Bodas para todos
Las parejas homosexuales podr¨¢n contraer en Espa?a matrimonio civil a partir del a?o pr¨®ximo y tener los mismos derechos que los heterosexuales, incluido el de adopci¨®n, si el Parlamento aprueba el proyecto de ley que hoy presenta el Gobierno socialista. No deben abrirse los cielos ni resonar los truenos por ello en un pa¨ªs que anta?o fue muy conservador. Responde ante todo a una realidad -dos de cada tres espa?oles aprueban las bodas gays- y al cumplimiento de uno de los puntos del programa electoral de Rodr¨ªguez Zapatero. Incluso el propio Partido Popular, que cuando estuvo en el poder calificaba de "folcl¨®ricas" las uniones entre homosexuales, ha adoptado una postura m¨¢s ecl¨¦ctica y flexible al anunciar su propia iniciativa legislativa para equiparar los derechos de las parejas homosexuales a los matrimonios, excepto en la adopci¨®n.
No constituye una sorpresa, y encaja en su propia coherencia, que la Iglesia cat¨®lica adopte una actitud contraria a lo que Zapatero llama la ampliaci¨®n de los derechos civiles de los espa?oles. Para muchos ser¨¢ preocupante que los obispos asuman un papel de agitadores de masas y que apelen al "deber moral" de los diputados cat¨®licos de oponerse al proyecto de ley, pero en todo caso les asiste como a todos los ciudadanos el derecho a expresarse o a manifestarse. Ese tono militante, en el que no han faltado calificativos despectivos hacia las uniones de homosexuales, parece, no obstante, haberse atenuado un tanto. Probablemente, debido a las garant¨ªas dadas por el propio presidente del Gobierno de que entre sus prioridades no est¨¢ en estos momentos revisar las relaciones econ¨®micas entre el Estado y la Iglesia. Bueno es que haya por ambas partes cordura y se atemperen unas emociones que a nada bueno conducen.
La clave de la reforma est¨¢ en la modificaci¨®n del art¨ªculo 44 del C¨®digo Civil relativo al matrimonio de un hombre y una mujer, y en el que se incluir¨¢ a partir de ahora que "la identidad de sexo de ambos contrayentes" no impide una boda civil. La Iglesia cat¨®lica lo considera b¨ªblica y culturalmente contranatural. Y en esa l¨ªnea, tambi¨¦n el PP. Pueden tener sus razones, pero nada impide al poder civil adecuar un contrato no confesional a una nueva realidad. Ah¨ª est¨¢ la diferencia entre lo que ofrece el Gobierno y lo que propone el PP: uno habla de matrimonio, el otro de uni¨®n civil; uno incluye la adopci¨®n, el otro la excluye.
La adopci¨®n por parejas gays es objeto de controversia. Una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas se?ala que la apoyan menos de la mitad de los espa?oles; algunos psic¨®logos la cuestionan. En la tesis del Gobierno prevalece la defensa de la igualdad de derechos civiles; y, en todo caso, el pragmatismo de regularizar algo que un homosexual ya puede hacer individualmente como soltero.
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