En las entra?as del primer Boris
El nuevo director musical del Liceo, Sebastian Weigle, ha abierto la temporada oper¨ªstica dirigiendo la versi¨®n original de Boris Godunov, compuesta por Mussorgski entre octubre de 1868 y diciembre de 1869. Verdad a medias. La producci¨®n, firmada esc¨¦nicamente por Willy Decker, rescata, en efecto la estructura teatral del primer Boris, en siete escenas, jam¨¢s representado en vida del compositor y nunca representado en el Liceo. En lo musical las cosas no son tan claras: Weigle utiliza partes revisadas de la segunda versi¨®n, de 1872, tan original como la primera porque las dos son de Mussorgski. El resultado supone un retorno a la esencia musical y dram¨¢tica de la genial ¨®pera rusa, un viaje por las entra?as del primer Boris.
Boris Godunov
De Modest Mussorgski. Int¨¦rpretes: Matti Salminen, Eric Halfvarson, Anatoli Kotcherga, Philip Langridge, P?r Lindskog, Brian Asawa, Marie Arnet, Stefania Toczyska, Francisco Vas, Itxaro Mentxaca, Albert Schagidullin. Cor Vivaldi. Cor de Cambra del Palau de la M¨²sica Catalana. Coro y Orquesta del Liceo. Director musical: Sebastian Weigle. Director de escena: Willy Decker. Producci¨®n de la Nederlandse ?pera de Amsterdam. Teatro del Liceo. Barcelona, 29 de septiembre.
Willy Decker retrata sin concesiones el drama interior de Boris a trav¨¦s de siete escenas que se suceden sin descanso. Dos horas y media de implacable descenso al abismo de la locura de un usurpador del trono atenazado por los remordimientos del asesinato del zar¨¦vich Dmitri, hijo de Iv¨¢n el Terrible. Explora la psicolog¨ªa de un hombre que sacrifica su paz interior por el ansia de ce?ir la corona y hacerse con el poder. Su Boris, vestido con traje y corbata, como un mafioso de la Rusia actual, se sabe manchado de sangre y vive con este remordimiento hasta su autodestrucci¨®n. El drama avanza de forma implacable, angustiosa, al hilo de los acontecimientos y las intrigas pol¨ªticas, en un espacio cerrado que Decker convierte en espejo del poder a trav¨¦s de tres iconos onnipresentes: una gigantesca silla-trono, una corona y el retrato del ni?o asesinado.
Veracidad esc¨¦nica
A la veracidad esc¨¦nica, Weigle respondi¨® con una versi¨®n musical matizada al detalle a partir del valor de la palabra como fuente de una escritura vocal que aport¨® una nueva y radical expresividad al g¨¦nero oper¨ªstico. Logr¨® ese color ¨¢spero y la tensi¨®n orquestal que pide Mussorgski, y lo hizo desde el equilibrio, con la musicalidad ganando siempre la partida al efectismo, y con una disciplinada entrega de los m¨²sicos de la orquesta.
El papel del zar Boris es como una segunda piel para Matti Salminen. Su Boris transpira angustia, esculpe cada palabra con una voz rotunda. Su antol¨®gica creaci¨®n se llev¨® con justicia los m¨¢s explosivos aplausos. A su lado, otros dos bajos de absoluta primera fila encandilaron al p¨²blico con su arte: Eric Halfvarson (Pimen) y Anatoli Kotcherga (Varlaam). El bien perfilado Shuiski del tenor Philip Landgridge y el ajustado Dmitri del tenor P?r Lindskog, rayaron a buena altura en un amplio reparto con un digno plantel de comprimarios que funcion¨® sin problemas.
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