Dos espa?oles
Hablaron los dos prohombres espa?oles en Estados Unidos: Zapatero en la ONU, pidiendo paz, alianza de las civilizaciones, entendimiento, el final de las guerras. Aznar en Georgetown, donde le dieron rara c¨¢tedra, explicando que la guerra de hoy es la continuaci¨®n de la Reconquista: ellos deshicieron el islam en esta pen¨ªnsula, y quieren continuar reduci¨¦ndolo a la nada, o convertirlo al catolicismo. Al discurso de ZP le objeto poco: es su l¨ªnea humana de pactar y entenderse, y eso puede ser peyorativo, por ingenuo, en un mundo en armas. Le es dif¨ªcil aceptar, como a tanta buena gente, que la guerra es, como siempre, de ricos y pobres; y lanza congresos contra el hambre para dar comida por v¨ªas pac¨ªficas. Trata de gobernar en lo posible en esa l¨ªnea, y por eso le aparecen contradicciones, y entre sus ministros. Algunos dicen que "lo mejor es enemigo de lo bueno": estoy en contra de ese enga?o social, pero en las socialdemocracias como la de la Espa?a de Zapatero se considera art¨ªculo de fe. En todo caso, la limpieza y la belleza pol¨ªtica de este discurso crecen por su contraste accidental con el del nuevo catedr¨¢tico de la Universidad de Georgetown, que remite la situaci¨®n actual a Covadonga. Uno de los suyos, por cierto, lleg¨® a decir que Algeciras ser¨ªa la nueva Covadonga; pero todo ello forma parte del caos espa?olista de esa gente. Lo m¨ªo es escasamente recomendable, pero creo que los musulmanes de ocho siglos en Espa?a fueron espa?oles y sobre ellos vivimos en gran parte. Tambi¨¦n lo fueron los romanos.
Los espa?oles romanizados, o cat¨®licos apost¨®licos romanos, se pelearon por la propiedad, ganaron ¨¦stos, se quedaron con todo y a¨²n los estamos sufriendo. Algunos se convirtieron a tiempo, como los Aznar -facies de moro, pelos de moro, apellido de moro-, y siempre tienen que demostrarlo exagerando su romanismo. Qu¨¦ fastidiosa es la historia en un pa¨ªs de guerreros. Si un Zapatero hubiera conseguido un pacto de civilizaciones en uno de esos siglos dolorosos y fant¨¢sticos, quiz¨¢ fu¨¦ramos otros. Pero dej¨¦monos de utop¨ªas, o de ucron¨ªas: hay lo que hay, hambre y hartura, y desde Atapuerca las gentes se pegaban por eso con huesos en la cabeza. En este caso, creo que Aznar lo sabe y agarra su clava mientras Zapatero pone su cabeza.
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