El desquite de Zaballa
Triunfo en solitario del ciclista que en 2003 crey¨® ganar una etapa en un 'sprint' por el segundo puesto
Un periodista belga lleg¨® hace un par de semanas a la Vuelta para entrevistar a los ciclistas que ve¨ªa como los protagonistas de los pr¨®ximos Campeonatos del Mundo. La noche que lleg¨® se encontr¨® en una discoteca granadina a O'Grady, australiano, que se preparaba para ellos celebrando su retirada de la ronda espa?ola. Al d¨ªa siguiente, en la fiesta nocturna, quien bailaba era el italiano Petacchi, el sprinter de pro: tambi¨¦n se iba pensando en protegerse para su gran objetivo, la Par¨ªs-Tours de dentro de diez d¨ªas. Astarloa y Freire, los campeones del mundo espa?oles, se hab¨ªan ido antes: lo que quedaba de Vuelta se les antojaba muy duro para sus necesidades.
Al menos, pudo hablar con Cunego, el jovencito italiano que gan¨® el Giro, que se proclama segunda punta de la squadra azzurra y que a¨²n no ha abandonado. Si no, se habr¨ªa tenido que contentar con hablar con cualquier miembro del grupetto, con los corredores que no son lo suficientemente famosos para abandonar sin causa justificada, aunque les gustar¨ªa, y que tienen que sufrir para no llegar fuera de control en las etapas machacantes -el oto?o a¨²n no ha hecho que en los puertos se baje de los 30 grados- que se les proponen. O con hablar con Chaurreau, quien, para llevar la contraria a sus compa?eros del Ag2r, ha decidido terminar la Vuelta. Y ah¨ª est¨¢ el vasco, solo, subi¨¦ndose los bidones, cenando consigo mismo, hablando en sue?os en una habitaci¨®n vac¨ªa, reuni¨¦ndose con su director, un masajista y dos mec¨¢nicos, sus seguros servidores.
En la salida de ?vila, ?ngel Arroyo, El Salvaje, se par¨® a saludar al Bolas, Vicente Belda. Fuerte abrazo, fuertes palmadas en la espalda, duelo de gesticulaciones y aspavientos, gritos. Luego, Belda se subi¨® a su coche de director del Comunidad Valenciana-Kelme: "Venga", le conmin¨®; "vamos a divertirnos. Sube, que soltaremos unas avispillas, que hay que ser combativo y atacante". Y para apoyar sus palabras se cal¨® su boina, coqueto, mir¨¢ndose al espejo; "sube, que la armamos". El gesto, definitivamente, espant¨® a Arroyo, que se alej¨® corriendo. "Seguro que organiza una buena", dijo, "pero a m¨ª no me pilla". En efecto, Belda movi¨® a sus chicos, a los secundarios; no a su favorito, a Valverde, al que guarda para hoy, para Navacerrada.
Tambi¨¦n se movi¨® Cunego. Un movimiento a distancia, un aviso mundialista al seleccionador italiano al d¨ªa siguiente de que Bettini, el l¨ªder azzurro, ganara una etapa en B¨¦lgica, pero el terrible Abantos, imponente sobre El Escorial, fue demasiado para ¨¦l. El que se movi¨® de verdad fue Zaballa, c¨¢ntabro serio, reconcentrado, de Ud¨ªas, 26 a?os en mayo. Solo, como le gusta. En busca de un desagravio. Prueba conseguida.
Hace un a?o, en Las Rozas, a pocos kil¨®metros de la meta de ayer, Zaballa, emocionado, levant¨® los brazos al batir a un peque?o grupo de fugados en la llegada: no sab¨ªa que hab¨ªa ganado hac¨ªa rato D¨ªaz Lobato y que el sprint era por el segundo puesto. "Fue un chasco", record¨® ayer; "una an¨¦cdota que queda compensada con esta victoria". Zaballa es un solitario al que le gusta correr, andar, sufrir, gozar solo. Antes que ciclista fue atleta, y era, por supuesto, fondista, maratoniano, hombre de entrenamientos solitarios. Como corredor, su forma de expresi¨®n es la fuga en solitario. En el Giro de 2003 gan¨® una esc¨²ter -a¨²n no la ha recibido- porque fue el que m¨¢s kil¨®metros estuvo fugado: m¨¢s de 400. Muchas fugas, pocas victorias. Un par de ellas en su carrera. En la Vuelta a Portugal y en el Tour del Porvenir, cuando corr¨ªa en el Kelme, reci¨¦n llegado de un equipo amateur en el que hab¨ªa coincidido con Valverde, su ¨ªdolo, el hombre por el que lo dar¨ªa todo pese a que ya no est¨¢n juntos. El Un uomo solo al commando (un hombre solo al mando) que, enfervorecidas, gritaban las radios italianas cuando Coppi se escapaba deber¨ªa ser su lema. Ayer se escap¨® de entrada con un buen grupo, pero en Las Navas del Marqu¨¦s, a 108 kil¨®metros de la llegada, se fue solo. Un hombre solo. Al mando. Por Abantos, por las carreteras de la sierra, bajo el calor, poderoso, tremendo. Y, por una vez, termin¨® solo. "El que la sigue la consigue", coment¨®; "me he llevado chascos, pero he seguido adelante. Solo. Como a m¨ª me gusta".
M¨¢s de 40 minutos m¨¢s tarde cruz¨® la meta otro hombre solo. Fern¨¢ndez, de Villaconejos, alegre y combativo la primera semana, machacado la ¨²ltima, quiso terminar la etapa. Lo hizo aun llegando fuera de control. Empezaron la Vuelta 187 ciclistas. Quedan 120.
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