Lenin y el mono
NO HAB?A m¨¢s que abrir los ojos para verlo.El proyecto de Boris M. Iofan, que gan¨® en 1933 el concurso para la edificaci¨®n del Palacio de los S¨®viets de Mosc¨² (un edificio de proporciones monstruosas que iba a ser el m¨¢s alto del mundo), estaba coronado por una gigantesca estatua de Lenin que se adentraba 70 metros en las nubes, desafiando a aviones y dirigibles.
En el mismo a?o, circulaba una imagen sospechosamente similar: era el cartel anunciador de King Kong, de Schoesdak y Cooper, en el que el terrible monstruo se ergu¨ªa sobre la torre m¨¢s alta de Nueva York, defendi¨¦ndose con su fuerza salvaje de los aeroplanos que intentaban abatirle. King Kong nunca atac¨® Nueva York y el Palacio de los S¨®viets nunca se construy¨®, pero ?no ha de atribuirse este parecido a la existencia de un sue?o com¨²n al Este y al Oeste, la utop¨ªa democr¨¢tica del poder de las masas? Ahora que se han venido abajo las torres en las que se apoyaban Lenin y el gran simio, las masas parecen haberse dividido en tribus que sufren pesadillas de identidad o disuelto en individuos que padecen insomnio.
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