue tan irregular como las dem¨¢s jornadas de esta Cibeles, que para algunos clama por cambios en los criterios de selecci¨®n de los dise?adores y para otros sencillamente respira las contradicciones de la moda espa?ola de hoy: falta originalidad, riesgo con sentido, objetivos de mercado y hasta calidad formal. Pero no todo fue as¨ª. El d¨ªa empez¨® y acab¨® bien, pues abri¨® David Delf¨ªn y cerr¨® Antonio Alvarado.
David Delf¨ªn puso una escenograf¨ªa a lo Who cares? de Balanchine, y ese sky-line se repiti¨® con ¨¦xito en la ropa final, aderezado con el uso del l¨²rex y la pedrer¨ªa t¨¦rmica. Siempre con algo de sorna e impacto, su vaquero anunciando la mercanc¨ªa (lleva bordado junto a la bragueta todo el aparato genital masculino empezando a alegrarse con un dibujo que imita a Jean Cocteau) fue la apertura de su serie denim, muy correcta de hechura y detalles. Toda su colecci¨®n es apta para el mercado (parafraseando a Andrej Wajda: "Todo para vender"): talles bajos y sastrer¨ªa de oficio, con ese pantal¨®n negro que ha sido su constante o eje, acompa?ando prendas complejas que exponen fragmentos de camisa y canotier en un solo resultado de gama estrecha: negro, gris y blanco. Es Delf¨ªn abanderado consciente de s¨ª mismo y sus ideas, ahora con ¨¦nfasis en el acento queer y la ambig¨¹edad, como si volviera a los felices y primitivos tiempos contestatarios que le lanzaron a la fama, pero esta vez siendo a trav¨¦s de un conseguido trabajo.
Jos¨¦ Mir¨®, Rocabert, Jorge V¨¢zquez, Juanjo Oliva e Ion Fiz han pinchado de lleno, algunos con muestrarios delirantes o prendas de fin de curso, pretenciosos hasta en los t¨®picos internacionales que sin sonrojo calcan, abusando de la buena voluntad del volante, los lazos, los encajes y las cintas de cualquier medida, desbordados por una ampulosidad un tanto in¨²til, extra?a a la moda de hoy: es intentar el lujo sin haberlo olido jam¨¢s lo que de entrada pervierte el producto, le resta credibilidad y coherencia. Cabe preguntarse (y llegado el caso, estudiar) qu¨¦ ha podido pasar con estos nombres que al principio eran una buena esperanza para la renovaci¨®n de la moda espa?ola, que empezaron muy bien y ahora navegan en el proceloso mar de la imitaci¨®n, el ruido de lo artificioso y el sue?o de la sinraz¨®n. V¨¢zquez obtuvo el reconocimiento al mejor dise?ador de la jornada y el galard¨®n a la mejor modelo recay¨® con toda justicia en la m¨¢s aplaudida de esta edici¨®n, una escultura de ¨¦bano nacida en Kenia hace 20 a?os y que se llama Ajuma Nasanyana.
Carlos D¨ªez, por su parte, que sabe dise?ar y construir, hizo un provocador arranque inspirado en el neog¨®tico y el retropunkie, usando de los corchetes y las cremalleras descontextualizados de su uso original, todo en un look ritual sin paradojas, ponible, de modo que lo "pol¨ªticamente incorrecto" estaba en el interior de las prendas, su perfume moral. Pero al final fall¨® con sus ¨²ltimas salidas coloristas.
Jocomomola, que puede considerarse con generosidad segunda l¨ªnea de Sybilla, fue tambi¨¦n colorista y hasta infantil, con humor, colores ¨¢cidos y estampados alegres, pero a pesar de su esmerada factura, sus terminados y su serie vaquera, claramente nos encontramos ante un producto estrictamente comercial donde no se halla la voz de un dise?ador, y se entra peligrosamente en el imperio y la selva de las marcas.
Al final, Antonio Alvarado -que sali¨® a saludar con un brazalete de luto por la reciente muerte de su colaborador Jaime Montoya- ratifica la seriedad de su regreso a la moda activa con una colecci¨®n di¨¢fana y llena de detalles de buen oficio: mangas de globo (hasta en la gabardina), pasacintas, gr¨¢fica propia que usa la cara de Sara Montiel, ponchos barbarella y cuadros vichy en abundancia, donde, escarbando, se encuentran referencias y gui?os a su propia trayectoria, reinterpretados a la luz de las tendencias de hoy.
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