Flecha descubre la paciencia
El corredor catal¨¢n, ganador de dos cl¨¢sicas este verano, ser¨¢ ma?ana uno de los protegidos de la selecci¨®n espa?ola
El Mundial que Davide Rebellin, veron¨¦s de San Bonifacio, no podr¨¢ correr ma?ana como italiano -el seleccionador, Ballerini, no le quiere pese a ser el mejor en las pruebas de un d¨ªa- y tampoco como argentino pese a que el Gobierno de Buenos Aires, por el procedimiento de urgencia, lo nacionaliz¨® y le dio pasaporte propio -los papeles han ido m¨¢s lentos que sus deseos- ser¨¢ tambi¨¦n el primer Mundial de Juan Antonio Flecha, uno -junto a ?scar Freire, Alejandro Valverde e Igor Astarloa- de los hombres libres del equipo espa?ol.
Bajo el sol abrasador que quema el monolito de la Concordia, el ¨²ltimo domingo de julio, entre la barah¨²nda que sucede al orden de la ¨²ltima etapa del Tour, Giancarlo Ferretti, rojo de justa ira, agarra por el codo a un periodista y le vocea con su voz ronca y poderosa: "Ya s¨¦ que te cae muy bien Flecha, ya s¨¦ que escribes piezas hermosas sobre Flecha, pero te proh¨ªbo que vuelvas a escribir de ¨¦l mientras no gane una carrera. Flecha es grande; tiene coraje, osad¨ªa; es fuerte y generoso. Pero, si se le sigue alabando s¨®lo por ello, corre el peligro de conformarse con el intento, de fugarse todos los d¨ªas porque eso es lo bonito sin ir m¨¢s all¨¢".
Ferretti, el viejo Ferretti, el director del Fassa Bortolo, est¨¢ enfadado con Flecha porque ese d¨ªa, el ¨²ltimo d¨ªa del Tour, le hab¨ªa pedido que se olvidara de s¨ª mismo y que trabajara para preparar la llegada del veloz Pozzato. Y Flecha le hab¨ªa desobedecido. Se hab¨ªa empe?ado en fugarse, in¨²tilmente, una vez m¨¢s. "Me va a caer una buena", dec¨ªa Flecha -nacido en Buenos Aires en 1977, residente en Puigcerd¨¤, Barcelona- que hab¨ªa abandonado el a?o anterior al iBanesto.com siguiendo los dictados de su alma de clasic¨®mano, fascinado por Ferretti; "la verdad es que me la merezco".
Apenas un mes m¨¢s tarde, al anochecer del domingo 22 de agosto, cuando el mundo s¨®lo tiene ojos para los Juegos Ol¨ªmpicos de Atenas, Flecha telefonea al periodista amigo, vetado. "He ganado el GP de Z¨²rich, de la Copa del Mundo, mi primera gran cl¨¢sica. He superado a Bettini en los ¨²ltimos metros. Hoy he obedecido a Ferretti". Se siente en el cielo: "Antes desgastaba todas mis energ¨ªas en ataques de lejos porque pensaba que nunca podr¨ªa ganar a un grupo grande, pero hoy me ha exigido paciencia, que aguantara, que aguantara. He aguantado y he ganado".
Ferretti, un hombre que, como todos los directores, se gu¨ªa por los resultados, cambia su discurso inmediatamente. "Flecha es el mejor corredor que he tenido nunca, y los he tenido muy buenos", se exalta, su voz ronca, estent¨®rea, ahora matizada por el tono elogioso, en la salida de una etapa de la Vuelta; "lo ¨²nico que ten¨ªa que aprender era a respetar al equipo, a pensar que sin equipo no es nadie, a saber que lo tiene que dar todo por ellos cuando se le pide. Ahora me voy a Italia, que tengo que preparar el Giro del Lazio".
El Giro del Lazio, que termina en Neptuno, cerca de Roma, es una de las grandes cl¨¢sicas del calendario italiano y Flecha la aborda como l¨ªder protegido de uno de los mejores equipos italianos. Y la gana. Y ¨¦ste, so?ador, rom¨¢ntico, mit¨®mano, trabajador, aventurero, valiente, vuelve a ganar. Supera en la meta a Simoni y Ullrich. Y empieza a so?ar con el mism¨ªsimo Mundial.
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