Alianza
No es que importe mucho lo que diga Aznar en sus clases de la Universidad de Georgetown, en el lejano Washington, pues otros profesores en otras c¨¢tedras sostienen teor¨ªas tan aventuradas como la suya a prop¨®sito de las relaciones entre Oriente y Occidente. Pero Aznar presidi¨® el Gobierno ocho a?os por voluntad mayoritaria, incluso absolutamente mayoritaria, de los espa?oles, y muchos pueden acompa?arlo en su idea de que los estragos de la red terrorista isl¨¢mica son un nuevo e inesperado episodio de la guerra peninsular entre musulmanes y cristianos, larga batalla de 800 a?os para salvar la identidad de Espa?a, invadida desde que una tropa de bereberes desembarc¨® en Gibraltar en el a?o 711.
Se trata de una lucha que conoci¨® momentos terribles, liquidaciones de cristianos y moriscos, por ejemplo. Eran incompatibles las costumbres moras y cristianas, porque los monote¨ªsmos tienden a la intolerancia, poseedores de verdades absolutas que rigen las formas de comer, vestir, lavarse y administrarse. Los fan¨¢ticos almor¨¢vides y almohades deportaron y exterminaron cristianos de M¨¢laga y Granada hace diez siglos, y, mucho despu¨¦s, en 1571 y 1610, la monarqu¨ªa cat¨®lica expuls¨® a los moriscos, gente peligrosa, desafecta al modo de vida cristiano. As¨ª acab¨® una guerra civil, la rebeli¨®n granadino-morisca de 1568-1571. Estoy leyendo la cr¨®nica de la Guerra de Granada de Diego Hurtado de Mendoza. En el pr¨®logo a la edici¨®n que tengo en la mano, Bernardo Blanco-Gonz¨¢lez dice que aquello fue la mayor tragedia de la Espa?a moderna hasta la guerra de Independencia.
Si el telescopio hist¨®rico aznariano liga estos sucesos, desde el a?o 711 hasta hoy, pasando por 1568, es probable que se quede con una visi¨®n de Andaluc¨ªa, o del viejo reino de Granada, como territorio amenazador. Todav¨ªa, en los a?os 50, subsist¨ªa en Frigiliana, no muy lejos de donde vivo, en la frontera entre Granada y M¨¢laga, un tabor o batall¨®n de regulares, milicia ind¨ªgena que Espa?a opon¨ªa en Marruecos al ind¨ªgena hostil. Andaluc¨ªa era entonces tierra de misi¨®n para los sacerdotes cat¨®licos. Unidad nacional significaba unidad religiosa para los Reyes Cat¨®licos y para los gobernantes de 1950.
Pero, en 1992, precisamente en el quinto centenario de la Toma de Granada, se celebr¨® en la Alhambra una exposici¨®n sobre Al-Andalus y las artes isl¨¢micas en Espa?a, montada por el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, que reuni¨® piezas de colecciones de Estados Unidos, Europa, Espa?a, el norte de ?frica y Oriente Medio. Eran otros tiempos, hace s¨®lo doce a?os. Entonces la relaci¨®n cristiano-musulmana en Espa?a no se ve¨ªa con el esquematismo del Aznar de Georgetown. En la pen¨ªnsula Ib¨¦rica hubo una cruzada y una guerra santa, con su fe feroz y sus conversiones a la fuerza y sus depuraciones en nombre del Dios Todopoderoso. Pero tambi¨¦n existi¨®, consciente e inconscientemente, un entendimiento de culturas que afect¨® a la alba?iler¨ªa, el interior de las casas, el ajuar, la comida, la ropa, los modos de vida compartidos. Hay, aunque a algunos les parezca obvio o banal o desde?able, una alianza entre vidas normales, musulmanas o cristianas o indiferentes a musulmanes y cristianos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.