Venecia, leones y quimeras
El le¨®n de San Marcos es una quimera. Al parecer, la figura de bronce que representa al patr¨®n de Venecia es una quimera del siglo IV procedente del Mediterr¨¢neo oriental, as¨ª que la ciudad no s¨®lo trajo de all¨ª el cuerpo del evangelista -trasladado por los cruzados desde Alejandr¨ªa en el siglo IX-, sino su propio s¨ªmbolo escult¨®rico, que las diferentes mostras de la ya centenaria biennale entregan como trofeo art¨ªstico o cinematogr¨¢fico. Pues bien, pocos eventos han merecido tanto ser premiados con leones de oro como la ¨²ltima edici¨®n de la Mostra de Arquitectura, caudalosamente abastecida de proyectos cuya belleza monstruosa y naturaleza imaginaria conducen con justicia al galard¨®n de la quimera. Baudeleriana en su exaltaci¨®n de la belleza convulsa, surreal en su afici¨®n por los cad¨¢veres exquisitos y posmoderna en su celebraci¨®n de roturas y torsiones,.La bienal organizada por Kurt Forster bajo el lema Metamorfosis ha explorado un territorio pr¨®digo en topograf¨ªas fractales y alabeos digitales, tan modelado por expresionismos biom¨®rficos como velado por sombras o reflejos, y desde luego m¨¢s pr¨®ximo a Kafka que a Ovidio en su registro de mudanzas org¨¢nicas y traumas formales. Tanto para los arquitectos que descubrieron Venecia de la mano del rigorismo g¨®tico de Ruskin como para los que entraron en la Serenissima a trav¨¦s del prisma renacentista y cr¨ªtico de Tafuri, esta bienal ser¨¢ fatigosa y pedag¨®gica.
Peter Eisenman recibi¨® el Le¨®n de Oro al conjunto de su carrera, culminando un a?o italiano que ha tenido como hitos la publicaci¨®n de su libro sobre Terragni, el doctorado honoris causa en La Sapienza romana y la formidable instalaci¨®n del Castelvecchio de Verona, un di¨¢logo con Scarpa que puede todav¨ªa visitarse, lo mismo que su inteligente escenograf¨ªa en la propia bienal, donde el trayecto formal que conduce desde Palladio y Piranesi hasta la obra del neoyorquino -pasando por el autor de la Casa del Fascio- se materializa en una promenade sint¨¢ctica a trav¨¦s de una quimera arquitect¨®nica construida con rebanadas de edificios, que se ensamblan como los fragmentos anat¨®micos del animal m¨ªtico. El Le¨®n de Oro a las obras expuestas en la secci¨®n oficial recay¨® sobre dos proyectos del estudio japon¨¦s SANAA (Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa), el reci¨¦n terminado Museo del Siglo XXI de Arte Contempor¨¢neo en Kanazawa -un conjunto heter¨®clito de exquisitas salas prism¨¢ticas encerradas en un c¨ªrculo de vidrio que somete las demandas azarosas del programa al rigor luminoso de la geometr¨ªa- y la a¨²n incierta ampliaci¨®n del IVAM, dos propuestas atmosf¨¦ricas de museos cuya serenidad liviana contrasta con la agitaci¨®n tormentosa que sacude los paisajes proyectuales de la bienal. Por ¨²ltimo, el Le¨®n de Oro con que se premia el mejor pabell¨®n nacional se otorg¨® al de B¨¦lgica, una instalaci¨®n pov¨¨ra de pizarras y pantallas sobre Kinshasa -seleccionada en el concurso previo a la muestra que convoc¨® el joven Instituto Flamenco de Arquitectura- que formula, desde la antropolog¨ªa poscolonial, interrogantes esenciales acerca de la naturaleza inmaterial de la urbanidad, en el contexto ca¨®tico y din¨¢mico de un pa¨ªs sobre el que a¨²n gravita la sombra ominosa de aquel Congo de Leopoldo que llev¨® la arrogancia occidental al coraz¨®n de las tinieblas.
Por lo dem¨¢s, los premios de las secciones distinguieron proyectos de j¨®venes oficinas como la danesa Plot (Julien de Smedt y Bjarke Ingels) en Stavanger y la londinense FOA (Alejandro Zaera y Farshid Moussavi) en Basilea, con dos provocadoras propuestas que amalgaman construcci¨®n y paisaje para imaginar una urbanidad topogr¨¢fica; obras que utilizan geometr¨ªas atormentadas para ensayar innovaciones espaciales, como los bucles de chapa que confunden interior y exterior del japon¨¦s Shuhei Endo, o bien para expresar rupturas pol¨ªticas, como los quiebros usados por el veterano austriaco G¨¹nther Domenig para fracturar la regularidad intimidatoria de la arquitectura nazi en el Centro de Documentaci¨®n de N¨²remberg; grandes proyectos vinculados a eventos, como la explanada de Mart¨ªnez Lape?a y Torres que es la pieza central del F¨®rum de Barcelona, o el Centro de Nataci¨®n que, con numerosas dificultades y pol¨¦micas, est¨¢ construyendo la oficina de Sidney PTW en el coraz¨®n del Pek¨ªn ol¨ªmpico, y a la que acaso el galard¨®n ayude a superar sus tribulaciones (que por cierto comparten con los dos grandes ausentes de la cita veneciana, OMA/Koolhaas y Herzog & De Meuron, ambos con colosales proyectos para Pek¨ªn 2008 sometidos a revisi¨®n por las autoridades chinas); finalmente, el premio a la mejor instalaci¨®n se otorg¨® a la realizada por el fot¨®grafo Armin Linke con el arquitecto Piero Zanini, y como mejor fotograf¨ªa de las reunidas por Nanni Baltzer, el jurado eligi¨® la del planeta Marte captada por la sonda de la NASA, ?al d¨ªa siguiente de que la c¨¢psula G¨¦nesis se estrellara en el desierto de Utah!, rematando as¨ª una lista de aroma bals¨¢mico.
Pero m¨¢s all¨¢ de la calderilla
azarosa de los premios, los visitantes de la macroexposici¨®n veneciana -que se despliega sobre los plintos alabeados dise?ados por Asymptote en la Cordeler¨ªa del Arsenal, en el paquebote laber¨ªntico del pabell¨®n Italia o en la flotilla dispersa de los pabellones nacionales en los Giardini- tendr¨¢n ocasi¨®n de constatar tanto el desconcierto centr¨ªfugo de la arquitectura contempor¨¢nea como su empe?o por conquistar un hueco en el escenario medi¨¢tico. De la espectacularidad inquietante del pabell¨®n japon¨¦s, que documenta la cultura entre infantiloide y ped¨®fila de los llamados otaku -j¨®venes solitarios obsesionados con los juegos de ordenador y los manga-, al empe?o de reinvenci¨®n de los daneses, que han importado a un comisario de lujo -Bruce Mau, el dise?ador gr¨¢fico canadiense colaborador de Koolhaas- para emular a Madonna, y pasando por la eficacia publicitaria del pabell¨®n brit¨¢nico con su canonizaci¨®n de personajes, o la inteligencia cr¨ªtica del alem¨¢n, que muestra la arquitectura de autor implacablemente deglutida por la extensi¨®n del urbanismo basura, el recorrido por esta acumulaci¨®n indigesta de llamadas de atenci¨®n ha de provocar una cierta saturaci¨®n melanc¨®lica. Por m¨¢s que se haya puesto de moda entre estrellas como Brad Pitt, la arquitectura no puede competir con Hollywood, y los que asistieron -el mismo d¨ªa de los leones de oro y quince a?os despu¨¦s del concierto de Pink Floyd frente a la loggetta del Sansovino- a la presentaci¨®n de la cinta de Spielberg Shark Tale en el aparatoso escenario montado en la plaza de San Marcos entender¨¢n sin necesidad de explicaciones que el espect¨¢culo de la m¨²sica o el cine no es f¨¢cil de homologar con la m¨¢s modesta y persistente presencia del edificio en la ciudad. Bellerofonte logr¨® matar a la Quimera con ayuda de Pegaso, pero los arquitectos necesitar¨¢n algo m¨¢s que un caballo alado para enfrentarse a los monstruos que engendra el sue?o de la raz¨®n. Junto al le¨®n alado de San Marcos, la figura helen¨ªstica de un guerrero sobre un cocodrilo representa al patr¨®n originario de Venecia, San Teodoro, en su pugna con el drag¨®n, y esta imagen del protector de los ej¨¦rcitos bizantinos servir¨ªa quiz¨¢ como emblema alternativo del necesario enfrentamiento de los arquitectos con las quimeras de su imaginaci¨®n.
Luis Fern¨¢ndez-Galiano ha sido presidente del jurado internacional de la 9? Bienal de Arquitectura de Venecia.
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